Capítulo VIII

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Capítulo VIII

Alejandro

Sara se fue por esa puerta junto a esos cuatro hombres, ¿Por qué los celos? En nueve días sería mi transformación y estoy ansioso por ver cómo será mi lobo, también quería encontrar a mi mate. ¿Será esa hermosa mujer de cabellos rizados? Suspiré cansado, debía dejar de pensar en ella. ¿Y si sólo la huelo? ¿Por qué ocultará su olor? Si su aroma me gusta ella probablemente sería mi mate. ¿Por qué el aroma sólo se terminaba de formar después de la primera transformación? Tendría que esperar mucho sólo para descartarla, qué molesto.

– Buenas tarde Alfa, vengo a buscar a Alejandro. Hoy es día de salir. Supongo que lo sabe, la manada no está nada feliz con la paz. Todos querían el territorio Moon que es más fértil. – Marcos siempre tan bocón, hará que mi padre muera de un infarto. Tal vez por eso nunca le había agradado a mi padre, menos mal mi madre lo convenció para que me dejara ser su amigo.

– ¡Estás en mi casa y te prohíbo que le hables así a tu Alfa de nuevo! ¡Eres amigo de mi hijo no mío! ¡Si mi manada tiene un problema con mis decisiones pues que busquen otro Alfa! ¡Eres demasiado estúpido para entender! – Las pocas veces que mi padre gritaba ocurrían normalmente cuando Marcos llegaba a la mansión. Marcos se veía amedrantado detrás de su cara de no me importa nada, mi padre volteó hacia mí y suspiró intentando aligerar su ira. – Llega temprano. – Y sin dejarme contestar subió las escaleras mientras que Marcos y yo salíamos a perder el tiempo juntos.

– ¿Viste cómo me gritó? Tú serás un mejor Alfa estoy seguro, ¿Conociste a alguien de la manada Moon? Todos dicen que olían horrible y que eran aún más feos cómo si fuera posible. No entiendo por qué firmar la estúpida paz. Todos tienen un problema. – Marcos amaba hablar solo, secretamente odiaba cómo se refería a mi padre, pero lo aguantaba. Tener a Marcos de mi lado hacía que todos quisieran ser mis amigos. – Nos vamos a encontrar con Julián, Amelia y Miguel en el lugar de siempre. – Hoy no quería hablar, fingir que odiaba a Sara era algo casi imposible, cada vez que Marcos la nombró en el camino reprimía las ganas de sonreír como imbécil.

– Mi Alfa ¿Cómo estás? ¿Los malos de la manada Moon te hicieron algo? ¿Te ves triste? ¿Es por la estúpida de la Alfa? La lastimaré si así fue. – Amelia siempre había estado enamorada de mí, era incómodo estar con ella coqueteándome. Estaba usando todo mi autocontrol para no gruñir al escuchar que Amelia la quería lastimar. Sara deja de atormentarme.

– Estoy bien, sólo que trajeron de su horrible comida y mi padre me obligó a comerla. Me siento mal. Sólo quiero dormir y sentirme mejor. Ojalá esa Alfa desaparezca por un largo tiempo para que pueda dormir. – Soy un mal mentiroso, pero esta vez soné convincente. Y antes de que me pidieran detalles entré a la cabaña en medio del bosque dónde siempre nos reuníamos.

– Te envenenaron ¿Verdad? Si es así te llevaremos al centro médico. – Amelia es un dolor en el culo. Negué con la cabeza y me acosté en el sofá fingiendo que dormía mientras ellos hablaban mal de mi padre. ¿Qué hacía acá? Yo era un hombre con principios que hubiese defendido a su padre de todo siempre. Pero si a alguien le debía lealtad eran sus amigos, que siempre estuvieron con él en todo momento, mientras que sus padres lo iban a visitar una vez al mes.

<< – Nana ¿Ya llegó? Me prometió que estaría aquí para mi cumpleaños. – Nana me miró con tristeza y supe inmediatamente que volvería a estar solo en mi cumpleaños. La soledad. Mi gran compañera.

– Podemos celebrar nosotros ¿Te parece? – Nana era como una abuelita, siempre estaba ahí para consolarte y decirte que todo iba a estar bien. Pero nunca podría reemplazar a mis padres.

– No Nana, me iré a dormir. – Intento sonreír, pero su mirada mostraba su tristeza. Sonó un portazo e inmediatamente supe quién era.

– Alejandro, te hicimos un pastel. Quedó súper feo porque Marco lo decoró con las manos, aunque le dije que no. Creo que es un poco tóxico porque lo dejamos quemar, pero ¿Qué es la vida sin riesgo? – Amelia entro por la puerta dando cantaleta, siempre había sido así. Y Marcos llevaba lo que supuestamente era una torta, pero se veía supremamente arcaica.

Black & MoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora