Capítulo VII

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Capítulo VII

Sara

Era un nuevo día, soñé algo muy extraño, ¿Será un recuerdo? Fue la primera vez que pensé en mis padres de manera semi voluntaria desde que salí de las mazmorras.

<< – Tenemos que irnos Susan, es momento de terminar esto. Es lo correcto esto empezó por un malentendido, si vamos y explicamos que no entendemos por qué iniciaron esta guerra y qué estamos dispuestos a terminarla podríamos vivir. – Mi padre siempre tuvo un tono de voz que lograba calmar al más ansioso o ansiosa cómo mi madre. Los dos se ven tan jóvenes y vivos.

– No la dejaré, no dejaremos a nuestra hija. El Concejo la matara, ¿Tu manada es más importante que tu cachorra? ¿Vas a dejarla sola? – Mi madre habló con lágrimas en los ojos suplicándole a mi padre que no me dejará sola y me llevará con ellos.

– ¿Cómo puedes decirlo si quiera pensarlo? Esta cachorra es la razón de mi existencia la amo más que a nada en el mundo, y por eso no la podemos llevar. La probabilidad de que nos maten es demasiado alta casi del cien por ciento. No llevare a nuestra hija a una muerte asegurada, esta manada está en guerra y no tenemos más que El Concejo para mantenerla viva. No la matarán necesitan su aura de Alfa. Confía en mí mi Luna. – Mi madre seguía llorando desconsolada y mi padre se acercó a mí y su olor era tan único, ¿Quién hubiese pensado que no volvería a verlo? – Mi cachorra tienes que ser fuerte y proteger de esta tu manada. Tu madre y yo te amamos demasiado ¿Sí? Nunca lo olvides, jamás pienses que estás sola, el mundo tiene demasiadas personas y pensar que estás sola es un poco soberbio ¿Sí? Esperamos volver, pero si no es así tienes que prometerme algo ¿Sí? Se feliz, si ves que no te gusta estar en esta manada y que ya no quieres vivir, no dejes de vivir, vive de forma distinta. La vida será difícil ahora en adelante, pero mejorará ¿Sí? ¿Me das un abrazo mi hermosa cachorra? – Le di un último abrazo y también a mi madre mientras los tres llorábamos agonizantes aceptando nuestro destino... Uno en el que no nos volveríamos a ver. >>

Y desperté llorando con unas ganas inmensas de volver a ver a mis padres, no pasaría, pero les debía una investigación. Descubrir quien los había asesinado, ellos iban a firmar la paz y por tanto sin importar razones, quien los haya matado se las verá conmigo y pagará por sus injustas muertes y por las de todos los miembros de mi manada. Salí de mi habitación y bajé a desayunar.

– Buenos días mi Alfa, espero que haya dormido bien. No sabía que le gustaría desayunar por lo que cocinamos demasiadas cosas. Para usted y para la guardia de seguridad. – La empleada me miró con el anhelo con el qué la manada miraba a mi padre y supe inmediatamente que a esa mujer me había aceptado cómo su Alfa.

– Muchas gracias... Me podrías decir tu nombre por favor. – La empleada me sonrió y se sentía tan extraño y al mismo tiempo tan gratificante.

– Mi nombre es Carmen Alfa, si me permite usted es la viva imagen de su padre, estoy segura de que el estaría encantado de ver la hermosa mujer que es y estaría orgulloso de usted. ¿Va a ir hoy a la manada vecina? Necesitamos saberlo para ver si debemos preparar comida como la que llevó ayer a la manada Black. – A Alejandro le gustó y debía cumplir la promesa qué me hice ayer. Asentí y me dirigí al comedor.

– En el orfanato no comíamos tan bien, deberíamos acabarnos toda la comida esa floja no bajará a desayunar. Sería un desperdicio. – Andrés continúo hablando mientras me acercaba lentamente para darle el susto de su vida. Y con mis dedos fríos toqué la parte baja de su espalda y fue suficiente para sacarlo corriendo de mi puesto, la cabecera de la mesa. Camilo, Sebastián y yo reímos a carcajadas mientras que Andrés me maldecía por la agilidad de Alfa y por estar tan desquiciada y asustar a una persona que sólo estaba comiendo.

Black & MoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora