Capítulo XXV

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Alejandro

Al día siguiente desperté por unos ruidos alrededor, me alertaron y con agilidad dejé a Sara en el duro suelo con pesar, buscando la fuente del ruido. Antes de que pudiera ver que estaba sucediendo un muchacho entre a la cueva con una pistola, seguido de otras seis personas. Inmediatamente cubría a Sara con mi espalda.

- ¡Han entrado en territorio omega! ¡Los Alfas que entran acá encuentran la muerte y nada más que eso! ¡Les doy dos segundos para que se expliquen y espero que lo hagan rápido porque podrían ser los últimos! – Sara alertada se levantó gruñendo, lo que los alerto. Al acercarse a mi gire a ver que se encontraba bien, se veía pálida y supe que se desmayaría, no me importaba si me disparaban, yo no dejaría que ella se lastimara. Me acerque a ella rápidamente escuchando como les quitaban los seguros a las armas y cuando estaba lo suficientemente cerca la tome en mis brazos con cuidado. - ¡Si sigues haciendo lo que se te venga en gana mataré a esa muchacha que llevas contigo! – Eso alertó a Zack que inmediatamente gruño con fuerza, estaban a punto de dispararme cuando Sara interrumpió.

- ¡No! ¡Nosotros estamos escapando, no lo maten, por favor es lo único que me queda! – Dijo aferrándose a su vientre del que hasta ahora eran conscientes los omegas, cuando la vieron gritando aterrorizada aferrándose a mí, no dudaron en bajar las armas. – Gracias. - logró decir con la voz entrecortada.

- Si quieres vivir debes dejarnos olerte. – Dijo ahora sin gritar el omega a mi mate, quién no dudo en hacerlo. La reacción fue la misma del inicio, las armas volvieron a apuntarnos. – ¡Eres uno de ellos! ¡¿De qué manada son?! – El ambiente está tenso.

- Somos los Alfas de la manada Moon y Black, la manada Fang ha atacado la manada Black buscándola. Nosotros somos mates y yo no dudare en dar la vida por mi mujer e hija. Si se tienen que llevar a alguien, ese soy yo. – Dejé a Sara de pie y di un paso adelante, mientras que la sentía aferrarse a mí, como lo había hecho con Sebastián. – Nosotros saldremos inmediatamente de su territorio y prometemos no volver, como verán no queremos más problemas. – Dije alerta a sus movimientos.

- Eso no será posible, sus manadas han estado secuestrando omegas indefensos, ahora que sabemos esto no podemos dejarlos ir. Ustedes serán nuestra moneda de cambio, nos los llevaremos. – Un omega se acercó mucho a Sara y gruñí mostrándole los colmillos, se escuchó un disparo y me sentí a punto de desfallecer al verla caer quejándose del dolor.

- ¡Sara! ¡Sara, demonios! ¡Amor! ¿Dónde te duele? ¿Dónde te dieron? – Dije desesperado al verla en el suelo cogiéndose le vientre con dolor. - ¿Es la cachorra? ¿Te duele? Dios contéstame. - Me acerqué a ella revisándola mientras la oía quejarse, al ver que no respondía me giré.

- ¡No sé qué diablos está pasando con los omegas! ¡No sé qué están haciendo! ¡No sé nada! ¡Lo único que sé es que lo que sea que esté pasando no les da derecho a tratarnos así! – Dije desesperado. – Dime ¿Le disparaste? Si es así te mataré. – El omega que antes se veía valiente, ahora parecida arrepentido y cobarde. – Sara, por favor háblame. – Sara seguía en la misma posición gimiendo adolorida.

- No, yo no, no le hice nada, no le hice nada. ¡Bajen las armas ahora! – Cuando dijo eso yo deje de estar alerta y me acerque a ella.

- No puede pasarle nada, por favor ayúdame. Mi cachorra, por favor. Duele. – La tomé en brazos dispuesto a correr a un hospital de humanos en forma de lobo si era necesario, perdí la cordura y Zack tomó el control dejando salir una peste más densa que la mía. Los omegas quedaron pálidos al ver que el lobo tenía el control.

- Apártense, váyanse a la mierda. Su dolor no les da derecho a lastimar a alguien y menos a mi mujer embarazada. – Su potente voz doblego a todos, dejándoles con su cabeza en el suelo suplicando. Mientras que se preparaba para salir en modo bestia a correr por ayuda para la mujer en mis brazos.

Black & MoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora