Capítulo XXIII
Sara
- Yo lo he intentado, no imaginas cuánto. La realidad es que y no puedo seguir viviendo lejos de ti. – Dije intentando no llorar.
Alejandro se detuvo inmediatamente y quedó pasmado. Parecía que se estaba replanteando toda su existencia. Lentamente giró con lágrimas en los ojos y empezó a correr en mi dirección. Me tomó con delicadeza acariciando lentamente mi miembro, junto nuestras frentes y con un poco de duda nuestros labios. Todo alrededor dejó de tener sentido, éramos él y yo en un eterno momento de felicidad. Duramos lo que podría considerar horas abrazándonos con efusividad.
- No sabes cuantas noches y días completos he soñado que esto pase. Por la Diosa no sabes cuanto te amor. Yo Alejandro te amo tanto Sara Moon, y nunca me cansaré de pedirte perdón por no haberme dado cuenta antes y hacerte daño. – Escucharlo decir eso me causo tanta paz y alegría. Yo también le amaba, de una forma enfermiza. Le sonreí, esté era el momento más feliz de mi vida.
- Y yo a ti Alejandro. – Al decir eso vi que sus ojos podían brillar aún más. Amaba todo de él. Nos sentamos y me recosté en su hombro, la paz que me trasmitía me llevó hasta un sueño profundo, a sabiendas que el no dejaría que nada me pasará.
No sé cuánto pasó, pero al despertar lo sentí acariciando mi vientre, mientras que respiraba con calma. El momento era tan íntimo que no quería moverme. Podría durar toda mi existencia así.
- Sé que estás despierta. – Dijo Alejandro risueño. – Sé que lo quieres evadir, pero yo en verdad necesito saber quién es el padre del cachorro. – La felicidad se esfumó con esas palabras, mi seño se arrugó y un sentimiento de incertidumbre se instaló en mí. En verdad yo era una idiota él me acepto, nunca dijo nada de mi cachorra. – No pienses mal, yo quiero entender que está sucediendo. Escúchame bien, yo jamás te dejaré sola. Pero ese cachorro merece estar con su verdadero padre, yo amaría que me dejarás formar parte de su vida. En verdad quiero saber qué pasó. – Su voz era tan relajante y sus palabras me calmaron.
- Yo... Es una historia un poco larga. – Dije con miedo a que cuando supiera toda la verdad me abandonará. Después de todo soy una persona rota. Me tomó de la mano y asintió.
- Mis padres murieron cuando tenía ocho años, la manada se quedó sola y los que tomaron la decisión de que hacer conmigo la huérfana fueron los miembros del concejo. Alfonso era el miembro más importante por lo que nadie le vio problema a que él se hiciese cargo y sin pensarlo dos veces más de 20 ancianos me condenaron sin si quiera saberlo. Alfonso era muy ambicioso y siempre quiso ser Alfa, fue su oportunidad y la aprovechó. – Hice una pausa y Alejandro me abrazó más fuerte, veía como hacía un esfuerzo por controlar su rabia. – Me encerró en las mazmorras de la manada para esconderme y mantener a todos a raya con mi aura. Tres días después de que me encerrará un tipo logró llegar hasta mi celda atraído por mi olor, me dijo que nunca había sometido a una Alfa y fue la primera vez que pasó, él me violó. – Alejandro gruñó con furia y sus uñas comenzaron a salir. Una lágrima se escapó y rodó por mi mejilla. Al verme así se intentó controlar.
- Así pasaron cuatro años en los que no me dio el sol y a duras penas me daban comida. Aprendí a ocultar mi olor y lo que pasó no se repitió, por otro lado, cuando Alfonso se enteró de lo que había pasado puso más seguridad, dijo que yo era sólo de él. Y pasaron muchas otras cosas, de las que no vale la pena hablar. Fue cuando cumplí quince años que el bajo hasta mi celda, algo poco usual y desde entonces comenzaron sus constantes abusos. En cierto punto me quise suicidar, pero el recuerdo de mis padres y de mi manada no me lo permitía, sobreviví hasta que la guerra empezó a perderse supongo y Alfonso no tuvo más opción que sacarme de ese horrible lugar. - Alejandro parecía concentrado en lo que decía y no interrumpió, sus ojos estaban rojos. Agradecía que se estuviera controlando tanto.
- Cuando salí me sentí tan feliz, nadie parecía recordarme. Pero no era importante ya lo harían, vi cómo todo por lo que mis padres habían trabajado se desmoronó. Habían vuelto las clases los betas vivían bien, los deltas estaban es un punto medio y los omegas eran esclavos. Eso me destrozó y por eso no medí lo que podría pasar, esa noche Alfonso me volvió a someter. Así conocí a los muchachos, al día siguiente los mandaron a llevarme, el concejo había pedido mi cabeza. – La paciencia de mi mate se acabo y comenzó a gruñir como un animal con rabia, sin embargo, no me causo miedo. – Sebastián fue incapaz de llevarme después del olerme y ese día fue el día en que nos conocimos en tu manada. En ese momento supe que eras mi mate y pensé que me había tocado un muy bueno. – Dije con una sonrisa.
- ¿Cómo lo supiste? – Preguntó sorprendido. – Eso significa que desde que nos conocimos lo supiste, no sabes cuanto lo lamento. Yo te traté muy mal enserio me arrepiento. – Dijo con la sinceridad brillando en sus ojos.
- Eso ya no importa, regresé a la manada y disolví el concejo y mandé a buscar su cabeza, claramente escapó. Un día tuve un mal presentimiento, estaba caminando sola y quería ir al bosque. Fui muy tonta, sentí una estúpida valentía y él estaba ahí. Fue la primera vez que le hice pelea y por alguna razón creí que ganaría, obviamente no sucedió y me dijo que me sometería una última vez antes de quitarme la vida, casi lo logra, pero deje de esconder mi olor y me encontraron antes de que lograra asesinarme. Al día siguiente fue cuando nos encontramos en el colegio y pasó lo que pasó. – Me miró con arrepentimiento. – Después de eso, pasó una semana y no lograron encontrarlo, pero su olor seguía en mí, al dejar de ocultarlo Sebastián se dio cuenta de que estaba embarazada. Supongo que esa es toda la historia. – Me troné los dedos ansiosamente, obviamente le daría asco. Nadie querría a una mate embarazada después de ser violada. Nadie me querría. Fui incapaz de mirar a Alejandro a los ojos.
- Yo Alejandro Black te acepto a ti Sara Moon como mi luna y mi pareja de por vida y acepto a tu hermosa cachorra como mía. Juro por lo más sagrados que son ustedes dos que haré todo lo que este en mis manos para hacerlas felices. Juro amarlas hasta el último día de mi vida. Juro ser el mejor mate y padre. – Dijo Alejandro con emoción cargada en su voz y con los ojos aguados, mientras me secaba las lágrimas. – Te amo tanto. – Susurró con tanta ternura mientras que acariciaba mi vientre. – Y a ti también mi pequeña cachorra.- Mi corazón se aceleró tan rápido. Él no había aceptado. Nos amaba.
- Yo Sara Moon te acepto a ti Alejandro Black como Co-Alfa de la manada Moon, mi pareja de por vida y como padre de nuestra cachorra. Y prometo amarlos y cuidarlos hasta el fin de nuestros días. – Nos besamos, atesorando el momento.
- ¡Sara! ¡¿Qué putas haces acá?! ¡¿Qué haces con él?! ¡Sabes qué eso no importa! ¡¿Por qué demonios saliste sin decirnos?! – Vi de reojo como Alejandro se levantaba y me ayudaba hacer mientras que me cubría protectoramente de Andrés que parecía haber perdido la razón.
- No te atrevas nunca a levantarle la voz a mi Luna ¿Entiendes? – Dijo Alejandro usando su voz de Alfa, le empuje al escuchar a Andrés gemir adolorido.
- ¡¿Qué te pasa?! – Dije molesta.
- ¡Después tienen esa maldita conversación! ¡Tienes que escapar ahora! ¡Los Fang atacan la manada! ¡Escúchame bien intento de Alfa, tienes que sacarla de aquí!- Mierda.
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Black & Moon
Werewolf- Yo Alejandro Black te rechazo a ti Sara Moon, como mi mate y Luna de la manada Black. - Me miró con superioridad, cómo si el fuera rey y yo una simple basura en el suelo, mi alma se quebró en dos y el corazón me quemaba mientras que lágrimas bajab...