Capítulo I

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Capítulo I

Alejandro

Su llegada derrumbó todas las murallas que encarcelaban mi alma, el tiempo se detuvo ante lo que mis ojos veían. Su piel morena, sus ojos negros brillantes, sus rellenos labios y su cuerpo digno de una Alfa, parecía un ángel lo único que no iba acorde era su pesada y oscura aura. Todo en ella era perfecto a excepción de que era mi enemiga.

Nunca entendería por qué mi padre acordaba la paz con la manada Moon, estábamos a punto de ganarles. Esa manada había sido débil desde que el Alfa Carlos y la Luna Susan habían muerto y un concejo se tuvo que hacerse cargo de administrar la manada. La puerta de la sala de reuniones se abrió y salió mi padre junto a la joven Alfa de máximo dieciocho años. Quién diría que su violenta entrada acabaría en un tratado de paz.

>>Los guardias entraron a el despacho de mi padre llevando a una muchacha arrastras. – Dice ser la Alfa de la manada Moon – dijo un guardia a mi padre, quien le señaló la puerta y los guardias salieron.

– Sé qué no me creen, pero lo soy y vengo a firmar la paz antes de morir. – Y no pude escuchar más porque mi padre me pidió que me retirara.<<

– Alejandro te presento a la Alfa de la manada Moon, se llama Sara. – La mire y sus ojos solo transmitían madures, ella era prácticamente de mí misma edad y la mirada que tenía sólo la había visto en adultos con el alma cansada de vagar. – Hemos firmado el cese al fuego inmediato y un acuerdo de apoyo mutuo y paz. – Mi padre le sonrió y ella solo afirmó con la cabeza.

Era perfecta... Una palabra nunca se había acoplado tan bien a una persona. Su cabello rizado estaba recogido en una coleta mal hecha, sus pómulos marcados, sus labios tenían un grosor perfecto. Pero lo más interesante eran sus ojos oscuros como la noche y su brillo era único. Su ropa estaba sucia y rasgada... Que extraño. Mi ensoñación terminó cuando ella comenzó a hablar.

– Ha sido un placer Alfa Jaime y futuro Alfa Alejandro, esto es muy exultante, pero ya es tarde y tengo que ir a darle instrucciones a mi manada. Mañana volveré y terminaremos de arreglar lo de los colegios mixtos. – Inclinó la cabeza y salió caminando sola y eso me provocó desazón, sentía que debía ir con ella, está oscuro. Sin embargo, ella no es mi problema.

– ¿Qué quería? – Dije en voz baja intentando disimular mi curiosidad, a lo que mi padre hizo un gesto de desagrado. Mi padre siempre había sido así de estoico, serio y calculador, no recuerdo la primera vez en la que lo haya visto sonreírme, sólo lo hace cuando está a solas con mi madre. Siento que soy su enemigo.

– Los Alfas no susurran, esa niña que ha vivido encarcelada desde los siete años, a pesar de eso es más Alfa qué tú. – Dijo con cinismo, ya estoy acostumbrado a sus constantes reproches, pero ese me enardeció. ¿Si es tan buena por qué no la adoptas? – Vino a firmar la paz, como ya escuchaste. Intentó llegar hasta acá sin ser descubierta pero ya ves que no fue así, los guardias casi la decapitan. – Sentí furia cómo nunca. – Ha propuesto crear colegios en los que las dos manadas se unan, cree que es la mejor forma de subsanar las viejas heridas. Va a ser difícil, pero creo que es lo mejor. – No puede hablar enserio, desde pequeño me había dicho que esa manada era la escoria más grande del mundo y ahora lo deja pasar, así como así, a mí no me deja pasar ni media.

– Nunca en mi vida estaré cerca de ellos, menos compartiré un edificio y mucho menos una habitación. Ella es una estúpida y tú lo eres más por aceptar, ellos mataron a mucha de nuestra gente ¿Ya se te olvidó? – Dije molesto recordando cuando le dije que quería dejar el entrenamiento de guerrero y me dijo que un Alfa no cambia de opinión y me obligó a hacer el doble, fue el año más doloroso de mi vida. ¿Y en sólo dos horas con esa Alfa cambió? Ni siquiera él se acomodaba a sus estándares, ¿Por qué mierdas yo debía hacerlo?

Black & MoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora