SANEM
Corro tan rápido como me lo permiten los tacones para salir del hotel. Mi corazón late con tanta fuerza que creo que se va a salir de mi pecho mientras las lágrimas empiezan a desbordarse de mis ojos.
Tomo un taxi, pero no puedo ir a casa, tendría que enfrentarme con preguntas que no me atrevo a contestar ahora mismo, así que opto por bajarme en el puerto para dar un paseo, la tranquilidad del mar siempre ha tenido un efecto relajante en mí.
No puedo creer lo que he hecho, o bueno, lo que estuve a punto de hacer. Me siento muy mal y muy estúpida también, por creer que podría hacerlo así sin más.
Cuando me invitó a tomar algo en otra parte sabía lo que iba a pasar y en el fondo quería que pasara, traté incluso de mentalizarme, pensé que estaría preparada para dar ese paso. Saadet y Rutkay me habían animado a hacerlo cada vez que veían una oportunidad con algún pretendiente. Para ellos el sexo es algo tan casual como natural, y no solo para ellos, prácticamente todas las personas que conozco parecen compartir esa opinión. Muchas veces me dijeron que debía experimentarlo sin pensarlo demasiado; que es casi imposible arrepentirse después de vivirlo y que, en cambio, las posibilidades de que lo disfrutara eran infinitas.
Pero yo no lo veo así. No es que estuviera esperando a casarme o a encontrar a un príncipe azul para entregarme físicamente, pero para mí, sí es necesario que haya sentimientos involucrados en ese acto de entrega, y con sentimientos no me refiero únicamente al deseo y la atracción por una persona, también está el amor y el respeto. Para ser sincera nunca he sentido esa conexión especial con alguien como para querer una relación sentimental.
Ni siquiera había besado nunca a un hombre antes de esta noche. Cuando su lengua rozó mis labios me congelé, no supe que hacer. No voy a negar que ese encuentro, aunque breve, fue maravilloso y muy excitante, todo el rato sentí que iba a estallar en llamas con cada toque suyo, pero cuando él fuera más lejos, ¿qué haría yo? ¿cómo debía tocarlo? ¿cómo debía besarlo? ¿cómo sabría lo que debía hacer después? Todas esas interrogantes terminaron por bloquear en mi mente cualquier rastro de decisión que hubiese sentido antes.
Tampoco podía decirle que soy virgen y que esta noche, solo con mirarlo, había decidido que podría ser él el indicado.
Además, ¿quién es ese hombre? a parte de su nombre y que parece un Dios griego, ¿qué sé de él? Absolutamente nada, así como él no sabe nada de mí. Me consideraría una más, alguien a quien quizá recordaría vagamente mañana y quien muy pronto quedaría sepultada en su memoria por otras mujeres más hermosas e incluso mucho más experimentadas que yo.
Ya me estoy imaginando las caras de mis amigos cuando les diga que arruiné mi oportunidad con un hombre como ese.
Saadet se puso como loca cuando entré al baño y le conté, prácticamente me empujo a la salida prometiéndome que ella se encargaría de dar las explicaciones necesarias, eso después de meter un preservativo en mi cartera y repetirme mil veces que podía llamarla en cualquier momento si cambiaba de opinión o si el tipo resultaba ser un psicópata, para salir en mi rescate.
En realidad, Can se portó muy lindo conmigo, fue dulce y atento en su trato, sin considerar que probablemente otro hombre en su lugar me hubiese forzado a terminar lo que comencé.
No voy a poder borrar de mi memoria su cara cuando le dije que no podía seguir. Debe estar odiándome con todas sus fuerzas esta noche.
Lo más probable es que si yo no hubiese aceptado su invitación en el bar, él habría buscado a alguien más. Aunque es igual de probable que solucionara el asunto con solo una llamada a la hora que fuera.
No entiendo bien el porqué, pero este pensamiento hace que se me retuerza el estómago.
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Hasta que llegaste tú
FanfictionEsta historia está inspirada en la serie turca Erkenci Kuş y sus protagonistas; he tomado algunos de los personajes y sus roles en la novela para crearla, por lo que puede guardar cierta similitud con la trama que vimos en pantalla. ______ Can y San...