SANEM
De camino al baño recuerdo que tengo el celular apagado y no le escribí a Leyla cuando llegamos al lugar, como me hizo prometerle.
Lo enciendo.
—¡Mierda! Diecisiete llamadas perdidas y once mensajes sin leer. Todos de Leyla. Está furiosa. —Me detengo frente a la puerta—. Me va a matar.
—Mujer, cálmate, ella sabe que siempre se te olvida. Hace rato cuando encendí el mío, le escribí. También llenó mi bandeja de entrada con mensajes.
—¡Ah, menos mal! Pero me podías haber avisado, Saadet. —Levanto una ceja en un gesto de reprobación.
—Sorry, lo olvidé por completo. —Se inclina hasta quedar casi agachada—. ¡Ay! Si no entro ya mismo, me voy a hacer pis encima.
—Ve entrando, yo ya voy. Primero le responderé a Leyla, no tardo.
Me recuesto en la pared para dejar espacio a las personas que entran y salen de los servicios y no quedar atravesada.
Estoy redactando el mensaje con una excusa que justifique mi olvido, cuando veo por el rabillo del ojo que alguien se apoya de la pared a mi lado. Muy cerca de mí. Levanto la vista del teléfono, girando la cabeza para ver de quién se trata…
Y allí está él, el hombre de la barra, mirándome fijamente con esos hermosos ojos oscuros mientras se muerde el labio inferior.
Guau, ¡qué sexy!
—Hola... Eh..., ¿vas al baño? —pregunto tratando de sonar casual y relajada, aunque no estoy muy segura de haberlo logrado.
Es mucho más guapo de cerca, como esos hombres que ves en el cine y que son inalcanzables para cualquier simple mortal.
—No, te vi pasar y vine a buscarte. —Su voz es ronca, muy masculina, y la confianza que denotan sus palabras me resulta bastante sensual.
—¿A mí? —Las manos me sudan, y de repente un calor sofocante envuelve todo mi cuerpo. Me siento un poco mareada. Todo el alcohol que he tomado debe estar haciendo efecto.
—Sí, a ti. Te quería invitar a tomar algo... en un lugar más privado. —Mientras habla, su mirada se pasea de mis ojos a mis labios y viceversa—. ¿Te gustaría?
Su táctica es buena, me parece imposible que alguna mujer pueda resistirse a una petición suya, cualquiera que sea, ni siquiera estoy segura de que mi mente esté en condiciones de emitir un pensamiento lógico en este momento.
Clavo mi mirada en sus labios y deslizo suavemente mis dientes sobre el mío mientras finjo considerar su propuesta, tratando de no pensar mucho en la connotación que la palabra "privado" tiene en esa oración.
—Mmm, bueno, ahora mismo no tengo nada más que hacer, ya casi me iba. Supongo que podría tomar algo contigo. —Doy gracias por no haber balbuceado mi respuesta. Estoy realmente nerviosa, las mejillas me hierven—. Pero yo sí necesito entrar. —Señalo con mi pulgar la puerta a mi izquierda.
—Vale, yo estaré por allá. —Imita mi gesto con el pulgar para indicar el sitio donde estará esperándome.
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Hasta que llegaste tú
Hayran KurguEsta historia está inspirada en la serie turca Erkenci Kuş y sus protagonistas; he tomado algunos de los personajes y sus roles en la novela para crearla, por lo que puede guardar cierta similitud con la trama que vimos en pantalla. ______ Can y San...