Capítulo 13

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SANEM

Llego a la agencia a la hora de siempre, o de casi siempre... bueno, digamos que llegué a tiempo, es temprano. Estamos trabajando en una campaña importante para una empresa de joyas internacional, y debo presentar un guión en la reunión de hoy con el equipo creativo.

—Sanem, prepárale un té al Sr. Can, porfi.

—¿Por qué yo? Prepáraselo tú, Ceycey.

—Aparte de él, eres la única persona que toma té en la oficina. El Sr. Can, es exigente con el sabor de su té y al parecer le gustó el que tú hiciste ayer. Ayúdame por fi o me despedirán —sus manos se juntan suplicantes debajo de su mentón.

—No digas tonterías, nadie va a despedirte por no poder hacer un té decente —pongo los ojos en blanco y suelto un largo suspiro de resignación—. Yo lo hago, pero tú se lo llevas —declaro.

—Ceycey, necesito que vayas a la imprenta y recojas los folletos que encargamos. No demores por favor —dice Deren, parándose entre los dos.

—Ya voy, déjame llevarle el té al Sr. Can.

—No hay tiempo, que se lo lleve Sanem.

—¿Yo?

—Sí, tú, ¿hay algún problema?

—No Deren, ¿por qué tendría algún problema? —miento.
______

El vaso tintinea ligeramente en el plato por el temblor de mis manos, cuando llego a la puerta de su despacho. Toco para anunciarme y él levanta la vista de lo que sea que estuviera haciendo en el ordenador, me hace una seña con la mano para que entre.

—Permiso —digo al acercarme—, le traje el té.

Coloco con mucho cuidado el pequeño plato frente a él en el escritorio.

Toma el vaso y le da un sorbo.

—¿Lo hiciste tú?

—Sí.

—Entonces también preparaste el de ayer.

No es una pregunta, así que no contesto.

Se levanta y se para delante de mí, demasiado cerca como para que mi respiración siga saliendo con normalidad.

Le da otro sorbo al té sin dejar de mirarme.

—Me encanta —afirma—. Es sin duda el mejor que he probado, nunca nadie me lo ha hecho así, ¿podrías hacérmelo todos los días? —se muerde el labio y siento mucho calor, como siempre que él está tan cerca de mí.

Tengo la impresión de que le ha dado a propósito, un doble sentido a sus palabras para ponerme más nerviosa.

—Eh... eh, puedo... creo sí, claro, hacerlo, puedo —si eso no es un balbuceo, sonó como uno—, yo se lo hago... el té —siento la necesidad de aclararlo.

—El té, sí, por supuesto —dice, levantando el vaso hacia mí, y girándose luego para volver a tomar asiento.

Yo camino lo más rápido que puedo para salir de la oficina. estoy muy agitada, aguanté el aire durante casi todo el tiempo que estuve allí dentro. Ese hombre definitivamente tiene un don para desequilibrame.

CAN

Sanem, se remueve nerviosa en su lugar, ocultando sus manos debajo de la mesa y evitando mi mirada a toda costa. Mentiría si dijera que no me encanta causar ese efecto en ella.

—Ok, vamos a empezar de una vez. Díganme que es lo que tenemos —al decir esto, todos los presentes voltean a ver a Deren.

—Me parece increíble que ninguno pueda decir algo si yo no hablo primero —les recrimina ella en respuesta—. A ver tú Yusuf, explícale a Can en qué hemos estado trabajando, por favor —se levanta uno de los diseñadores que conocí ayer.

—Creamos una campaña para JG Jewelry, una empresa americana de joyas que incursiona en el mercado turco...

Continua un rato más, dando especificaciones del proyecto y mostrando los diseños para la campaña.

—También tenemos un guión —dice Deren más tarde, observando a Sanem para que se levante. Ella al principio no entiende la indirecta por estar distraída.

—¿Qué?... ah, sí, el guión. Aquí está —se pone de pie y pasa al frente, dónde antes estuvo Yusuf.

Comienza hablando muy bien. El desarrollo de la trama me parece muy ingenioso, la verdad es que es perfecto, casi tanto, como el movimiento de sus labios al hablar.

—Saniye, ¿me podrías decir en qué te inspiraste?

—Es Sanem —me corrige Ceycey.

—Cierto, Sanem, disculpa. No sé porque te dije así, me confundí —su reacción es mejor de lo que esperé. Se pone muy roja y se atraganta con su saliva, por lo que comienza a toser—. ¿Estás bien? Toma un poco de agua —le paso una botella y la toma casi completa de un solo trago.

Cuando se recupera, le toca hacer un gran esfuerzo para poder retomar el habla de manera fluida.

Tengo muchísimas ganas de reírme, pero me contengo para no incomodarla más de lo que ya está.

Hasta que llegaste tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora