Capítulo 11

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CAN

¿Dónde se habrá metido esta mujer?

Después del anuncio salió prácticamente corriendo del lugar y por más que la busco no la encuentro por ninguna parte, claro tampoco es que me esté esmerado en su búsqueda, no puedo ser tan obvio.

De vez en cuando echo alguna mirada furtiva a través de las puertas de vidrio del despacho que ocupo, al grupo de trabajadores del otro lado, pero no está ahí. Tengo el presentimiento de que se oculta de mí.

Luego de superar el impacto inicial que me causó el descubrimiento, me tomé el tiempo de evaluar la situación con cabeza fría y ahora me parece bastante divertida la coincidencia. Solo hace falta haber visto su cara cuando me nombraron director general para saber que mi presencia aquí va a ser una tortura para ella, y yo me encargaré de hacer que sufra un poco más. Esa será mi venganza.

Mi papá no se molestó en perder más tiempo, me dio la impresión de que literalmente se quería deshacer de la empresa cuanto antes. Se fue a su casa para "arreglar asuntos pendientes" y me dejó con Deren, para ponerme al día.

—Deren, me gustaría conocer al equipo —no se me ocurrió otra cosa para atraerla—, es decir, a los que aún no conozco, si vamos a trabajar juntos quiero saber quiénes son y cuál es su función en la agencia.

—Por supuesto Can, me parece muy conveniente. ¿Cómo quieres que lo hagamos? Puedo pedirles que vengan todos al despacho para que se presenten o te los voy mandando uno por uno para que hables con ellos en privado. Como tú prefieras.

—¿Cuántos son?

—A ver, hace unos dos años más o menos que no venías, en ese tiempo hemos tenido varios ingresos pero no muchos continuaron, serán unos siete u ocho entre el departamento de creatividad y marketing.

No tengo ganas de hablar con todos. Por supuesto que considero importante conocer al personal a mi cargo para mantener un buen clima laboral, pero en este preciso momento solo me interesa ver a una en específico.

¿Será una chica creativa o su habilidad estará más orientada a la investigación de mercado? Me parece más del estilo creativo, espero no equivocarme.

—Hoy empezaré con tu equipo, mándalos a todos, será rápido, ya mañana conversaré con los de marketing.

—Excelente, ahora mismo te los envío.

SANEM

—Conque aquí estabas. Te busqué por todas partes, Sanem.

Aparece Deren, interrumpiendo mi momento de soledad y reflexión. Había durado mucho.

—Vine a trabajar aquí abajo porque me concentro mejor sin tanto alboroto.

Lo menos que estaba haciendo era trabajar, el estrés amenazaba con explotarme la cabeza que ya me dolía terriblemente.

—Bueno necesito que pares lo que estás haciendo y vayas al despacho de Can.

—¿Al despacho de Can? Digo el Sr. Can —corrijo de inmediato.

—Sí, quiere conocer a los miembros del equipo con los que aún no ha trabajado. Ve ahora mismo, no lo hagas esperar.

—Pero Deren, estoy muy ocupada, si me detengo perderé la inspiración. Puedo ir en otro momento —le propongo. Aún no me siento psicológicamente preparada para enfrentarlo.

—Ahora mismo, dije. Si pierdes la inspiración por una pequeña interrupción, entonces tu desempeño es deficiente —da media vuelta y se encamina a la salida—. No escucho que me sigas —dice sin girarse.
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—Hola chicos, pasen por favor. Pueden tomar asiento por allí —nos indica apuntando con dos dedos el sofá junto a la pared.

Él se ve tan relajado y yo estoy segura de que los nervios y la incomodidad me brotan por los poros.

Somos cuatro, yo me siento en el extremo más cercano a la puerta, rogando por una oportunidad para salir corriendo de aquí.

—Bueno, creo que Deren, les explicó porque los mandé a llamar. La idea es que me hagan una breve presentación de ustedes mismos —arrastra una de las sillas desde el escritorio hasta ubicarla ante nosotros—. Si no te molesta comenzaremos por ti, lo básico: nombre, tiempo que tienes en la empresa y en qué te desempeñas, si quieres añadir algo que creas relevante puedes hacerlo —le pide a Ömer, que está sentado en el otro extremo.

A medida que van presentándose aumenta mi ansiedad, al punto de que ni siquiera puedo prestar atención a lo que dicen.

Me ahogo en un mar de pensamientos tormentosos. Tengo que decirle mi nombre, mi verdadero nombre, con lo que prácticamente confesaría que le mentí antes.

—¿Y tú? —me mira fijamente, y cuando mis ojos se encuentran con los suyos ya no puedo desviar la mirada.

Es guapo, guapo de verdad, tanto que resulta intimidante.

—¿Yo qué?

No, no, no, ¿cómo voy a preguntar esa estupidez? Es obvio a que se refiere. Es mi turno. Me siento una completa idiota y en este preciso momento nadie debe dudar que lo sea. Me pasa por no pensar antes de abrir la boca, pero sus ojos me tienen completamente hechizada.

Me aclaro la garganta, ya no hay nada que hacer...

—Sanem —digo, demasiado rápido y demasiado bajo para que alguien pueda entenderlo.

—Disculpa, creo que no te escuché bien, ¿puedes repetirlo por favor? —dice él, rascándose la barba.

¡¿Ay, porque me lo pone tan difícil?!

—Sanem, mi nombre es Sanem —listo ya lo dije. No fue tan terrible—. Comencé a trabajar aquí hace cuatro meses como pasante y el mes pasado me nombraron redactora.

Me sorprende la firmeza en mi voz, me aplaudo mentalmente y él me dedica una sonrisa de medio lado demasiado encantadora.

—Muy bien, diseñadores, ilustrador y redactora, es un placer conocerlos, sé que vamos a hacer un gran trabajo juntos. No les quito más tiempo.

Todos nos ponemos de pie para salir, pero yo me detengo a medio camino. Acabo de tomar una decisión.

Sí, estoy segura, debo hacerlo, solo espero no arrepentirme.

—Sr. Can, ¿puedo hablar con usted un momento?

—Claro, dime.

No ayuda a mi convicción el hecho de que me mire de esa manera.

—Quería disculparme por lo de la otra noche, no tenía idea de que usted era un Divit. Si lo hubiese sabido no hubiera...

—No hubieras... ¿qué? —pasa su lengua por sus labios y me pierdo en ese pequeño gesto.

—No hubiera hecho lo que hice —respondo al fin, perdiendo la firmeza de mi voz que ha sido reemplazada por un creciente temblor.

—¿Qué parte no hubieras hecho?

Él empieza a acercarse a mí lentamente y yo empiezo a tener mucho calor. Su perfume llena todo el espacio. Me cuesta coordinar las palabras.

—Me siento muy avergonzada por lo que pasó, eso es todo —bajo la mirada a mis manos que se mueven entrelazadas.

—Yo no recuerdo que haya pasado nada, Sanem —hace énfasis en mi nombre y puedo distinguir un matiz de decepción en su tono. Me da la espalda para caminar hacia su escritorio—. Puedes ir, quédate tranquila —dice, al tiempo que se sienta sin volver a fijarse en mí.

Hasta que llegaste tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora