CAN
Akif:
«Te estamos esperando, ¿Vas a venir?»Metin:
«¿Qué pasó, hermano? ¿te arrepentiste?»La conversación en la oficina se extendió hasta bien entrada la tarde, terminamos saliendo de la agencia mucho rato después de que se hubiera ido el último colaborador, y al parecer no habían tenido suficiente, porque querían continuar la charla en el bar esta noche.
«Recién llego al apartamento. Puede que vaya más tarde.» Les envío a ambos la misma respuesta.
No tengo mucho ánimo de salir, pero tampoco de quedarme aquí encerrado. La rutina del trabajo está haciendo estragos en mí y, por primera vez en mucho tiempo, me siento agotado tanto física como psicológicamente.
Lanzo las llaves en cualquier parte y voy directo a mi habitación. Mi cama nunca había sido tan atractiva, decido tumbarme y cerrar los ojos un rato para recuperar algo de energía antes de decidir qué quiero hacer...
Siento como unas manos me acarician el pecho bajo la camiseta. La sensación es muy agradable y me relaja a un nivel que me cuesta explicar. Mis ojos permanecen cerrados pero una sonrisa de satisfacción se dibuja en mis labios.
Ahora las manos bajan a mi abdomen manteniendo el ritmo de las caricias, trazando líneas con los dedos sobre toda la zona, mientras van dejando suaves besos en mi cara, es entonces cuando percibo ese olor único y maravilloso que ya me es tan familiar. Abro los ojos y me encuentro con la sonrisa más hermosa que he visto en mi vida, la sonrisa de Sanem.
Trato de incorporame, pero ella me lo impide colocando sus manos en mis hombros presionándome contra el colchón, mientras me pasa una pierna por encima, para terminar arrodillada en la cama con sus piernas a cada lado de mi cintura. Lentamente va descendiendo hasta quedar sentada sobre mí y me fijo en que solo lleva puesto un pequeño conjunto blanco de encaje que contrasta con el tono de su piel, haciéndola celestial, demasiado perfecta como para pertenecer a este mundo.
Comienza a moverse haciendo pequeños círculos con sus caderas, masajeando mi erección con su sexo por encima de nuestra ropa interior y aunque la sensación es gloriosa, quisiera sentirla sin ningún trozo de tela interponiéndose entre nosotros. Sus manos van hasta su nuca y comienza a deslizarlas hacia delante, pasando por su cuello y luego bajando por sus pechos, que acaricia sobre el delicado encaje de su sostén y presiona con parsimonia. Tengo la imperiosa necesidad de ser yo el que recorra su cuerpo con mis manos, de generarle todo el placer que sea capaz de experimentar, pero por alguna razón no me puedo mover, siento las extremidades demasiado pesadas para levantarlas. Ella en cambio no parece tener ningún inconveniente porque sus movimientos se vuelven cada vez más frenéticos.
Parece una diosa, mi diosa. Su cabello cae en cascada hasta su cintura, sus grandes ojos me observan con una mirada traviesa, su respiración acelerada hace que su precioso pecho se agite, sus dientes se clavan en su labio inferior al mismo tiempo que expresa su satisfacción con gemidos cada vez más frecuentes y sonoros, que me resultan demasiado eróticos y estimulan todos mis sentidos arrastrándome al borde de la locura.
La necesidad de tocar su piel suave y cálida crece, así como también el entumecimiento que me envuelve, dejándome cada vez más frustrado. Mi respiración aumenta, mi pene está muy rígido y sensible a cada roce, mis músculos se contraen y ya no me puedo contener, siento como mi cerebro se apaga, no puedo pensar ni razonar, solo soy consciente de la oleada de sensaciones físicas que me embargan, todas tan intensas y placenteras que me hacen explotar, hallando la liberación a toda la tensión sexual acumulada.
Me despierto jadeando sudoroso, sentandome en la cama de golpe, todavía confundido por lo que acababa de pasar ¿¡qué demonios se suponía que había sido eso!? Me dejo caer nuevamente en el colchón con la vista fija en algún punto en el techo, tratando de ordenar mis pensamientos que ahora mismo son un desastre.
Suelto un largo suspiro de frustración. Al parecer tenia 15 años otra vez.
—Sanem, Sanem, Sanem, ¿qué estás haciendo conmigo, mujer? —digo en voz alta para mí mismo.
Paso mis manos por mi cara, restregando mis ojos varias veces para terminar de espabilarme, pero decido que lo mejor será entrar de una vez por todas a la ducha, para de paso limpiar el desastre que me causó el sueño.
Antes de entrar al baño escribo un mensaje rápido, que reenvío a mis amigos.
«En una hora estoy allá.»
Definitivamente necesito distraerme y aquí encerrado no lo voy a lograr.
______Soy vagamente consciente del ruido insistente que ha estado intentando sacarme de mi estupor, sin mucho éxito, desde hace rato. Me debato entre seguir ignorándolo o atender a la llamada que amenaza con terminar la batería de mi celular. Me inclino por la segunda opción, porque ahora que me despertó estoy seguro que no volveré a agarrar el sueño.
—Diga —respondo con voz perezosa, sin siquiera abrir los ojos para mirar quién llama.
—Can, dime que vienes en camino y no que te acabo de despertar —es Emre.
—Si eso es lo que quieres escuchar...
—Deren está a punto de sufrir un ataque de nervios, ya perdimos la cuenta de cuánto café ha tomado, lo único que sabemos es que no queda más —puedo escuchar al fondo a Deren gritar histérica, y a Ceycey intentando apaciguarla—. Dice que te ha llamado unas mil veces y no contestas.
—No voy a ir hoy a la agencia, pero ya la llamo yo para explicarle.
—Mmm... ¿estás bien?
—Sí, no te preocupes. Solo necesito tomarme un día —no le doy oportunidad de decir algo más—. Te dejo para marcarle a Deren. Hablamos luego —cuelgo sin esperar respuesta.
Puedo imaginar que es lo que tiene tan estresada a Deren, así que cuando responde el teléfono, voy al grano.
—¡Can, por fin!
—Escúchame a mí primero por favor, discúlpame por dejarte lidiando sola con los temas pendientes de la agencia y por no contestar tus... —me despego el teléfono de la oreja para ver el número de llamadas perdidas en la pantalla— ¡89 llamadas, wow! ¡rompiste tu récord anterior! —la escucho reír al otro lado de la línea, por lo que intuyo que ya está más relajada—. Como le dije a Emre, no voy a ir hoy a la oficina, pero hagamos algo, para tu tranquilidad, manda a alguien a mi casa, puede ser Ceycey, o a quien tú consideres, para que me traiga los documentos que hay que firmar, yo acá tengo el sello, ya luego que te los lleven de regreso.
No hay ninguna urgencia en firmar esos papeles, pero a Deren le gusta tener todo bajo control, en especial aquellas cosas que dependen de alguien más para realizarlas.
Después de responder a un par de consultas y de prometerle que estaría revisando constantemente la bandeja de entrada de mi correo electrónico (hubiese sido mejor rendirme e ir a trabajar a la agencia), damos por finalizada la llamada.
Me meto a bañar y me asalta de repente el recuerdo de anoche. Si me pidieran que describiera a la mujer que me acompañaba me sería imposible, era rubia, eso sí lo recordaba, pero más allá de eso, nada, no recordaba ni un solo detalle de sus facciones o tan siquiera el color de su piel, la verdad es que no me importaba. No me había acostado con la rubia, porque en mi mente era otra persona la que estaba debajo de mí, una a la que sí podría describir con lujo de detalles.
Apoyo la cabeza en la pared de la ducha, dejando el agua correr sobre mi espalda. Nunca había pasado por algo similar, esto se está volviendo enfermizo, la veo en todas partes, no quiere salir de mi cabeza por ningún motivo. Ahora, no puedo tener sexo con una mujer sin que ella invada mis sentidos. Me estoy obsesionando con esa chica y tengo que encontrar la manera de parar antes de que empeore.
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Hasta que llegaste tú
FanficEsta historia está inspirada en la serie turca Erkenci Kuş y sus protagonistas; he tomado algunos de los personajes y sus roles en la novela para crearla, por lo que puede guardar cierta similitud con la trama que vimos en pantalla. ______ Can y San...