Capítulo 25

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CAN

Yo:
«Estoy afuera de tu casa.»

Sanem:
«¿Quién eres?»

Yo:
«¿A cuántos más invitaste a salir hoy?»

Sanem:
«Es que no recuerdo haberle dado mi dirección a alguien fuera de mi lista de contactos.»

Yo:
«Primero, tengo mis maneras para conseguir lo que quiero y segundo, siempre debes tener agendado el número de tu jefe. Ahora, ¿sales o entro a buscarte?»

No responde. Decido darle diez minutos antes de tocar el timbre.

Me siento eufórico e intento recordar, sin éxito, cuándo fue la última vez que me sentí así ante la expectativa de salir con alguien. No puedo negar que esta chica tiene algo que revoluciona por completo mis costumbres, pero debo admitir que me fascina esta nueva e inusitada sensación que me llena de adrenalina.

Miro impaciente el reloj en mi muñeca cada tanto y, en una de esas, tengo que compararlo con la hora que marca mi celular para comprobar que no se haya parado el minutero porque, extrañamente, el tiempo sí que parece haberse detenido.

Cuando creo que ya le di suficiente tiempo, me bajo del auto y me dirijo a su puerta. Estoy a punto de llamar cuando escucho que se abre, revelando a la criatura más hermosa sobre la faz de la tierra. Pestañeo repetidamente para asegurarme de que la mujer que está allí parada no es producto de mi imaginación ni proviene de alguna de mis fantasías, sino que, afortunadamente, es de carne y hueso, y esta noche es toda para mí.

—Pensé que era más paciente —me reprocha con un dejo juguetón en su voz.

—Tengo un límite —le respondo en un tono parecido y la recorro con mis ojos de pies a cabeza, ralentizando descaradamente el avance en el pronunciado escote de su vestido—. Por cierto, te ves... —rebusco en mi vocabulario el adjetivo correcto para definirla, pero ninguno parece demasiado apropiado, por lo que me voy por lo básico—: increíble.

—Gracias, usted tampoco se ve mal. —Un brillante y encantador rubor colorea sus mejillas, y yo le doy una sonrisa por el cumplido—. ¿Nos vamos ya?

Como respuesta le ofrezco mi brazo para guiarla hasta el asiento del copiloto.
______

Al llegar al restaurante, observo complacido como se ilumina su mirada al revolotear con emoción por todo el lugar.

—Es precioso —comenta con una sonrisa cautivadora.

—Sí que lo es —asiento mientras la sigo admirando a ella, cada vez más fascinado.

Después de que la recepcionista comprueba la reserva, nos conducen a nuestra mesa en una zona acristalada que nos permite disfrutar de una privilegiada vista de Estambul, con el puente del Bósforo como protagonista y un cielo nocturno de fondo donde brilla una espléndida luna llena.

Las luces que ambientan el lugar impactan sobre su piel de una manera tan mágica, que me hace lamentar el hecho de no tener mi cámara conmigo para capturar su imagen e inmortalizar, para mi deleite, tanta belleza.

—Y entonces, ¿me vas a decir por quién me ibas a reemplazar esta noche? —Desde que lo mencionó, no he podido parar de darle vueltas en mi cabeza a la posibilidad de que esté involucrada con otro hombre y que él sea la causa de su indecisión.

—Un amigo —responde de manera simple, encogiéndose de hombros.

—Mmm...

Internamente me debato en si pedir más detalles o dejar ir el asunto. Por el bien de mi cordura, me inclino por lo último, después de todo, no tiene porqué darme explicaciones sobre su vida privada y si nunca antes las he necesitado de otras mujeres, no hay razón para que sea distinto ahora.

Hasta que llegaste tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora