Capítulo 14

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SANEM

Con el Sr. Can en la agencia, mis nervios viven a flor de piel. Para mi desgracia, él parece notarlo y siempre que tiene oportunidad hace cualquier cosa para llevarme al límite, tanto así, que comencé a utilizar más colorete al maquillarme porque el tono rojo en mis mejillas ya se volvió algo común en mí y trato de achacarselo al polvo de color que me echo todas las mañanas antes de salir.

Por alguna razón, que todavía no logro entender del todo, me encontré deseando cada encuentro con él, aunque sea breve. A lo mejor, simplemente me volví masoquista, no lo sé, lo cierto es que lo busco con la mirada todo el día en la oficina e incluso, cuando camino por la calle, fantaseo con distintos escenarios donde estemos los dos.

Digo que no logro entender, pero creo que en realidad lo que no quiero es terminar de aceptar que me gusta más de lo que debe.

Mi lado racional y mi lado emocional libran una batalla sin fin en mi cabeza. Soy consciente de que al menos un poco le atraigo, porque si no, no me hubiera invitado a ir con él esa noche. Como consecuencia de esa certeza ahora vivo soñando despierta, haciéndome ilusiones y tratando de llamar su atención con cada gesto, movimiento o palabra, cualquier cosa que haga que se fije en mí.

Llevarle el té a su despacho se volvió de repente, mi parte favorita del día y la espero ansiosa.
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Después de todo el esfuerzo invertido, finalmente presentamos la campaña de JG Jewelry que fue todo un éxito y como coincidió con el último día laboral de la semana, el Sr. Can, ofreció la casa de su padre, que estaba desocupada por los momentos, para celebrar el triunfo.

—¡Guau! Esta casa es hermosa y tan grande. No deja de sorprenderme.

Había venido antes un par de veces por alguna diligencia para el Sr. Aziz, en las que tuve el placer de conocer a la Sra. Mihriban, una mujer realmente encantadora.

—Sí, te doy toda la razón, a mí también me encanta, debió ser increíble crecer en un lugar como este —dice Güliz, con una sonrisa de emoción enorme en su rostro, tal cual una niña.

El ambiente es bastante agradable, estamos reunidos en el jardín junto a la enorme piscina. El clima es perfecto, la brisa aún es fresca, lo suficiente como para no sentir calor ni frío. La música nos mantiene a todos moviéndonos en un mismo ritmo y las sonrisas en los rostros de los presentes es evidencia de lo bien que lo pasamos.

Terminamos dispersados en grupos a lo largo y ancho del jardín, inmersos en diferentes temas de conversación, yo hablaba con Ceycey, Güliz y Leyla, más tarde se nos unió también Deren, que había estado un buen rato discutiendo algún tema con el Sr. Can, y el Sr. Emre. Ellos dos seguían conversando por su parte, se veían animados observándonos a todos.

—Se me acaba de ocurrir que deberíamos hacer un karaoke —propone Leyla, claro ella sabe cantar. Aunque mi afinación no es tan mala, ella es la cantante de la familia.

—¡OH, SÍÍÍ! ¡Qué buena idea! —grita Güliz con exagerado entusiasmo, haciéndonos reír.

La idea termina por agradar a todos y, en un tiempo récord, Ceycey organiza todo lo necesario para el karaoke, improvisando con la ayuda de algunos de los otros chicos y del Sr. Can, una pequeña tarima.

—Hola, hola, ¿me escuchan todos? ¿me escuchannn? —pregunta Ceycey por el micrófono con su imitación de locutor de radio— Vamos a dar inicio al primer karaoke oficial de Fikri Harika. Los aguafiestas que no quieran participar tendrán que hacer horas extras en la semana para terminar el trabajo de quienes se suban en este escenario, es contigo —dice apuntando con un dedo al pobre Alí, que se lleva la mano al pecho para señalarse a sí mismo con una expresión interrogante, sorprendido por la acusación.

Hasta que llegaste tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora