Sobre anoche (Billie Eilish y Tu) G!P

Capítulo 12

POV BILLIE

Lucia lanzó el balón de fútbol y, distraída como estaba, voló sobre mi cabeza y hacia la arena detrás de mí.

De vez en cuando, Lucia y yo entrenábamos en la playa frente a mi bloque de apartamentos. Siendo un sábado, ella no tenía trabajo y era el clima perfecto para un ligero juego de atrapadas. Lucia siempre se quejaba de estar encerrada en el trabajo todo el día, no tenía la energía para entrenarse. No amaba el par de kilos que había ganado, así que le estaba ayudando a ponerse en forma otra vez. Y con ayudar, me refería a empujarla fuerte, luego empujarla aún más fuerte. Empujar y empujar hasta que quisiera darme una soberana paliza.

¿Qué podía decir? Era una buena amiga.

Corrí por el balón, lo tomé, y luego lo lancé lejos. Lucia lo agarró y entonces lo devolvió. Me las arreglé para atraparlo esa vez.

El silencio nunca me había molestado, pero recientemente, me encontraba anhelando conversar en lugar de estar perdida en mis pensamientos. Necesitaba llenar el silencio con algo rápidamente antes de que mi mente empezara a hacer su cosa.

—¿Cuándo fue la última vez que tuviste sexo?

Una pregunta personal, lo sé, pero Lucia podía manejarla. Éramos cercanas y ambas habíamos estado en el negocio de acompañantes, teníamos la impresión de que el sexo era natural y divertido, siempre y cuando ambas partes consintieran.

En la acostumbrada forma de Lucia, sonrió.

—Anoche. ¿Por qué? ¿Conoces a alguien? Lanzando el balón, dejé escapar una risa.

—¿Alguien que tuviera que levantar tu malhumorado trasero? No.

Nunca castigaría así a una chica. Nadie que me guste de todos modos.

Frunció el ceño y atrapó el balón, luego lo arrojó de vuelta. Duro.

—Estúpida.

Me reí, sacudiéndome el dolor en mis manos de agarrar la rápida bola.

—Supongo que quería asegurarme que tu burrito de carne y frijoles no se marchite como una ciruela pasa.

Lucia me señaló a medida que me miraba fijamente.

—Mi burrito de carne y frijoles todavía es jodidamente delicioso, muchas gracias.

Lancé el balón, murmurando:

—Tendré que creer en tu palabra.

Lucia se miraba como si quisiera decir algo, y nunca siendo una que se va por las ramas, preguntó indiferente:

—Entonces, ¿cancelaste las cosas con esa clienta?

Me paré erguida, jadeando por un momento, luego sacudí mi cabeza, lanzando el balón.

—No.

Atrapó el balón y lo sostuvo entre el costado de su cuerpo y el hueco de su codo.

—Estás pidiendo problemas, amiga.

Lucia nunca me irritaba, pero estaba irritando justo en ese momento.

—¿Por qué? ¿Porque tú tuviste una mala experiencia? Eso no significa que me pasará a mí.

Me observó detenidamente.

—¿Y si pasa?

Las olas rompiendo en la orilla sonaban en el fondo, un sonido normalmente relajante. Hoy no era muy relajante para mí. Mi mandíbula se tensó.

—Entonces me encargaré de ello. Lucia sacudió cabeza.

—Sólo estoy preocupada por ti. No quiero que cometas el mismo error que yo.