Epílogo

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POV _______

Una sonriente Billie me tomó la mano y suavemente me atrajo hacia ella. Me acunó, meciéndome de lado a lado. Nunca me había sentido así de feliz en toda mi vida. Me sumergí en ella, ahogándome felizmente, no queriendo jamás salir a tomar aire. Bailábamos lentamente mientras Ed Sheeran cantaba Thinking out loud.

Era el día de nuestra boda, y lo que era mejor es que era el cumpleaños de Billie. En broma puse la fecha y le dije que si lo hacíamos, nunca olvidaría su aniversario. Se echó a reír cuando le dije eso, y luego entró en leve pánico, rogándome que fijara la fecha.

Tuvimos una pequeña ceremonia en la iglesia, y el padre Brady, el mismo sacerdote que nos había bautizado a mi hermana y a mí, nos nombró esposas. Las únicas personas que invitamos a unirse a nosotras fueron mamá, Lucia, Lauren, Camila, Ella, Mike, Addison y Margaret. También extendimos una invitación a la madre de Billie, una vez me las arreglé para seguir su rastro, pero ella nos rechazó amablemente, alegando que no tenía derecho a asistir.

Conocí a la mujer que dio a luz a mi mujer y tuve que admitir, que me quedé muy sorprendida. Para alguien tan entera como Billie, no me imaginaba a una mujer madura viviendo en un remolque, fumando al menos dos paquetes al día y bebiendo whisky a las nueve de la mañana, como su madre.

La mamá de Billie era una señora decente, pero era un desastre.

Le pregunté a Billie si le gustaría verla, y me dijo con toda sinceridad que no estaba preparada para eso, pero nunca digas nunca. Le enviaba paquetes todos los meses, y ella me reembolsaba en afecto. Me gustaba bastante nuestra relación.

Mis ojos vagaron por mi mujer y capturé su nuevo esmoquin. Sonreí ante el recuerdo de nuestra discusión justo la semana anterior.

Saqué una bolsa de ropa del armario de Billie.

—¿Qué pasa con este esmoquin? Billie frunció el ceño y luego murmuró:

—Es mi esmoquin de acompañante. No voy a usar ese esmoquin. Puse los ojos en blanco.

—¿Y? Probablemente cuesta mil dólares y se ve increíble. Usa esto. Se dejó caer en la cama con un gemido.

—_______, no voy a usar el esmoquin de acompañante el día de nuestra boda. — Me quedé mirándola. Después de un momento, levantó la cabeza y susurró en burla—: Y, por cierto, ese traje costó unos cuatro mil dólares. —Me miró detenidamente—. ¿Por qué clase de desagradable prostituta me tomas?

Resoplé y miré hacia al traje negro viéndolo a través de la cremallera abierta de la bolsa de ropa.

—Se ve bien para mí, cariño.

Nuestro desacuerdo se prolongó durante media hora hasta que Billie se levantó, tomó la bolsa de ropa de mis manos, abrió la ventana de su apartamento, y lo lanzó fuera, cerrando la ventana de nuevo, todo el rato mirándome de una manera que decía: "Di algo... te desafío".

Mis cejas se levantaron y me encogí de hombros.

—Bueno. No más esmoquin de acompañante. —Entré en su armario para colocar algunas de sus camisetas en la lavadora—. Iremos a comprar un traje de chaqueta mañana mismo.

Ella gritó:

—Te amo. —Pero le salió ahogado, y simplemente supe que había colocado una almohada sobre su rostro.

Me reí para mis adentros.

El nuevo esmoquin de Billie era uno de tres piezas y se ajustaba como una segunda piel. Lo llevaba como si hubiera nacido para eso, y en secreto, me alegraba que no se hubiera puesto el esmoquin de acompañante.

Nos balanceamos de lado a lado, sonriendo la una a la otra. Le dio un largo beso a mi sien y pronunció:

—¿Te he dicho lo hermosa que te ves hoy? Le respondí:

—Sólo un centenar de veces. —Cerré los ojos, presionando mi mejilla a la suya—. ¿Te he dicho lo guapa que estás hoy?

Ella suspiró.

Insuficientes. Dímelo otra vez. —Le di un golpe en el estómago y gimió antes de decir—: Oye, soy frágil. ¡Dime que estoy guapa, maldita sea!

Me aparté lo suficiente como para mirar esos brillantes ojos azules que amaba con toda mi alma y corazón.

Mi estómago dio un vuelco cuando la vi. Ahora era _______ O'Connell.

Ahora, no estaba segura si había florecido en la hermosa mariposa que predijo la Billie borracha hace tantos años, pero mi vida había florecido en una manera que nunca había pensado que podía.

Se lo debía todo a Billie O'Connell, y ahora, íbamos a vivir felices para siempre.

FIN

Sobre anoche (Billie Eilish y Tu) G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora