Capítulo 17

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POV _______

Después de la llamada de Billie, me tomó más de una hora conciliar el sueño otra vez. No podía dejar de pensar en ese canturreo áspero de su voz. Recuerdos pasados me asaltaron.

Ir a casa para Navidad había sido un error. Hacía esto cada año, y cada condenado año, me arrepentía.

Perder peso no había sido fácil, pero en el pasado año, había perdido nueve kilos. Seguro, no parecía que había perdido mucho, o incluso nada, pero me sentía mejor conmigo misma y estaba orgullosa de mi fuerza de voluntad.

No bebía. No fumaba. No ingería drogas. Pero comía. Y tener una adicción a la comida era mucho más severo que cualquier otra adicción, pensé, porque la comida estaba disponible dónde sea y cuándo sea. Años atrás, me pasé las noches yendo al gimnasio y luego salía solo para ser tentada por una dosis de hamburguesa en el camino a casa. Ahí estaría, en mi ropa de gimnasio, comiéndome una hamburguesa en la parte oscura del estacionamiento, sintiéndome avergonzada.

Era más difícil decir que no a que decir sí. Era débil con respecto a mi alimentación.

Así que, cuando mi madre me miró con ese ceño fruncido desaprobatorio y señaló "¿Has perdido peso?", me rompí. ¿Le hubiera matado decirme que estaba feliz que por fin estaba haciendo algo con respecto a mi peso? Sí, aparentemente, porque cada vez que podía, empujaba algo comestible debajo de mi nariz, y luego de un corto argumento, yo cedía.

Apostaría que regresaría a la universidad al menos tres kilos más pesada y muchísimo más triste.

Nunca entendí a mi madre o por qué me contrariaba tanto en lo referente a mi decisión de perder peso. La única cosa de la que podía pensar era que mi personalidad cambiaría junto a mi peso. Le había escuchado hacer la misma acusación sobre su hermana, mi tía Penny.

Cada año, un miembro de nuestra cuadra era anfitrión de una fiesta de Navidad. Este año era el turno de mamá. Comíamos el almuerzo Navideño a mediodía luego nos poníamos a trabajar en la preparación de bandejas y más bandejas de aperitivos, bebidas y postres. Por supuesto, comía mientras trabajaba, lo cual complacía a mamá inmensamente y me dejaba sintiéndome enferma. Alrededor de las seis de la tarde, miembros de la comunidad comenzaron a llegar. Fui arriba a cambiarme, solo para descubrir que el vestido que había comprado antes de venir a casa, con nueve kilos menos, ya no me quedaba.

No debería haber estado sorprendida por ello. Había comido casi cada hora durante los tres días pasados y el vestido había sido ajustado cuando lo compré. Hablando de desánimos. Casi lancé un berrinche, pero en cambio, dejé a un lado la inmadurez y me vestí con un pantalón negro y una blusa. Estaba mal vestida y me sentí fea, pero era mi propia culpa.

Me quedé de pie en una esquina casi toda la noche. Lucia desapareció después del almuerzo para trabajar un turno en el bar, y toda la gente normal de mi edad estaba fuera con sus amigos y enamorados. Yo era la única persona debajo de los cuarenta años en esta fiesta, y era horrible.

Mamá me había dado el puesto de mesera, como si no estuviera lo suficientemente avergonzada, así que pasé la mayor parte de la noche tomando bandejas de pequeños bocadillos, llevándolas alrededor por un minuto, y luego escondiéndome en la esquina con la bandeja, comiéndome todo el contenido de dicha bandeja hasta que me sentía enferma.

Llegó las diez y media de la noche y estaba segura que mamá no notaría mi ausencia, así volé hacia las escaleras. Si mamá tenía un problema con eso, podía atragantarse con un huevo. Ya había tenido suficiente.

Me desvestí y me puse mi pijama de Snoopy, até mi cabello en una coleta alta, y me senté en mi cama, leyendo. Mamá había colocado una cuerda roja a través de las escaleras, para que nadie subiera, y sentí seguro dejar mi puerta abierta.

Sobre anoche (Billie Eilish y Tu) G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora