Capítulo 37. Anuncio del próximo viaje.

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Unos días después.

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—¡NO PUEDO CON MI ALMA! —grité.

—Ja, ja, ja, ja, y eso que apenas termino la primera semana —dijo Zoren en tono burlón.

—¡CÁLLATE!

—¡Ja, ja, ja, ja!

—¿A dónde se fue todo ese optimismo de hace unos días? —preguntó Kaz mientras se aguantaba la risa lo cual hizo que lo mirara de forma amenazante.

—Vamos chicos... ¿No ven que lo está pasando mal? —dijo Arethia con tono de consuelo.

—Bueno con solo ver como esta tirado sobre el sofá es obvio —se divertía el lobo.

—Te juro que si no me doliera todo el cuerpo te rasuraría todo el pelaje en este instante —lo mire con resentimiento.

—¡Oye! ¡No hay necesidad de ser tan drástico!

La razón por la que soy la burla de estos dos es simple... En estos momentos estoy tirado boca abajo en el sofá acostado incapaz de moverme por culpa de todo lo que trabajé esta semana. He estado soportando las bromas de esos dos desde el primer día cuando no hice más que caer dormido apenas pase por la puerta.

La primera semana cuando retomamos los entrenamientos fue muy típica lo único que distinto fue que publicaron la información sobre los principios de la agonía, en teoría era simple, después de los entrenamientos debíamos cumplir ciertas misiones que se nos iba a ser asignadas dependiendo de nuestras capacidades, claramente los aprendices que han logrado despertar se les asignaran tareas más difíciles, como esto es una etapa de preparación varias de las misiones se harán en grupos de hasta cinco personas y en cada una estaremos bajo la supervisión de nuestros protectores, en mi caso era Zoren el que se hacía cargo de mí, y sin importar la misión debíamos estar acompañados de nuestro protector, pero este solo nos ayudaría en caso de que él lo viera necesario, por desgracia para mi creo que de alguna manera Zoren disfruta viéndome sufrir ¡ya que este condenado lobo no me ayuda en los peores momentos! Y todo con la excusa de que debo aprender a valerme por mi cuenta.

Cuando comenzaron los principios de la agonía tuve la suerte de que no tenía entrenamiento de la dual de espadas, así que salí relativamente temprano cuando terminé con la sesión de la maestra Annilea. Justo cuando finalicé me dirigí al lobby para que me asignaran alguna tarea, por ser mi primera vez me solicitaron acomodar el inventario recién llegado de una tienda cercana, ya que esta temporada era cuando la ciudad se ajetreaba de la peor manera posible, llegaban encargos de toda clase a la orden por lo cual no era de sorprenderme que soliciten cosas tan simples.

Una vez que recibí las instrucciones me encontré con Zoren en la entrada y nos dirigimos al lugar, tuve la fortuna de que en esa ocasión estuve acompañado de Axel, su protector se trataba de una elfa muy atractiva, el león me confesó que en más de una ocasión le era difícil quitarle la mirada de encima lo cual ocasionaba que la elfa le diera uno que otro golpe para "disciplinarlo".

Cuando llegamos al almacén en la tienda Axel y yo quedamos pálidos de la sorpresa, no voy a mentir que cada una de las cajas, repito, CADA UNA, me llegaba casi a la altura de la cintura y el ancho era el doble de mi cuerpo, sin contar el hecho que el almacén era casi tan grande como una cancha de baloncesto así que la cantidad de cajas del lugar era de unos cuantos cientos.

A pesar de que el lugar nos facilitó una especie de montacargas para poder mover las cajas con mayor facilidad debimos cargar varias de ellas al lugar que correspondía, durante la tarea Axel y yo tuvimos que llevar de un lado a otro la gran mayoría de las cajas, a pesar de que el león era más fuerte que yo se necesitó de la ayuda de los dos para poder cargar cada una cuando era necesario.

El Inicio | Saga: E.N.O. Libro uno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora