Capítulo 40. Zanjando un asunto.

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|Kitaro

Ha pasado casi una semana desde que llegamos a Hairus, pensé que sería aburrido estar esperando hasta que sucediera el festival, pero las cosas comenzaron a ponerse algo animadas por aquí, hoy note como varios de los habitantes del lugar comenzaron a decorar el pueblo para la celebración que sucederá dentro de unos cuantos días lo cual ha provocado que el lugar se llenara con mucha más vida.

Se podía ver como las calles se estaban llenando de varias cuerdas decoradas con banderas de muchos colores vivos, también estaban pintando los murares del lugar con distintas clases de dibujos, hubo uno que me llamo la atención a pesar de no estar terminando parecía ser un bosque lleno de niebla mientras era bañado por la luz de las lunas.

Por mucho que quiera ver como el lugar estaba cobrando vida no me sería posible, a pesar de que estamos en una misión aun me veía con la obligación de entrenar mientras esperábamos la noche de las tres lunas, está más que claro que son los guardianes y demás miembros de las ordenes que deben estar atentos sobre cualquier situación, en cambio yo, un simple aprendiz, solo debo servir de apoyo para evacuar a los civiles en caso de que suceda algo, justo como habían dicho los maestros antes de que viniéramos a este lugar.

Durante estos días he pasado casi todas las mañanas y mayor parte de las tardes entrenando en cada una de las disciplinas que practicaba en Siladus, meditación, actividad física y dominio de armas, pero en esta situación no eran los maestros que se encargaban de ello si no Zoren junto con la ayuda de los demás.

Justo al día después de que hicimos el reconocimiento Zoren me levanto a primera hora para comenzar a entrenar, él se dedicó más que todo en practicar con armas, en cambio Kaz se encargó de ayudarme con la actividad física y Arethia con las meditaciones, al comienzo pensé que serían amables conmigo, no podía haberme equivocado de la peor manera... Zoren era muy rudo al momento de practicar con las armas y Kaz no se le quedaba atrás, siendo franco el único momento en que podía respirar con calma era cuando meditaba con la ayuda de Arethia.

El primer día que pase con Arethia meditando habíamos ido a las afueras del pueblo para estar en un lugar lo más silenciosos posible, habíamos encontrado un claro que estaba rodeado con algunos árboles y tenía una gran roca en medio la cual fue perfecta para que ambos nos pudiéramos sentar, Arethia no hizo más que guiarme para que pudiera entrar al trance con mayor facilidad al concentrarme solo con los sonidos del lugar, a pesar de que el lugar era muy tranquilo la temperatura no me ayudaba a concentrarme, con solo ver la nieve que hay alrededor es evidente, esta fue sin dudas la ocasión en que se me resulto más difícil entrar al trance pero con los consejos de Arethia pude lograrlo de alguna manera.

En el caso de Kaz nos pusimos a trotar por todo el pueblo durante varias horas para luego después hacer varios ejercicios por unos minutos, en los que él también participo, y al terminar seguiríamos corriendo por el lugar por otros minutos para retomar la misma rutina, a pesar de que ya mi cuerpo está acostumbrado a esta clase de trato Kaz de alguna manera logro que me sintiera igual que en mi primer día con el maestro Daronde, y eso no era todo, siempre que reducía el paso mientras trotábamos me gritaba para que me recuperara y lo alcanzara, lo peor fue cuando el condenado puso varias rocas sobre mi espalda mientras hacía planchas, esto fue un poco exagerado, ni el maestro Daronde había llegado a tanto, pero Kaz dijo que era necesario para que aumentara mi resistencia, esa era la razón o de alguna manera quería verme sufrir con estos ejercicios.

Los momentos en que debía entrenar con Zoren me parece que fueron los peores ya que no me explico cómo puede ser más exigente que la maestra Kayiri y el maestro Enfurus. El primer día pasamos todo el rato practicando con las espadas ya que eran las armas en la que mejor nos especializábamos los dos, pero mientras estábamos entrenando siempre veía la oportunidad de derribarme y no dudaba en aprovecharla, durante todas sus sesiones estuvo diciéndome que era lo que estaba haciendo mal y que debía hacer para solucionarlo, pero aun así... ¡No es razón para dejarme todo el día adolorido con los golpes de su espada de practica! Verlo actuar de esa manera no es propio de él lo cual me hace pensar que aún hay algo que le molesta y me temo que yo soy el causante... No sé qué hacer... El hecho de pensar de que está molesto conmigo por alguna razón que desconozco me deprime, siento que debo hablar con él uno de estos días para solucionarlo, lo peor que podría pasar es que yo no sea la razón de su molestia.

El Inicio | Saga: E.N.O. Libro uno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora