|Kitaro
Parece que Zoren me llevó a mi cuarto después de caer dormido en la sala anoche, no puedo evitar sentirme un poco avergonzado por eso. Como sea, era mi tercer día de entrenamiento y milagrosamente no me duele tanto el cuerpo, sea de lo que sea que estaba hecho el té que me dio Zoren ayer me ayudó mucho para poder levantarme, como hoy me tocaba estar con la maestra Annilea me sentí aliviado de saber que no quedare igual de agotado como ayer. El entrenamiento de hoy fue exactamente igual al del primer día, la maestra estaba sentada en la sala esperando y Nitasha se volvió a colocar a mi lado como la primera vez, cuando la maestra saco su instrumento ya todo el mundo sabía que debía hacer, cuando me concentre volví a sentir lo mismo que la vez anterior pero esta vez fue un poco diferente pero no sé cómo explicarlo y una vez que termino la sesión cada quien se fue a su lado.
El día siguiente tenía el temor de que el maestro Daronde nos hiciera entrenar hasta desvanecernos nuevamente. Cuando todo el mundo estaba reunidos y el maestro apareció nos comentó que hoy nos tocaba iniciar con técnicas de combate, esta vez no nos separó en ningún grupo, no hizo más que poner a cada persona en un sitio suficientemente separado del resto para luego comenzar con una serie de ejercicios como patadas altas y golpes al aire los cuales repetimos por un periodo de tiempo hasta pasar a otro ejercicio completamente distinto, claramente el maestro se pasó el rato gritándonos a cada uno por separado cuando las hacíamos mal a mitad del entrenamiento, cuando terminamos me alegré porque esta vez sí podía moverme por mi cuenta y el cuerpo no me dolía tanto como la primera vez, aunque bueno... Estos ejercicios no fueron tan intensos a comparación con los del otro día.
El quinto día de esta semana de entrenamiento fue exactamente lo mismo que el primero y el tercero, pero el sexto es una historia distinta porque me tocaba con la maestra Kayiri, he de admitir que estoy un tanto ansioso por saber que nos haría hacer, ella daba la impresión de ser muy severa y tan solo recordar lo que paso cuando me encontré con los maestros por primera vez le daba más peso a mi idea sobre su actitud.
Zoren tenía una misión el día de hoy así que no podría acompañarme. Cuando llegué al patio de la torre me preguntaba a donde debía dirigirme, pero para mi sorpresa me encontré con Nitasha nada más al entrar a la torre, ella por suerte sabia donde debíamos estar así que la seguí mientras hablábamos un poco mientras caminábamos al lugar.
Una vez que llegamos me encontré con un salón enorme muy parecido a los dojos que uno vería en las películas de artes marciales. En las paredes había varias estanterías con una gran variedad de armas de toda clase, hachas, espadas, lanzas, arcos, de todo lo que uno podría imaginar; quedé impresionado y algo preocupado mientras me hacia la idea de que nos pondrá hacer la maestra, esas armas podrían fácilmente herir a cualquiera.
—Muy bien, al parecer ya están todos reunidos.
Todo el mundo volteo hacia dónde provenía la voz, era la maestra Kayiri que se encontraba parada sobre el extremó de un poste manteniendo el equilibro con total facilidad como a unos siete metros del suelo, llevaba puesta una túnica con capucha completamente blanca, se encontraba al fondo del salón observando a todo el mundo desde lo alto de aquel poste. Sin previo aviso la maestra salta dando una pirueta para caer de pie sin ninguna dificultad, la acrobacia hizo que se quitara la capucha que traía puesta, no me había dado cuenta la primera vez que la vi porque jamás se había quitado la capucha, pero tenía un peinado de color plateado que caía del lado izquierdo de su rostro el cual hacia juego con sus ojos púrpura brillantes.
—Bien, ya que tengo la atención de todo el mundo debo decirle unas cosas para quienes es su primer día conmigo.
Con la pausa todo el mundo presto suma atención esperando las palabras de la maestra.
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El Inicio | Saga: E.N.O. Libro uno.
FantasyAlgunas personas viven sus días rodeadas de lujos, otros de forma modesta, pero algunos deben luchar con las heridas que han sufrido en sus corazones. Así que plantea la siguiente pregunta: ¿alguna vez has sentido que vives sin un propósito? Un jov...