La tarjeta de San Valentín

CAP 5 Entre el cielo y el infierno parte 1

En un 14 de febrero, Erizo la chica prodigio, aprendiz de bruja, chica lobo y actualmente autoproclamada como la niña más afortunada del mundo se levantó con una vibra radiante, sabia claramente que hoy seria ese día especial, todo estaba listo, los preparativos ya habían sido ejecutados solo faltaba dar un poco de tiempo para que todo saliera según lo planeado.

Se arreglo un poco mas de lo normal y mientras se miraba al espejo practicaba su mejor expresión de sorpresa, estaba impaciente y no podía esperar, pero debía ser un poco paciente.

—No hay mejor estofado que el que se cocina a fuego lento —exclamaba Erizo con aires de grandeza.

Normalmente iría a despertar a su mejor amigo para desayunar juntos, pero hoy no, todo estaba planeado debería de tener un poco de paciencia.

Salió de su cabaña, tomo un muy rápido refrigerio y tomo rumbo al bosque, sabia que caminar le ayudaría a despejar la mente y hacer que el tiempo pasara mas rápido.

Antes de perderse en la espesura del mismo noto a Susie quien a escondidas saboteaba las decoraciones y regalos de otros campistas.
—Bien no es mi problema —reafirmo, mientras se perdía entre la naturaleza.

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De regreso a la zona de las cabañas, a primera hora del día.

Una de los edificios que a simple vista se veía como una cabaña mas se encontraba una de las instalaciones más lujosas del campamento, con habitaciones y servicios especiales que harían engolosinar a cualquiera joven promedio, en ella se alojaba una campista que no era como el promedio, ella era la hija del presidente de una poderosa compañía, tenia acceso a todos los caprichos que cualquiera desearía tener o bueno a casi todo.

Era una chica lista, independiente y orgullosa, Lucy pensaba que era la chica mas afortunada al tener lo que quería y que todos hicieran lo que ella deseaba, al llegar al campamento atribuyo la magia a las influencias de su padre, que había conseguido lo imposible para ella, que seria la princesa de su propio cuento, luego se enteró que solo fue casualidad, en fin, era algo único que no podía desaprovechar.

Lucy recuerda como pasaban los días, tenia a su grupo de seguidores, su refugio secreto con todos los caprichos que deseaba, claro su padre se había encargado de darle una buena compensación la encargada del campamento, hasta le hizo el favor de ocultar el dato sobre su status social, no tenía la intención de intimidar a sus compañeros con su gran poderío, bueno solo en esta ocasión.

Podría decirse que todo era felicidad, hasta que cierto campista, un elefante que al principio parecía un peluche de esa chica presumida.

Mientras se peinaba Lucy entro en reflexión —me ofreció su amistad, sin querer fui víctima de sus encantos, solo da y da, no podía soportarlo e incluso lo llegué a maltratar y que recibí, no lo sé, pero era una amistad desinteresada, cálida, su amistad con esa chica era genuina no como los falsos interesados que solo buscaban algo a cambio, es reconfortante. Y me molesta que esa Erizo lo trate así, si solo tuviera un poco mas de seguridad en sí mismo.

Se tiro en su cama y con un suspiro dejo volar su imaginación y le llegaron memorias de su propia vida, ese Oscar le empezó a demostrar lo vacía y falsa que era su existencia, de alguna manera quería odiarlo, quería destruirlo, incluso hubo noches que derramo lagrimas por su culpa, bien dicen que la verdad duele, pero nunca pensó que dolería tanto.

Y su mayor malestar era darse cuenta que ella ya sabia todo, que sus padres nunca le han demostrado afecto, literal son desconocidos que solo le dan bienes materiales, pero nunca ese amor que ella tanto anhelaba.

Que sus supuesto amigos solo eran un montón de gente egoísta que solo estaban con ella para recibir algo a cambio. Y por el momento a los únicos que podría considerar amigos y familia son a los yetis, la reconfortaba y a la vez agravaba ese sentimiento de desdicha.

Pero era una mujer fuerte y ella lo sabía, la verdad era dolorosa, pero por primera vez en años ya no sentía ese peso que inconscientemente cargaba.

Con paso enérgico fue a su closet y le declaro a una foto escondida en el fondo —Todo por tu culpa, no me pudiste dejar vivir en la mentira, ahora asume la responsabilidad Oscar— Cerrando de golpe la puerta

—y de ser necesario yo te daré una mano, aun que no quieras, bueno creo que eso ya no es una opción —se regodeaba al observar un vial medio vacío.

Hoy te ayudare y vas a despertar, abrirás los ojos y te alejaras de esa niña presumida y egoísta que no sabe apreciarte —pensó en alegría y determinación la campista.

Fin de parte 1