Cap. 33. Tu deseo.

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Uno siempre espera que las sorpresas sean agradables pero algunas simplemente desearías no haberlas conocido.

La tormenta había aminorado y Susie estaba reflexiva en lo que antes era su sala — Por qué tarda tanto con la comida— Expresó algo malhumorada.

Se enfadó y comenzó a buscar algo que comer en lo que antes era su cabaña, por una alacena y otra, nada todo estaba vacío, hace tiempo había desaparecido hasta la última lata de alimento.

Habría convocado una botana, pero le advirtieron que si lo hacía terminaría durmiendo otro año más, en sí era un fastidio tener que usar sus manos para buscar algo tan simple.

Comenzó a revisar algunas otras partes de la casa y nada solo libros, libros y más libros.

Volteo al último closet sin revisar y si más libros Susie solo podía arrugar la cara de fastidio, pero al final del mismo encontró una mochila — Así que aquí escondes la comida, mas te vale sean dulces — Una hambrienta gata se tomó el tiempo para revisar lo que esperaba fuera el premio mayor, para su desagrado solo era ropa vieja, la vieja ropa de Oscar la única diferencia es que estaba hecha jirones llenas de suciedad, algunas de ellas rasgadas y unas más con manchas, ella sabía que era pero no quería imaginar cómo terminaron así.

Si realmente quería hacerla sentir mal, lo consiguió arrojó la mochila con fuerza y azotó la puerta luego lidiara con ello. resignada y para evitar el aburrimiento decidió limpiar un poco la mesa, arrimar los platos y buscar algunas velas por si la electricidad llega a fallar, dicho esto un rayo azotó apagando las luces.

— Definitivamente este lugar no me quiere— Lo extraño, para ella esta sensación era algo familiar.

Oscar llegó en medio de la lluvia y usaba magia para cargar lo que eran ollas y platillos variados, así como un par de postres, que si no fuera por su autocontrol ya se habria abalanzado como una criatura salvaje hambrienta, pero curiosidad la molestaba así que pregunto — Oscar desde cuando puedes usar magia?— Susie no podía evitarlo desconfiar era parte de su naturaleza.

Oscar trato de simplificar — ¿Recuerdas? gusano resplandor— Señalándose a si mismo — en cuanto a su uso fue hace amm el día 1200 lo registre en el diario que supongo ya debiste haber leído en cuanto al cómo ya sabes Ramona es buena instructora— Aclaró Oscar algo nervioso, sabía que si hablaba de más no sobreviviría mucho tiempo.

— Bueno quien tiene hambre, yo tengo hambre— Oscar se dispuso a mostrar cada platillo, olía bien, se veía bien— Hasta ahí llegó el decoro de ambos.

Mientras observaban la lluvia de la tormenta por el ventanal en ese gran sillón de Susie ambos se ponían al día, de una pregunta a otro algunas que llevaban a los relatos de Oscar en la isla quien incluso admitió que tenía una muñeca en la forma de Erizo para no olvidarla y que la tiró a la basura el día que creyó que esta le llegó a hablar.

Entre sus preguntas — Oscar ¿Qué tan hábil con la magia eres? —

Sin más respondió — Si me comparo contigo, tengo la habilidad de una mosca— para lo que para algunos era un insulto para Oscar era un símbolo de orgullo lograr tanto.

Susie soltó una risa forzada, pero en poco torno a su seriedad habitual — Oscar mostrar las cicatrices — sabía que para algunos podría ser una experiencia traumática pero enfrentarlas era parte del proceso natural de sanación, o al menos eso tenía en mente.

— Bromeas, tengo demasiado tiempo esperando preguntes por mis trofeos de guerra— Si el chico leyó demasiadas novelas que Susie tenía en su cabaña, algunas que decidió leer hasta años después por su contenido.

La tarjeta de San ValentínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora