Cap. 26. Hasta siempre

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Un día soleado, un alegre y verde bosque , cualquiera disfrutaría un paseo en un ambiente tan relajante, salvo si estas fingiendo tener la pierna rota y te estas sobre esforzando en tratar de usar unas muletas.

Paso tras paso cierta bruja que no estaba acostumbrada solo podía pujar y quejarse, bueno era demasiado sobre esfuerzo, estaba sudando y las piernas las tenía cansadas e incluso temblorosas.

Susie en sus pensamientos — haaa!! no tengo condición física— mientras pequeñas gotas de sudor le nublaban un poco la vista, debía descansar.

— Susie no quieres ayuda, aqui tengo la silla de ruedas por si te cansas— expresó Oscar con preocupación.

— No, no hace falta ya casi llegamos a mi cabaña, solo deja tomó un poco de aire— expresó Susie en la agonía del esfuerzo físico.

Al parecer los planes de la brujita no los había estructurado también como había pensado, olvidaba lo terca que era ella misma, es difícil dejar a un lado los viejos hábitos, pero en esta ocasión pudo más el cansancio y la flojera nata de esta gata la obligo a tragarse su orgullo.

— ok, ok si tanto insiste— Susie se derrumbo en la silla de ruedas mientras un optimista Oscar la empujaba.

Hooo!! era la gloria, descansar después de un gran esfuerzo, Susie estaba desecha de tanto trabajo, esa silla era especial parece que flotaba en su escoba, no molestaba en nada su avance.

En la calma de la ruta escucho tataralear al campista, estaba demasiado alegre, demasiado empalagoso para Susie — haaaggg esto va a ser una tortura— pensó para si misma.

— Oscar dime por que estas tan contento, ya sabes cuidar a otros no es exactamente unas vacaciones— Expresó en su tono apachurrado.

— No lo se simplemente me gusta, ayudó a otros, ellos se ven felices y me hace sentir bien. además a estas alturas ya no eres ni una desconocida, eres Susie la gran y malvada consejera— Oscar estaba evitando reírse de sus malas bromas.

— Ja, que gracioso, tienes suerte que no pueda hacer nada— Exclamo molesta.

El camino no era tan lejano, pero Oscar estaba caminando con mucho cuidado tratando que su pasajera fuera lo más cómodo posible, en el tramo siguieron hablando, Oscar contaba algunas aventuras que había tenido en el campamento, mientras su pasajera solo se quejaba.

Sin darse cuenta estaban ya en la cabaña de Susie, era extraño no encontrarse con ningún otro campista o monstruo o bruja, en fin ya dentro Susie se recostó en su sillón prendió la tele y puso su novela favorita, volteo a ver a Oscar que bueno solo estaba parado cerca de la estrada, como un perro entrenado esperando alguna indicación.

— hay palomitas y refrescos en la cocina, ve tráelos y rápido — exigió Susie de mal modo.

Más ágil que un atleta, Oscar ya tenía todo lo encargado y se paró junto al sillón esperando mas indicaciones.

— Oscar no exageres, ven, siéntate y disfruta la novela— Literalmente casi había regañado a Oscar.

Oscar había planeado comportarse como el más fiel de los mayordomos que deseaba lograr, solo el lo sabia pero al llamarle la atención Susie dejó a un lado esa idea y bueno decidió al final ser el mismo, se sentó y disfruto de una buena maratón de la novela de Susie, quien en poco comenzó a platicar sobre la serie, que de alguna manera se sentía como una platica amena, eso animo mucho a nuestro joven campista quien no tardó en tomar confianza y poco a poco comportarse como él mismo.

Y así pasó la tarde la compañía se había vuelto grata, pero ya hacia hambre, la brujita casi invoca la comida con su varita, pero se detuvo a tiempo — Mugres hábitos— pensó para sí misma.

La tarjeta de San ValentínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora