1.-Rune: Debería callarme

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Este es el invierno más duro que recuerdo, sin duda. El agua está helada, tanto que parecen cuchillos contra mi piel. Lleno el cubo aunque me duelan las manos y me levanto deprisa. Camino con cuidado de no verter el agua, ya que madre me ha pedido que lleve la máxima cantidad de agua posible para cocinar. Estoy harto del frío y el hielo. Necesito que llegue el próximo verano para poder salir de esta maldita granja y a hacer algo de provecho. El cielo está negro, lleno de nubes y truenos que resuenan a lo lejos. Casi puedo oír a padre contándole historias a mis hermanos sobre como Thor debe estar enfadado y por eso escuchamos truenos. Me imagino a Thor golpeando su escudo, con chispas saltando por todas partes que se reflejan en el cielo como relámpagos, que amenazan con abrir su furia contra el mar abierto. El viento es frío también, pero me trae olores de sal y comida, también de madera quemándose. Entro en la casa sacudiéndome las botas de la nieve que se aferra al cuero insistentemente.

—¿Me has traído el agua?—Pregunta madre acompañada de mi hermana pequeña Frigg. Le tiendo el cubo y me sonríe amorosamente. —Deberías lavarte, hueles a...—

—Adelante madre, dilo.—Ella se ríe y mi hermana pequeña me saca la lengua. La cojo de los brazos y me la lanzo encima del hombro. Ella empieza a reírse y chillar, alertando a mis otros hermanos y niños de la granja. Aparecen de todas las esquinas, escondiéndose debajo de la mesa y las paredes. El calor de los fuegos es agradable, calentándome las mejillas y los dedos de los pies. Suelto a Frigg después de zarandearla un poco para que salga a jugar con los demás niños en la nieve. Madre le advierte de que no debe mancharse la ropa demasiado e instantáneamente sé que lo hará. Frigg será un problema grande algún día, demasiado libre, demasiado amante de tirarse por el suelo y hacer enfadar a madre.

Me siento en el banquillo y me sirvo una copa de cerveza bajo la mirada reprobatoria de madre, que niega con la cabeza. Espero que no empiece con su discurso de siempre pero para mi desgracia empieza a quejarse junto con una de mis hermanas mayores sobre como debería casarme pronto.

—Es que no entiendo por qué no te quieres casar con Kari. Es una chica bonita y sería una gran esposa.— Padre levanta la mirada en su silla, mirándome fijamente a los ojos. Me guiña un ojo y esboza una sonrisa torcida.

—Quizás no la encuentra lo suficiente hermosa.— Interviene mi hermana Ingrid mientras le trenza el pelo a una de las niñas de la vecina. La niña pequeña me sonríe y aparta la mirada rápida hacia el fuego.

—Solo quiero que llegue el verano para poder navegar y saquear.—Me excuso mirando a padre. Él sonríe y asiente.

—Dejarlo.—Dice él en tono autoritario. Mi hermana y madre se callan, poniendo mala cara.—Además, la chica es demasiado simple. Rune necesita una buena mujer, alguien con fuerza.—

Se levanta y se acerca a la mesa, cogiendo una copa de cerveza y llevándosela a los labios. Se la bebe entera antes de rellenarla de nuevo. Se sienta enfrente, mirándome fijamente. Las sombras del fuego danzan en su cara y sus ojos. Me invade un sentimiento de alegría inmenso al imaginarme siguiendo sus pasos y superándolos. Quiero tener más que esto. Más que una granja, más que un pequeño poblado con granjas. Quiero conquistar, dominar, adueñarme de todo. Acaricio sin pensarlo mi brazalete de plata y él sonríe aún más.

—Eres mi mayor orgullo. Pero no se lo digas a tus hermanos. —Susurra lo suficiente alto como para que lo oiga. Ambos nos reímos mientras Frigg y los demás niños entran corriendo en el hall, calentándose las manos con el fuego. Traen las mejillas sonrosadas del frío y el pelo cubierto de nieve. —¿Sigues soñando con lo mismo?—Me pregunta atrayendo mi atención de nuevo. Asiento rápidamente y bebo un sorbo de cerveza más. —Los dioses te guían, hijo. Deja que te lleven por su camino. —

Hiraeth ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora