8.-Maeve: Secretos imposibles

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Me arrepiento de haberlo dicho en cuanto sus ojos se abren como platos. ¿Cómo puede tener los ojos tan grises? Tan fríos como el cielo. E igual de bonitos.

—Esa boca, Maeve.—El sonido de mi nombre en sus labios es lo puto mejor del mundo. Sobre todo en ese tono serio y disciplinario. No me tenía por una sumisa pero aparentemente este hombre logra reducir mi voluntad a la nada. No me dejo intimidar y levanto la barbilla orgullosa.

—¿Qué le pasa a mi boca? ¿Algo que objetar?—Una sonrisa torcida nubla mis sentidos. Parece estar diseñado para que quiera lamerle la cara entera.

—Que está lejos de la mía.— Me da un beso fuerte, cogiéndome por los lados de mi cuello. Sus manos son enormes y rudas, haciéndome sentir enana y protegida. Sigue cayéndome bastante mal, o eso creo. No sé si le beso por pasión o por rabia. O ambas. Mete la lengua en mi boca con total confianza, acariciando a la mía con maestría. Maldito fuckboy. Seguro que es un fuckboy. Tiene esa energía dominante que te hace tener ganar de pegarle, besarle y suplicar que te folle duro contra alguna pared. Aunque no pienso reconocerlo en voz alta ni delante de Elsbeth, lo pienso. Me aparto para poder hablar con él porque más allá de que besa como un profesional, quiero conocerle.

—Rune. ¿Tienes hermanos?—Le pregunto de la nada. Se relame los labios y asiente. —¿Cómo se llaman?—

—Mi hermana mayor se llama Ingrid. El resto de mis hermanos son menores a mí. Se llaman Aren, Frigg y Egil.— Nunca había escuchado esos nombres, lo cual me extraña. Quizás son muy típicos de su país y apenas han viajado por el resto del mundo como para ser populares en otros lugares.

—¿Qué significa tu nombre?—

—Significa secreto.—

—¿Tienes muchos secretos?—Sé que es una pregunta estúpida y que debería darme igual pero no puedo pararla. Estoy atontada con su olor a madera, piel y fuego. Emite una energía tan ruda y masculina que logra debilitar mis defensas. Ni siquiera me he movido aun a pesar de notar su erección entre mis piernas. Me gusta saber que aunque quizás no sea su tipo, le gusto lo suficiente como para ponérsela dura.

—¿De qué clase?—

—No lo sé. Secretos en sí.—

—Quizás. Pero permanecerán secretos, mujer. ¿Qué significa tu nombre?—Me río ante su simplicidad.

—Significa intoxicante.—

—Apropiado.—Sonríe maliciosamente, ladeando un poco la cabeza en un gesto de aprobación que me dan ganas de pegarle.

—¿Me tengo que ofender? Creo que sí.—

—Probablemente.—Besa de manera corta y rápida mis labios, como si ofenderme y luego besarme fuera una solución. Desgraciadamente lo es.

—Cuéntame sobre tu familia.—

—¿Por qué?—

—Quiero conocerte.—Sonríe fugazmente y empieza a jugar con mis manos. Las suyas son tan grandes y toscas a comparación que solo puedo imaginarme que es lo que hace con esas manos. Tengo claro que tiene orígenes humildes, y que trabaja el campo, quizás por eso parece más mayor de lo que es.

—Mi hermana se casó hace relativamente poco y está intentando quedarse en cinta. Mi madre está muy emocionada con la idea.—

—Tu madre quiere tener nietos con muchas ganas.—Él asiente acariciando las palmas de mis manos.

—¿Por qué tu piel es tan suave?—

—¿Y como debería ser?—

—No lo sé. Todas las mujeres que conozco tienen la piel más áspera. Tienen manos trabajadas de lavar ropa y cocinar.—

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