7.1 -Rune: Joyas

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Me acuesto en mi lecho sintiéndolo diferente. Por desgracia el olor de la bruja no ha quedado impregnado en las pieles por más que hundo mi cara en ellas no logro olerla. Tenía esperanza de que, aunque haya sido un sueño, su magia fuera lo suficiente fuerte como para hacer que su olor se quedará conmigo. Aunque haya decidido no dejarme embrujar por sus encantos de mujer y hechicera, puedo disfrutar de las pequeñas cosas, como su olor. Me revuelvo nervioso, expectante a que aparezca, con la mente nublada, demasiado despierta. Cierro los ojos con fuerza y me obligo a pensar en algo trivial.

—Me preguntaba cuanto tardarías en aparecer, chico.—La voz de la bruja hace que me dé media vuelta sobre mis pies, totalmente perdido en el sitio. Miro hacia el suelo primero, sintiendo las plantas de los pies húmedas, frescas, mojadas por el césped. ¿Dónde se supone que estoy? Un gran jardín, totalmente florecido, lleno de arbustos, con dos grandes árboles y césped que está demasiado bien cortado, de una manera que nunca he visto. Camino un par de pasos embobado con el ambiente. ¿Esto es Inglaterra, no? El aire se siente igual de mojado que el suelo, cargado de olores naturales. Trago saliva y entonces la miro. Lleva el pelo totalmente suelto, cubriéndole los brazos casi por completo. Está sentada sobre lo que parece un banco de madera, mirándome fijamente.

—Esto...—

—¿Qué tal si empiezas por un Hola, Maeve?—

—Hola.—Me limito a decir. Aún no me atrevo a llamarla por su nombre a la cara porque en el fondo me da miedo de que eso la haga más poderosa o más real de lo que ya es, lo cual parece casi imposible. Ella sonríe cargada de humor pero no se levanta, simplemente me mira desde la distancia. Lleva puesta una camisa negra, de aspecto suave y lo que parecen pantalones exactamente iguales. Estoy seguro de que es seda o algo por el estilo, tremendamente cara y difícil de conseguir.

—Empiezo a hartarme de esto.—

—¿De qué?—

—De que aparezcas cada día en mis sueños y aun así no sepa nada de ti.—Protesta sin quitarme el ojo de encima. Me acerco unos pasos más, fascinado con su pequeño trozo de bosque, donde aparentemente se siente cómoda y familiarizada. Me siento a su lado en el banco, dejando hueco entre nosotros. No tengo frío pero el aire es refrescante y húmedo.

—¿Por qué sigo apareciendo si no eres tú quien me llama?—

—Porque aparentemente somos almas gemelas.—

—¿Cómo lo sabes?—Le pregunto yo ahora a ella. Ella parece totalmente segura de la información y es que quizás su magia es mucho más fuerte de la que puedo pensar. No puedo apartar la mirada de su cuerpo, en especial ahora de sus manos. Son pequeñas y pálidas, con los nudillos algo rojos, como si estuviera pasando frío.

—Porque así es como funciona. Es la función del chip. Nos hace soñar nuestra alma gemela.—Me quedo callado procesando su información. No acabo de entenderlo pero tampoco sé si quiero hacerlo. No acabo de entender el concepto de alma gemela porque, es tan difuso que...—¿Nunca me dirás de donde eres?—

—Suecia.—Gira la cara para mirarme con sus felinos ojos y sonríe levantando las esquinas de sus labios.

—Gracias.—

—Entonces, ¿seguiremos soñando con el otro?—Ella asiente con la cabeza dejándome de mirar. Fija la vista hacia el frente, donde otro árbol luce importante, con hojas tan verdes como sus ojos. Una gran edificación de ladrillos se levanta imperiosa, llamando mi atención de tantas maneras que ni siquiera puedo explicármelo a mi mismo. Las ventanas son grandes, cubiertas por cristal. ¿Cómo es posible que sea tan... rara y perfecta a la vez? ¿Estoy acaso en otro planeta?—¿Hasta cuando?—

Hiraeth ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora