20.-Rune: La magia de las Dye

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Me da miedo abrir los ojos después de esa luz tan potente. No sé que ha sido, ni porque, pero tengo miedo. Mantengo los ojos cerrados mientras noto algo liso, suave y ligeramente caliente a lo largo de mi cuerpo. No me muevo porque padre siempre ha dicho que cuando no sepas qué pasa, te mantengas quieto, a no ser que tengas un oso cerca.

Una mujer grita haciendo que abra los ojos. Lo primero que veo es que estoy en los aposentos de Maeve. El lugar huele a ella por lo que muevo la cabeza para encontrarla pero lo único que veo es a su hermana. ¿Es que he vuelto al principio?¿Es que ya no tengo cuerpo?

Parpadeo varias veces mientras la niña me mira, con los ojos muy abiertos y las manos apretadas en puños. Espera.

—¿Elsbeth?—Le pregunto y ella retrocede un paso.—¿Me ves? ¿Me entiendes?— Asiente y se tapa la boca.—Soy Rune. El alma gemela de tu hermana.— Desaparece corriendo. Oigo sus pasos y como habla pero no logro entenderla. Me incorporo del suelo y me levanto, mirando a mi alrededor. Estoy empapado. ¿Por qué? Cierro los ojos intentando recordar.

Camino sobre la nieve mientras el cielo continúa negro, lleno de estrellas. Estoy tan nervioso que no puedo hacer nada, literalmente nada. He intentado cortar madera, pero ha sido inútil, parece que mis músculos no quieren responder y que el frío es mucho más espeso. Saco vaho de mi boca que se arremolina delante de mi cara, nublándome la vista durante un momento.

Tengo tanto miedo... Tantísimo... ¿Y si le pasa algo a Maeve? ¿Y si alguien la asalta e intenta aprovecharse de ella? ¿Y si la tocan o le dicen alguna grosería? ¿Y si se pierde? ¿Y si se encuentra sola y triste? Me da igual el futuro, una mujer nunca debería estar sola. Nunca debería tener miedo, sentirse sola, apenada o forzada. Me apoyo en la corteza helada de un árbol y miro el agua. ¿Qué será lo que esté viendo ahora Maeve? ¿Cómo siente ella el mundo? Doy un paso más, notando como la tierra se abre en medio de la nada y caigo en picado hacia el agua. Sé que va a doler por lo que me tapo la cabeza para el golpe helado mientras dejo que un grito me desgarre la garganta.

He caído al agua. Pero eso no explica como he llegado aquí. Otra mujer me mira ahora mientras me levanto y miro a la pared de la alcoba de Maeve. Esta mujer se parece bastante a Maeve, una versión desde luego más mayor y de alguna manera remota, diferente a ella.

—¿Hola?—Me pregunta mirándome con la frente llena de arrugas y una mano en alto. ¿Me tiene miedo?Claro que me tiene miedo, para ella solo soy un bárbaro enorme en la habitación de su adorada hija.

—Hola, señora. Me llamo Rune Ericson, soy el alma gemela de su hija Maeve.—Me pongo recto para intentar causar una mejor impresión pero lo único que logro es darme contra la extraña cosa que cuelga del techo dando demasiada luz que me ciega durante unos segundos. La niña, Elsbeth se ríe y yo me aparto, asustado de la luz.

—¿Cómo es posible?—

—Yo no lo sé, señora. Creo que Maeve ha logrado algo.—

—¿Maeve? ¿Dónde está Maeve?—

—No lo sé, señora.—

—Deja de llamarme señora, no soy tan mayor. Apenas tengo cincuenta.—Dice ofendida. Me río un momento porque ni en el futuro a una mujer le gusta ser llamada vieja, lo cual entiendo. Aun así, para mí, cincuenta años, es ser muy mayor. Que maravilla. Miro el rostro de la mujer, maduro pero hermoso sin duda. El futuro alberga cosas impresionantes.—Vale. ¿Dónde está Maeve, Els?—Le pregunta ahora a su otra hija y esta empieza a hablar muy bajo.

—Maeve ha dejado cartas, pero... Bueno, vio que hay un lago en las tierras altas que en la antigüedad... Hay un lago que promete unirte con tu alma gemela, así que se ha llevado el coche y ha salido temprano. Imagino que estará allí.—

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