Prólogo

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Bruno se encontraba junto a sus amigos, Ángel y Sara, en el gran salón de la mansión de Rai Casamiquela. Habían sido invitados a la fiesta por Pol, quien en ese momento no parecía muy feliz de verlos. O de verle, en realidad.

El rubio rechazó el saludo de Bruno sin mucho disimulo, para luego estrechar su mano. Se lo veía incómodo en su presencia, y Bruno supuso que se había arrepentido de la invitación. No debería haber asistido, no conocía a nadie allí salvo, claro, a sus amigos.

Vieron bajar por las escaleras al dueño de aquella lujosa mansión llevando una corona. Todos aplaudían, Pol incluso silbó, y Bruno sólo atinó a unirse a los demás en los aplausos.

Volteó a ver al rubio, parecía encantado con la presencia de Rai. Eso le dolió, pero aún así no pudo evitar sonreírle de vuelta cuando se giró hacia él.

Pasado un rato, cuando la fiesta ya había dado inicio, Bruno se acercó a Pol y le entregó una copa. El rubio la aceptó de mala gana y le pidió que lo acompañe.

—Mira, Bruno, te lo digo de buen rollo. No sé de qué palo vas tú, pero yo he venido a pasármelo bien.

—Pol, estoy de fiesta. Y por lo que veo, aquí hay tíos más interesantes que tú.

Bruno estaba molesto, y Pol se enfadó con él por eso. Como si aclarar que va de buen rollo para luego decir algo grosero alivianara las palabras.

Cada uno se fue por su lado. Bruno lo vio dirigirse a hablar con Rai, así que decidió tomar su espacio.

Al cabo de un rato estaba hablando con un chico llamado Etienne, francés, que le comunicaba, como podía, sobre que tocaba el piano y que compartía el piso con una americana y una argentina.

Era agradable, pero a Bruno no le llamaba la atención realmente por lo que pronto terminaron con el encuentro. La fiesta continuaba y él intentaba pasar el rato con Sara.

Unas horas más tarde se cruzó con Rai y la chica argentina que había montado hacía rato el escándalo en la entrada, Minerva. Subían las escaleras, y no se necesitaba ser un genio para saber sus intenciones.

No perdió la oportunidad de hacérselo saber a Pol cuando se lo cruzó. Le había agarrado el gustito a la provocación, que hacía tanto su padre les había enseñado.

—¡Yo sé dónde puedes encontrar lo que andas buscando!

Lo había estado observando y se había dado cuenta de que buscaba a alguien. No hacía falta decir su nombre. Ya sabía que buscar el encuentro con Rai formaba parte del plan de Pol.

Éste lo seguió escaleras arriba, hasta la habitación de Rai. Frente a la puerta entreabierta, le hizo una intrigante seña con la cabeza. En la habitación, sobre la cama, Minerva y el señor Casamiquela follaban como si el mundo estuviera a punto de acabarse.

Pol se fue hacia el balcón que estaba a unos diez metros de allí. Bruno lo seguía, y no pudo evitar su cara de satisfacción.

Entonces Pol estalló.

—Cómo te gusta que me quede hecho polvo después de ver eso, ¿eh, cabrón...? Tú querías que les viera follar. ¡Pues vale! Pero ¿tú crees que así conseguirás algo de mí? ¿Qué pretendes, provocándome de esta forma? ¿Eh? ¿Parecerte a tu padre? ¡Le darías pena a tu padre!

La bofetada que Bruno le soltó en toda la cara lo dejó aturdido y lo devolvió al mundo de los sobrios. Descolocado, Pol consiguió equilibrarse con la barandilla del balcón. Entonces volvió a mirarlo.

El rubio notó que le había dolido aquel comentario sobre Merlí, se había pasado. Pero aún así le resultaba imposible eludir la rabia que había acumulado durante la noche. La humillación que le había provocado exigía venganza.

Sintió que no era necesario devolverle la bofetada, le habría dolido durante un rato. Quiso provocar un dolor más profundo:

—Bruno... Yo nunca he estado enamorado de ti.

El mundo se detuvo porque Pol Rubio así lo había decidido. Bruno siempre había estado enamorado de él, pero Pol le decía que había sido un sentimiento unidireccional. Su revelación le había hecho entender de golpe qué terreno pisaba. Se había acabado la fiesta para Bruno. ¡Para los dos!

Suele pasar que las amistades se rompan, o en el mejor de los casos estén condenadas a quedar adormecidas con el paso del tiempo. Al decir aquello, Pol lo obligaba a tomar una distancia que suele alargarse. Y, por supuesto, nunca se sabe si en el futuro los caminos volverán a cruzarse...

Aquella noche, a Pol le importaba un rábano. Sentía que lo más importante era caminar libre, disfrutar de sus nuevos compañeros, aprender con los profesores y progresar en el mundo que se había construido.

Bruno comprendió que no tenía sitio en el nuevo mundo de aquel rubio. Hecho confirmado cuando más tarde, junto a la piscina, Rai Casamiquela anunciaba un concurso para llevarse una moto vintage donde todo aquel que quisiera participar debía desnudarse, y Pol, junto a muchos otros, participaba de buena gana.

El pelinegro se sintió tan fuera de lugar que no esperó más para irse, ¿Qué hacía allí, de todas formas? Ya no le quedaba nada ni nadie.

Se dirigía a la puerta principal, colocándose el abrigo, cuando encontró un par de botellas de whisky abandonadas en la escalera, a saber cómo habían llegado allí.

Se acercó para tomarlas y observó a su alrededor. No había nadie. Las luces estaban apagadas, y nadie notó cuando se fue por aquella puerta para no regresar.

🍒

¡Hola!

Con el estreno de la segunda temporada de Merli Sapere Aude y la noticia de que no se renovará para una tercera temporada me sentí en la necesidad de escribir mi propia versión de Brunol (porque sabemos que David no aparecerá en esta temporada, lo que nos deja ese "hueco" entre el final de la primer temporada de Merli SA y el endgame que mostraron en Merli).

Mi intención es cubrir ese hueco, espero poder hacerlo bien.

Disculpen si las actualizaciones son lentas, tengo exámenes todo el tiempo y los horarios desfasados de clases debido a la pandemia del 2020.

¡Caulquier sugerencia/corrección/aporte es bienvenido! No se olviden de votar y dejar su comentario ❤

Yo no soy MerlíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora