|7| La llamada

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Bruno se sentía cada día más cercano a Samuel. Había una conexión especial entre ellos, podía notarlo. Su amistad se había dado naturalmente y cada vez pasaban más tiempo juntos.

Aquella primer noche en que se conocieron, en el bar, el pelinegro había bebido el par de cervezas que le prometió al venezolano y soltó la lengua. Habló sobre su padre, su madre, su hermanita y los problemas de aceptación que había tenido. Se contuvo lo suficiente para evitar hablar de Pol ya que Gery no estaba enterado de nada y no era plan de ir revelando la sexualidad del rubio a la ligera. Bastantes problemas le había causado ya aquella vez con Alfonso...

El moreno, animado por la confianza que Bruno le brindaba, terminó hablando sobre su familia. Al parecer tenía una hermana de catorce años a la que adoraba, y una madre amorosa que lo supo comprender cuando se declaró homosexual a los doce años, a diferencia de su padre que los había abandonado luego de eso.

Bruno sabía lo que se sentía crecer sin un padre, pero Merlí lo había comprendido y apoyado en su sexualidad y además, cuando tuvo la oportunidad de recuperar su relación así lo hizo. El padre de Samuel, en cambio, no había vuelto a mostrar la cara luego del día en que se fue de la casa. El pelinegro pensó que tal vez el hombre fuera la razón de que el chico siguiera la carrera de Psicología.

—Háblame de Roma —pidió Samuel. Los dos chicos se encontraban en un banco de una plaza cercana al piso de estudiantes. Tomaban unos batidos antes de regresar.

—¿Qué quieres saber?

—Lo que quieras contarme.

Bruno sonrió y tomó un sorbo de su batido de cerezas antes de volver a hablar.

—Roma es un caos. Los coches y las motos circulan a gran velocidad, los semáforos son decorativos, si es que hay alguno. Pero al menos el agua del grifo es buena, no como en Barcelona.

—Pero debe de haber tenido algo bueno para que regresaras, ¿no? —quiso saber el moreno —. Has comentado que terminaste el último curso allá.

—El paisaje definitivamente valía la pena.

—¿Y volviste por el paisaje? —preguntó el estudiante de psicología alzando las cejas, incrédulo.

—No —admitió Bruno entre risas —, volví por el que en ese entonces era mi novio. Mi primer amor correspondido.

—Ya veo, ¿y cómo terminaron las cosas con él? Si no quieres contarme no pasa nada...

—Mal. Resultó que me engañaba con un niño de quince años, y de alguna forma logró que el que se sintiera culpable fuera yo... El último tiempo que estuve con Nicola fue un verdadero infierno —terminó por decir el pelinegro —. Tu me recuerdas a él.

—Vaya, gracias.

—Físicamente te le pareces mucho —aclaró entonces Bruno —, salvo por el color de ojos. Nicola los tiene verdes.

Samuel no sabía que contestar, pero no hizo falta que lo hiciera ya que el celular de Bruno comenzó a sonar. El pelinegro lo sacó para ver quién era.

El moreno notó como la cara de Bruno cambiaba, una mezcla extraña de emociones en ella: confusión, molestia, y ¿anhelo? Sin embargo, guardó su celular sin contestar.

—Número equivocado.

Samuel asintió, aunque ambos sabían que no era cierto. Se creó un silencio incómodo tras eso, y el estudiante de psicología sintió la necesidad de llenarlo.

—¿Has hablado con Ángel? Desde que mencionó lo de sus apariciones en el Satanassa muero de ganas de ir...

—Le preguntaré cuando se presentará, podemos ir juntos si quieres —propuso Bruno, y se sintió un poco nervioso de repente.

—Vale —sonrió Samuel. Tomó ligeramente la mano de Bruno, quien se sorprendió de la acción pero no la quitó —, me gustaría verte bailar algún día. No necesariamente durante una presentación en el Satanassa.

—Tendrás tu propio show privado —le prometió Bruno recuperando un poco la confianza y recibiendo un apretón de mano como respuesta.

Le gustaba estar con Samuel, lo ayudaba a olvidarse de todo. Incluso a no pensar en el dueño del número que le había marcado segundos antes.

Terminaron sus batidos y regresaron al piso de estudiantes, Samuel debía estudiar ya que ese viernes tenía un examen. Bruno le prometió que saldrían el fin de semana a festejar que le iría bien, o en el improbable caso de que le fuera mal; a distraerse.

Más tarde, el pelinegro llamó a Ángel para preguntarle cuando sería su próxima presentación en el Satanassa y así llevar al moreno. Su amigo le dijo que ese mismo fin de semana iba a presentarse, así que Bruno le confirmó que ambos irían.

Al cortar la llamada dejó su celular en la mesita de noche para ir a ducharse, pero cuando estaba por entrar al baño lo escuchó sonar de nuevo. Regresó a atender pensando que podría tratarse de Ángel con algún detalle que se había olvidado.

Pol. Era el nombre que figuraba en la pantalla.

¿Pol Rubio lo estaba llamando? ¿Dos veces en el mismo día? Eso no podía tratarse de un error. Bruno quiso ignorar la llamada, como había hecho antes, pero la curiosidad pudo más y terminó agarrando el teléfono.

—¿Hola? —atendió dudoso.

Eh, Bruno. Soy yo.

—Pol —a pesar de ser una afirmación tenía un tinte de duda, ¿por qué el rubio lo llamaba?

Si —lo escuchó murmurar, tras un momento volvió a hablar —. No me has cogido el teléfono la primera vez.

—Pensé que habías marcado por error —admitió el pelinegro. Además no le apetecía hablar con Pol frente al moreno.

No fue así.

—¿Por qué llamas? —le preguntó Bruno luego de un momento en que ninguno dijo nada. Sonó algo brusco, pero en ese momento no podía controlar la curiosidad que sentía.

Yo... no lo sé —admitió el rubio. Bruno lo escuchó suspirar al otro lado de la línea —, estaba pensando en que necesitaba algún consejo de Merlí y...

Yo no soy Merlí.

Lo sé, Bruno. No me refería a eso, es sólo... no lo sé, como eres su hijo he pensado...

—¿Que tengo algún tipo de conexión con él? —Bruno comenzaba a molestarse, las últimas palabras de Pol en la fiesta de Rai aún estaban frescas en su memoria. Y dolían, dolían como la mierda —¿No eras tú el que me dijo que dejara de intentar parecerme a mi padre? —reclamó el pelinegro, pero al otro lado de la línea sólo había silencio —. Tú eras su alumno favorito, de seguro tienes una muy buena conexión con él. No tienes que seguir aferrándote a mi para mantener su recuerdo vivo.

Aún molesto, cortó la llamada sin esperar respuesta. Una lágrima caía por su mejilla, pero Bruno la limpió de un manotazo y se dirigió al baño para darse la ducha que tenía pendiente.

🍒

¡Hola!

Bruno atendió al llamado de Pol... pero las cosas no terminaron bien... ¿qué les pareció la primer interacción Brunol en meses? ¿Esperaban que Bruno atendiera?

Gracias por sus votos y comentarios ❤

Yo no soy MerlíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora