|13| Encuentro

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El tan esperado fin de semana había llegado. Para Bruno habían sido complicados de sobrellevar esos días, entre cuidar a su abuela por las mañanas, asistir a clases por la tarde, intentar coincidir con Samuel y sus amigos, y volver por las noches a cuidar a su abuela nuevamente... digamos que le apetecía salir a despejarse.

No había tenido tiempo de ir a su antigua Academia de Baile, como tenía pensado hacer. Cuando le comentó a su yaya sobre la idea de Ángel de bailar en el Satanassa, la Calduch se mostró emocionada. Claro que como actriz sabía apreciar el arte y también sabía lo importante que el baile era para su nieto. Sin embargo, lo que le dijo fue "Ya te estabas tardando, niño".

El pequeño Bergeron sonrió al recordar aquello de camino al bar. Habían quedado en verse allí: Ángel había empezado su turno hace un par de horas, Sara y Ana vivían cerca por lo que llegarían juntas y ahora que él estaba en el departamento de su abuela no podía llegar con Samuel.

Se consoló pensando que al ya estar Ángel en el bar no tendría que esperar solo si llegaba temprano. No tenía problemas con estar solo, pero le era incómodo si estaba rodeado de grandes grupos de personas.

Al entrar al bar, sonaron las características campanas de la puerta. Se dirigía a la barra para buscar a Ángel, intentando atravesar al tumulto de personas, cuando su voz sonó a sus espaldas.

—¡Bruno! Cariño, has venido —gritó el venezolano acercándose a él y abrazandolo con entusiasmo —, ¿cómo estás?

—Bien, bien. ¿He sido el primero en llegar?

—Si, pero no te preocupes, los demás me han dicho que estaban en camino. Ponte cómodo, tengo una mesa reservada cerca del escenario. El show empezará más tarde —ante el último comentario le guiño un ojo al pelinegro, quien sintió su corazón acelerarse repentinamente. Siempre experimentaba un ligero pánico escénico antes de bailar. Nada que una cerveza no pudiera solucionar.

—Vale, iré a buscar algo de beber —le dijo señalando con el pulgar la barra a sus espaldas. Ángel abrió los ojos exageradamente, lo que le resultó extraño.

—Ya te lo llevo yo, no te preocupes —se ofreció. El venezolano había recordado que nunca le mencionó a su amigo la presencia de Pol, y no sabía como se lo tomaría. Bruno, sin embargo, malinterpretó su respuesta.

—Puedo controlarme. No más de dos cervezas, se lo prometí a mi yaya. Además ahora debo cuidarla, no me pienso emborrachar —intentó no sonar molesto ante, lo que creía, una falta de confianza en él. Ángel empezó a negar con la cabeza y el pelinegro lo interrumpió creyendo saber de que se trataba —. Solo tomaré una cerveza antes de bailar, así no me afectará en mis movimientos. La otra la beberé después.

—No es eso. Confío en ti, pero, Bruno hay algo... —en ese momento fue interrumpido por otro de los empleados del bar, quien le reclamaba las bebidas que debía servir.

—Vale Ángel, ya no te interrumpo, que veo que estás ocupado —sonrió Bruno ante la cara de pocos amigos que el venezolano le dirigía a su compañero de trabajo —, nos vemos cuando termine tu turno.

Sin darle oportunidad a detenerlo, dio media vuelta y se encaminó a la fila de la barra, ¿era su impresión o había un gran número de personas? Casi no podía ver lo que había al final. Intentaba forzar la vista y mover la cabeza para ver más adelante cuando sintió un ligero toque en su hombro. Al voltear, se encontró con Ana.

—Hola, Bruno —le sonrió la castaña.

—Hola, Ana. ¿Han llegado con Sara? —preguntó al no ver a la otra chica.

—Si, Ángel nos encontró entrando al bar y nos pidió que alguna se vaya dirigiendo a la mesa que tiene reservada —respondió la chica, echando un vistazo hacia atrás —. Sara dijo que iría. Yo mientras encargo las bebidas.

—¿Quieres que les encargue? ¿Qué toman, cervezas?

—No hace falta —le sonrió la chica y le indicó con la cabeza que la fila había avanzado un poco, ambos adelantaron unos pasos —. Yo no tomo. Así que voy a preguntar en un bar si sirven limonadas, agua con hielo o alguna bebida sin alcohol. Creo que es mejor ahorrarte la vergüenza. ¿Vos que tomas?

Al escuchar la última pregunta recordó que Sara les había contado que la castaña era argentina.

—Cerveza —contestó entonces, luego preguntó lo que le dejó pensando: —. ¿Por qué no bebes?

—Nada en específico, supongo. No suelo tomar alcohol y, a menos que tenga ganas, no lo hago —se encogió de hombros, restándole importancia —. Además, es divertido pedir agua con hielo en un bar.

Bruno sonrió y decidió que la chica le agradaba. Había algo en su "si tengo ganas si y sino no" y su sentido del ridículo que le recordaba vagamente a su padre, aunque a la inversa: su padre en vez de pedir agua en un bar pediría una bebida alcohólica en una reunión de Alcoholicos Anónimos.

Cuando finalmente llegaron a la barra sintió que su corazón se saltaba un latido, ¿acaso ese rubio era Pol sirviendo una cerveza al sujeto de al lado? ¿Que hacía allí? Era el último lugar donde esperaba encontrarlo trabajando. Incluso por un momento llegó a pensar que estaba alucinando.

—Enseguida los atiendo, chicos —habló Pol antes de levantar la cabeza, apartando la vista del vaso que sostenía.

Sus miradas se cruzaron y parecía que el mundo se había detenido en ese instante. Ninguno se movía, ninguno apartaba la vista, ninguno hablaba.

Bruno permaneció viendo a Pol y Pol permaneció viendo a Bruno.

A su alrededor sólo había silencio. Las voces de los demás, el sonido de pasos, copas chocando, risas, gritos y murmullos, todo eso pasó a un segundo plano. Se escuchaba lejano. No se escuchaba en absoluto.

Lo único que se podía escuchar era el latido de su propio corazón, acelerado ante el inesperado encuentro.

Bum. Bum. Bum.

El silencio sólo fue roto cuando alguien a su lado habló.

🍒

¡Hola!

Al fin el tan esperado reencuentro tiene su lugar, ¿cómo creen que reaccionará Bruno? ¿Y Pol?

¿Qué opinan de Ángel, debió haber mencionado a Bruno que Pol estaba trabajando en el bar o piensan que lo mejor fue que sea sorpresa?

¿Qué piensan de Ana? La presenté en el capitulo anterior, pero no se habló mucho de ella.

Antes de despedirme les quiero agradecer de corazón todo el apoyo que recibe esta historia. Cada vez que recibo un me gusta, un comentario o agregan la historia a su lista de lectura me siento muy feliz, ¡Ya superamos los 2k de lecturas! De verdad, gracias ❤

Yo no soy MerlíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora