|2| Cambios

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Pol Rubio se encontraba feliz de comenzar el segundo semestre de filosofía, regresar a los estudios universitarios.

Necesitaba mantener la cabeza ocupada en otras cosas y así dejar de pensar en sus problemas. A lo mejor le daban suficientes dilemas y teorías filosóficas (irónicamente una materia se llamaba "problemas filosóficos") como para que su cabeza se sature de nuevos conceptos y no le quede lugar para nada más.

Con tan solo entrar en la universidad notó que las cosas iban a ser diferentes. Por empezar, en su regreso a las aulas, Pol Rubio y sus compañeros se encontraron con un paraninfo en obras. Estaban reformando el edificio, el chico se había enterado que hubo un pequeño derrumbe durante las vacaciones. Al parecer decidieron que era hora de volver ese un lugar seguro, o al menos asegurar al alumnado que el techo no se les caería encima al buscar un libro en la biblioteca.

Otro cambio fue la ausencia de Minerva en las aulas. Aunque no la esperaban aún, ya que había ido de viaje a Argentina, Rai les confirmó su ausencia permanente cuando se juntaron en el bar más tarde.

—¿El finde estudiamos ética juntos? —propuso Biel.

—Si, vale.

—Podemos quedar en el piso de Minerva, llega el viernes de Buenos Aires —opinó Oti, emocionada.

—Es verdad, que ilusión —sonrió Biel ante la perspectiva del regreso de su amiga.

—No, no, no. Hostia, que no se los dije —se lamentó Rai, llevándose la mano a los ojos mientras los frotaba un poco —, sabía que me estaba olvidando de algo importante: Minerva se queda en Argentina.

—Buaj —exclamó Pol, incrédulo. Pero al ver la seriedad en el rostro del pelinegro, dudó —. ¿Pero qué dices, tío?

—Si, que su abuela estaba muy mal y... —todos lo miraban atento mientras relataba —se va a quedar hasta que la palme.

—Hala, hostia, "que la palme" —lo imitó Pol, soltando una corta risa sin gracia —, ¿no puedes usar otras palabras, tío?

Biel asintió ante lo dicho por Pol, con el ceño fruncido.

—Si, tío. ¿No tienes sensibilidad? —se quejó.

—Pero a ver, que es la cruda realidad —se defendió el pelinegro encogiéndose de hombros —, su abuela se está muriendo y ella quiere estar a su lado. Punto.

—Joder.

—Que fuerte que Minerva no vuelva —habló Pol.

—Estoy flipando —exclamó Oti mientras se llevaba la taza a su boca y bebía un poco de café.

—Le ha costado decidirse.

—No me extraña, si aquí estaba bien —habló Biel.

La conversación cambió de rumbo luego de eso sobre los horarios de clases que tendrían, pero se podía notar la falta de la argentina entre ellos. El grupo ya no era el mismo.

Otro cambio que notó Pol fue la actitud de Rai con él. Suponía que el chico se sentiría incómodo tras el fallido beso que le dio en el patio de su mansión, pero el señor Casamiquela actuaba como si nada de eso le afectara. Como si no le afectara la partida de Minerva, la muerte de su perro o el estado de su relación con el rubio.

Seguía comportándose con Pol como siempre, a pesar de los intentos del rubio por tomar un poco de distancia. Era como si intentara demostrar que nada había cambiado, y eso Pol no lo soportaba.

Durante la primer semana, una tarde que Pol se encontraba en el patio de la universidad observando la obra de construcción, escuchó a Rai llamarlo desde lejos. No quería hablar con él y fingir que todo seguía igual, por lo que sin pensarlo dos veces ingresó a la construcción para evitar cruzarse al chico.

El lugar estaba repleto de andamios, escaleras, piezas de madera y herramientas, casi todo cubierto con telas blancas. Sin embargo, los trabajadores debían de encontrarse en un descanso ya que el chico no vio a nadie.

Se acercó a una mesa donde pudo observar una pequeña maqueta y se detuvo a analizarla más de cerca. El diseño era hermoso: se veía como una estrella, pero a la vez como un laberinto. Acercó sus dedos hacia el objeto con la intención de tocarlo, pero una voz rompió el silencio de la sala.

—¿Qué estás haciendo aquí?

Pol se giró enseguida para observar a la persona que hablaba. Era algo más alto que él, con el cabello castaño a la altura de los hombros y una gran barba. Se veía mayor, como de unos treinta y cinco años. El rubio lo recordaba del primer día, cuando junto con Rai, Biel y Oti entraron a ese mismo salón.

El sujeto traía unas maderas bajo sus brazos y un lápiz tras la oreja, supuso que era uno de los carpinteros de la obra.

—No he tocado nada —aclaró, apartando la mano de la maqueta —. Creí que no habría nadie, espero no tener problemas con tu jefe.

El hombre lo observó en silencio y se acercó lentamente al rubio, para luego dejar las maderas a un costado de la mesa.

—Yo soy el encargado de la restauración.

El mayor se quedó observándolo durante un momento, clavando la mirada en los ojos azules de Pol. Ninguno decía nada, y el rubio se sintió algo intimidado.

De alguna forma, el sujeto le recordó a Bruno, no por el aspecto sino por la intensidad de su mirada: el pequeño Bergeron era de los que clavaban miradas que te dejan como flotando.

—¿Cómo te llamas? —rompió el silencio el hombre. Al ver al rubio dudar sonrió ligeramente —, no estarás en problemas.

—Pol.

—Soy Axel, ¿Te ha gustado? —preguntó realizando un movimiento con la cabeza hacia la estructura en forma de estrella que había llamado la atención del rubio minutos antes.

—¿La has hecho tú? —evitó responder Pol mientras giraba de nuevo hacia la mesa.

—Es un proyecto personal, sin relación a la restauración —comentó Axel acercándose a Pol, quedando a sus espaldas. El rubio podía sentir su aliento en la nuca.

La mano derecha del hombre fue directa a la de Pol, la dirigió hacia la maqueta y guió sus dedos por los bordes de madera pulida.

—El laberinto es estrella, y la estrella es laberinto. Se contemplan el uno al otro como espejos —le explicó mientras arrastraba sus dedos por los extremos de la estrella —. Es imposible perderse, siempre te encuentras en la estrella.

Axel guió su mano hacia el interior del laberinto y continuó hablando.

—Si quisieras ir al centro, sólo tendrías que caminar siempre hacia la derecha, o siempre hacia la izquierda. Así de seguro llegarás con éxito.

Pol giró su cabeza hacia la derecha y lo observó en silencio, el hombre le devolvió la mirada. Esa mirada.

Si, ese de seguro sería el más grande cambio.

🍒

¡Hola!

Estoy publicando antes de lo pensado y es que encontré un momento para poder avanzar con la historia.

¡La segunda temporada de Merli Sapere Aude se estrenará pronto!

A pesar de que se de a conocer la historia oficial, intentaré que no modifique la que tengo pensada, aunque es muy probable que tome algunas ideas de ahí. En fin, ya veré.

Dejen en sus comentarios cualquier sugerencia, duda, ideas, opinión... ¡y si les gustó el capítulo no se olviden de votar! que me motivan mucho

Yo no soy MerlíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora