Haz lo que te haga feliz. Eso era lo que Carmina Calduch le había pedido a su nieto. Fue el impulso que necesitaba para finalmente acercarse a su antigua Academia y retomar sus clases de baile. Claro que se le iba a complicar un poco el coordinar con sus clases de la uni, el estudio, el nuevo trabajo y, por las siguientes semanas, el cuidado de su yaya. Pero se las arreglaría. Porque realmente necesitaba volver a sentirse libre y eso lo obtenía por medio de la danza.
Había otro pensamiento dando vueltas en su complicada cabeza. Uno que se había formado a la salida del hospital y que no lo abandonaba desde entonces.
Quería, necesitaba, llamar a Tania. No había hablado con la rubia desde que ella y Pol cortaron, desde que partió a Madrid. En muchas ocasiones marcó su número, pero nunca reunió el valor suficiente para realizar la llamada. Se sentía culpable. Ni siquiera tras el nacimiento de Mina logró hacerlo. ¿Sabría la rubia que tenía una hermanita llamada Merlina?
Los días se habían hecho semanas, y las semanas, meses. Luego de tanto tiempo sin tener noticias de la chica se le hacía cada vez más difícil hablarle. Pero estaba decidido. Haría lo que sea para ser feliz, y Tania era gran parte de esa felicidad.
Esa misma tarde, luego de que su yaya se hubiera recostado en su habitación para ver su novela diaria, Bruno tomó asiento en el sofá de la sala y marcó a Tania.
Escuchó los pitidos y aguardó, prácticamente contenía la respiración a la espera de una voz al otro lado de la línea. Cuando estaba a punto de perder las esperanzas de que la chica le contestara, un saludo lo recibió con una voz que le resultaba tan familiar que logró emocionarse.
—Hola.
—Tania... —suspiró, feliz de que la rubia contestara.
—Bruno, ¿cómo has estado? Ha pasado un tiempo...
—Lo sé, lo siento. He intentado hablarte antes, mucho antes, pero...
—Ya. Te entiendo. Me pasó lo mismo —habló la rubia. Saber que ella también había querido hablar con él logró formar una pequeña sonrisa en su rostro —. Estuve a punto de llamar varias veces pero me acobardé. Creo que nos quedaron temas pendientes...
—Lo sé, lo sé —contestó pasando una mano por su nuca, pensando por dónde empezar —. Tania, realmente siento mucho lo que pasó entre Pol, tú y yo.
—¿Hablas del trío? Porque eso fue idea mía...
—No, no. Hablo de lo que pasó luego. Éramos amigos y aún así insistí en tener algo más con Pol cuando estaba contigo... eso no estuvo nada bien. No tuve respeto por su relación ni por la nuestra y...
—Bruno, para ya —lo cortó la rubia. La escuchó respirar hondo antes de volver a hablar —. Las cosas con Pol venían complicadas desde antes. Lo había notado algo distante desde que volvimos del campamento. Aún así intenté mantener nuestra relación el mayor tiempo posible porque, ya sabes, era mi primer novio... pero sólo estaba forzando las cosas.
—Y a lo mejor si yo no hubiera intervenido-
—Sólo hubiéramos postergado lo inevitable —lo interrumpió la chica —. Bruno, escucha, no me arrepiento de lo que tuve con Pol, pero si me siento mal por no hablar contigo cuando empezamos a salir...
—Ya te había dicho que está todo bien, me había ido a Roma. Inevitablemente nos distanciamos.
—Ya, pero aún así... lo siento. Quiero que sepas que nunca busqué hacerte daño.
—De eso nunca tuve dudas.
—Pero dije tantas cosas de ti...
—De seguro eran ciertas, Tania, tranquila. Sé que me comporté como un gilipollas.
—También yo —le dijo la chica. Ambos se quedaron en silencio un rato antes de que Tania volviera a hablar —. Te he echado de menos, tío.
—También yo —repitió Bruno con una sonrisa iluminando su rostro —. Tengo tanto que contarte...
—Pues empieza hombre, que tengo toda la tarde. Y además... yo también tengo varias cosas que contarte.
—¿Ah, si? Suena prometedor.
—Lo es, pero empieza tú —le pidió. Bruno sabía que Tania no tenía paciencia cuando se trataba de esas cosas, así que no la hizo esperar.
—Nació mi hermana hace unos meses. Se llama Merlina, pero le decimos Mina. Es hermosa, ya te mandaré fotos.
Bruno le contó los detalles del nacimiento de Mina; lo asustado que se encontraba Gery, lo valiente que había sido Gina, lo nervioso que se encontraba él mismo y cómo la Calduch habia irritado a todo el personal médico.
Le habló de sus clases, de sus nuevos amigos, de su abuela, su novio (lo que sorprendió a la chica), su trabajo y su regreso a la Academia.
Por su parte, Tania le habló de sus clases, de cómo se adaptó a la vida en Madrid, sus nuevas amistades y nuevos compañeros. Sin embargo, la noticia con más impacto (y que la rubia se guardó hasta el final) fue que ella y Mark habían estado saliendo en plan amigos... aunque se habian besado un par de veces.
Bruno escuchó lo ilusionada que se encontraba su amiga y no pudo evitar sentirse feliz por ella.
¿Cómo es que había estado tan nervioso antes de hablarle? Las cosas se daban naturales entre ellos, tenían que quitar del medio aquel tema tabú que los había mantenido incomunicados por meses y regresaban a ser los mejores amigos de siempre.
Cuando cortó la llamada, notó que había recibido un mensaje de Samuel. Sonrió. Sentía que no lo había visto en semanas cuando la realidad es que sólo habían pasado un par de días. Aún así lo extrañaba, al estar en el departamento con su abuela y no en el piso de estudiantes no lo veía a diario como acostumbraba.
Le pidió de verse, a lo que el moreno aceptó de inmediato. Quedaron en una plaza a la que solían ir.
Luego de avisar a su yaya que salía, y que la mujer le pidiera que se porten bien guiñandole un ojo con complicidad, se dirigió al lugar acordado. Se encontró a su novio sentado en la banca de siempre, bebiendo un batido de chocolate.
—Hola, guapo. ¿Te hice esperar mucho? —preguntó Bruno tras recibir un beso del moreno. Ambos tomaron asiento. Samuel le extendió un batido de cerezas.
—No, que va. Llegué hace cinco minutos y aproveché de pedirte un batido.
—Gracias —sonrió el pelinegro, aceptando de buena gana la bebida y dejando un corto beso en sus labios antes de dar un sorbo.
—Te ves de buen humor, ¿tan feliz estás de verme? —preguntó divertido Samuel.
—Eso ayuda a mejorar mi humor, la verdad —confesó Bruno y lo miró fijamente —Te extrañé.
Samuel sonrió y posó una mano en su mejilla, dejando pequeñas caricias.
—Hay algo más, ¿no es así?
—Pff, no sé si me conoces tan bien o es tu vocación de psicólogo —respondió en broma y Samuel soltó una corta risa —. Pero tienes razón, hay algo más. He vuelto a hablar con Tania.
Esa tarde, Bruno y Samuel recorrieron cada centímetro de aquella plaza hablando de todo y nada. Conociéndose mejor. Ambos disfrutando de la compañía del otro. Bruno sintió que su día no podría haber acabado de mejor manera que esa.
🍒
¡Hola!
Bueno, tenía pensada esta conversación entre Bruno y Tania desde hace un tiempo pero necesitaba ubicarla en la historia, y me pareció que era un buen momento ¿Extrañaban esta amistad?
Muchas gracias a todos los que leen esta historia ¡llegamos a los 6k!
Como siempre, los votos, comentarios, opiniones, son bienvenidas ❤
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Yo no soy Merlí
Fanfiction"Yo nunca he estado enamorado de ti" le dijo, y no pensó en la fuerza de sus palabras ni las consecuencias que traerían a su futuro. • Fanfic Brunol • Ubicado temporalmente al final de la primer temporada de Merlí Sapere Aude