|23| La fiesta - parte 2

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En la fiesta el ambiente había cambiado luego del discurso de Biel, si hasta parecía que había ejercido de cupido; todos se estaban morreando, incluidos Samuel y Bruno. Ángel bailaba muy cerca de un tío que Pol no reconocía, Oti se había ido con Arnau, y de Rai y Biel no había ni rastro. Pol decidió salir a tomar aire.

El rubio se sentía descompuesto, no podría ser sólo por el alcohol. Si, había perdido la cuenta de la cantidad de cervezas que había consumido, pero muchas veces había superado esa cantidad sin tener ese malestar.

Se encontraba apoyado contra una columna, respirando con dificultad, cuando vio aparecer a Rai, quien caminaba tambaleándose un poco. Al parecer el rubio no era el único que se había pasado con las cervezas esa noche.

—¿Qué pasa, Rai?

—¿Has visto a Biel? Lo he perdido.

—Ya aparecerá...

—Lo siento por ti, pero me he quedado —volvió Rai a acusar al rubio, quien ya no quiso quedarse callado.

—Joder, tio. Es el tercer, cuarto, quinto zasca que me hechas hoy —lo siguió Pol en dirección a la fuente —. Yo no quería que te marcharas.

—Tengo mis dudas —le respondió, aún dándole la espalda —. Parece que tendré que robarte la cartera para que seas mi amigo. Te has cansado de mi. Me haré amigo de Biel, que es el nuevo tío de moda en filo.

—¿Pero qué coño te pasa? Dilo claro —exigió el rubio, ya molesto con sus comentarios.

—Te lo digo —volteó a verlo Rai, se veía enojado e incluso dolido —. Estás imbécil desde mi fiesta, tío. Luego te pasaste unos días sin aparecer con la excusa del marrón de tu casa. No cuela, ¡no cuela una mierda, tío! —gritaba el pelinegro. Entre la música y los gritos, a Pol le comenzaba a doler la cabeza, trató de aguantar para prestar atención al chico —. Admite que te has vuelto un poco distante, por no decir gilipollas.

Pol no contestaba, al dolor de cabeza se le sumaba un malestar en el estómago, sentía náuseas. En ese momento salían Ana, Ángel, Bruno y Samuel a respirar algo de aire fresco. Rai siguió con su discurso.

—Me jode porque éramos amigos, y yo entendí que te pillaras por mi, ¡incluso te regalé un morreo, tío!

Pol no pudo evitar vomitar ante las náuseas que sentía. Rai decidió marcharse, pero con lo borracho que estaba no notó la fuente y se fue de bruces.

Ana y Samuel fueron los primeros en acercarse a ayudar a Rai, sus reflejos eran más rápidos debido a que no habían tomado demasiado. Ángel colocó una mano en la espalda de Pol. Bruno observaba la escena sin saber muy bien qué hacer.

El chapuzón pareció devolver a Rai a la sobriedad. Aceptó la mano que le extendía el moreno y se dejó ayudar por ambos chicos a ponerse de pie. Pronto decidió marcharse de allí, molesto y humillado.

—¿Va a estar bien? —preguntó Ana a nadie en particular.

Samuel se encogió de hombros y volteó a ver a Ángel y Pol. El rubio se había sentado en una banca respirando con dificultad mientras el venezolano permanecía a su lado sin saber cómo contribuir a que se sienta mejor. Bruno, en cambio, se acercó a ellos y le dio un par de golpecitos a Pol en la espalda.

—Vale ya con la bebida, ¿eh? Que no tienes la resistencia de antes, tío.

—No es la bebida, tío, es... —se calló abruptamente al darse cuenta de lo que iba a decir. No podía simplemente mencionar la medicación sin dar más explicaciones... y además no estaban solos, a Ana y Samuel los conocía poco y nada —. Déjalo, no me hagas caso.

Yo no soy MerlíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora