|21| Como antes

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—¡Que ganas de fiesta que tengo, nene! ¿Habrá más de trescientas personas? —preguntó entusiasmado Ángel.

—Y todos con máscara —añadió Pol.

Ambos chicos se encontraban en El Satanassa, el rubio limpiaba la barra mientras Ángel hacía inventario. Pol le había comentado de la fiesta que hacían en su universidad y el venezolano se encontraba muy emocionado por la misma. Continuamente le pedía detalles y se notaba que no veía la hora de que el viernes llegara para asistir.

Al pensar en los posibles invitados que podía llevar, el nombre de Bruno venía a su cabeza. Inevitablemente, Pol hechó un vistazo hacia su derecha, donde unas mesas más adelante se encontraba cierto pelinegro. El chico lo había estado ignorando los últimos días, cuando coincidían en el bar ni siquiera lo saludaba. Apartó la mirada de inmediato, pero Ángel lo notó.

—¿Algún problema?

—No, que va. Sólo... quiero verlos a todos y que todo sea como antes.

—¿Como antes? —preguntó confundido Ángel por el comentario —, ¿Antes de qué?

Antes de saber que tenía VIH, antes de apartar a sus amigos y a todo el mundo, antes de pelear con Bruno, antes de ingresar a la universidad, antes de que Merlí muriera, antes de que Bruno se fuera a Roma...

—Como antes —simplificó.

Pol vio al otro lado del salón a Bruno riendo con Samuel, Sara y Ana. Una idea se formó en su cabeza, si el pelinegro no quería pasar tiempo con él en el trabajo intentaría que lo haga fuera del bar. La fiesta era la ocasión perfecta para hablar, si lo invitaba de seguro lo mandaría a tomar por culo, pero si invitaba al grupo...

Se acercó a los cuatro chicos con una sonrisa en el rostro.

—Hola, chicos. Le estaba contando a Ángel que mi uni hace una fiesta este finde —comenzó a hablar una vez se unió a los demás, quedando de frente a Bruno —. Podemos traer invitados, ¿qué les parece? Ángel ya ha dicho que sí.

Las chicas parecían encantadas y asintieron enseguida. El pelinegro, en cambio, se quedó observando seriamente de brazos cruzados.

—Una fiesta de filosofía, eso promete —comentó Samuel, luego volteó a ver al pequeño Bergeron —, ¿qué dices Bruno?

Algo en el gesto de Samuel incomodó al rubio, era como si fueran un equipo: si Bruno no iba, él tampoco. Ambos o ninguno.

—No lo sé... esa noche pensaba quedarme en mi habitación ordenando mis calcetines por colores —respondió sin demostrar que bromeaba, aunque estaba claro que esos no eran sus planes para el fin de semana.

Pol se molestó, y lo miró mal. Bruno le devolvió la mirada, también molesto. Samuel alzó una ceja en su dirección, como si la respuesta lo sorprendiera. Ana, sin embargo, soltó una risa corta.

—Ni mis excusas son tan ridículas —mencionó a modo de broma, dando un pequeño codazo al pelinegro. Sara y Samuel sonrieron levemente y Bruno hubiera sonreído también si no estuviera tan irritado —, ¿por qué no queres ir?

—¿Realmente quieres que vaya? —preguntó directamente a Pol, quien tardó en reaccionar ante la sorpresiva pregunta.

—Los estoy invitando, ¿no?

—No sería la primera vez que me invitas para mandarme a la mierda luego, así que piénsatelo un poco.

El rubio entendió entonces la resistencia de Bruno a ir a la fiesta: la última vez que lo invitó a una lo mandó a la mierda a los pocos minutos, para luego ignorarlo y terminar por decirle que su padre estaría avergonzado de él y que nunca lo había querido... Vale, esperaba que esta fiesta sirviera para arreglar lo de la fiesta pasada.

Yo no soy MerlíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora