|18| Lo que te hace feliz

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—¿Por qué será que los médicos te dan un horario para la consulta y luego te dejan tirado por horas? —se quejaba la Calduch. Se encontraba sentada en la sala de espera del hospital junto a su nieto —. Hospitales de los cojones.

—Bueno, yaya. Paciencia —le pidió el chico, aunque a él también le molestaba la impuntualidad.

—No me vengas con eso, niño. Una anciana de esta edad no debería estar perdiendo el tiempo así, quién sabe cuánto me quede...

—Y ya estamos con el dramatismo otra vez, creí que tus días de lamentos habían acabado —comentó Bruno, ligeramente molesto por lo que dijo su abuela —, ¿no eras una profesional de la vida?

—Estoy más conectada a la vida, así es —respondió la Calduch, recordando aquella conversación de hace tanto tiempo atrás. Miró de reojo a su nieto con interés —, ¿a qué viene la mención de Pol Rubio después de meses?

—Yo no he mencionado a nadie, lo que dije se debe a tus comentarios deprimentes.

Carmina estaba por indagar más sobre el tema, pero en ese momento el médico la llamó. Salvado por la campana. Bruno ayudó a la mujer (bajo protesta de la misma) a ponerse en pie y le alcanzó el bastón que utilizaba para desplazarse.

La Calduch siguió al médico al consultorio para hacerse la revisión y el chico se volvió a sentar. No le apetecía escuchar a su abuela quejarse de las observaciones que hiciera el doctor, sabía que luego le informaría sobre los detalles para su cuidado ya que era su contacto de emergencia.

Pasaron unos minutos y el lugar se encontraba en completo silencio, al parecer no había otros pacientes ese día. Bruno se arrepentía de no haber llevado algún libro o algo para pasar el rato, ni siquiera tenía descargado algún juego en su celular. Se decidió por revisar sus redes sociales, aunque no creía que hubiera algo nuevo desde la última vez que había visto (hace cinco minutos).

Al desbloquear el teléfono, una llamada entrante ocupó su pantalla. Pol era el nombre que figuraba. Bruno frunció el ceño confundido.

¿Por qué el rubio lo llamaba? Realmente no quería hablar con él, ya bastante malo iba a ser tener que cruzarse con el chico cada vez que se presentara en el Satanassa. Aún tenía sus dudas sobre aquel acuerdo. No quería reconocer que a pesar de los meses que habían pasado, los acontecimientos de la fiesta de Rai le afectaban de sobremanera. Además, estaba con Samuel y no sería la primera vez que Pol Rubio afectaba sus relaciones, directa o indirectamente.

Estaba decidido a cancelar la llamada, pero por error le dio al icono equivocado. Un despiste, nerviosismo o simplemente era idiota, pensó frustrado.

¿Y ahora qué? Contestar le daría el mensaje a Pol de que quería mantener el contacto, nada más alejado de la realidad. Pero... ya era tarde para colgar. Podía escuchar a lo lejos la voz del rubio y se decidió por acercar el teléfono a su oreja. Al menos podría dejarle claro con palabras lo que quería, o mejor dicho lo que no quería.

¿Bruno? ¿Estás ahí?

—Dos llamadas en menos de un mes, debe suceder algo importante para que me hables.

Un silencio le siguió a su respuesta, lo que le dio pie a pensar que podría estar en lo cierto. Pol carraspeó antes de volver a hablar.

No, que va. Sólo... yo que sé, tío. Quería hablar contigo.

—¿Que quieres, Pol? —preguntó en tono neutro, demostrando que no le afectaban sus palabras.

¿Cómo estás? ¿Cómo está Carmina? —evadió la pregunta el rubio. Bruno suspiró molesto ¿acaso Pol pensaba seguir fingiendo que entre ellos todo seguía siendo como antes?

Yo no soy MerlíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora