JOSH
Megan siempre había sido muy pequeña. Pero en ese momento, en mis brazos, toda golpeada y sangrando, parecía una niña.
-Meg, ¿qué te pasó? ¿Qué te hicieron? ¿Quién te hizo esto? -pregunté desesperado.
-¡MAMÁ, PAPÁ, VENGAN RÁPIDO! -gritaba Allan mientras se arrodillaba a mi lado a sostener una toalla en la herida de Megan.
-No llames a mamá. Por favor, solo no la llames, Allan -susurró Meg mirando a nuestro hermano. Me costó mucho trabajo poder oírla cuando volvió su mirada a mí-. No le digas a nadie, por favor, Josh.
Y cerró los ojos.
En ese momento, mamá y papá llegaron. Mamá pareció sorprendida por un segundo antes de que su entrenamiento médico comenzara a funcionar. Papá solo se quedó de pie en la puerta. En su rostro se mezclaban la sorpresa, la tristeza y la rabia.
-Pónla en la cama -me ordenó mamá-. Allan, ve y tráeme mi maletín. ¡Rápido!
Mientras levantaba a Megan y la ponía en la cama, Allan salió corriendo. Mamá comenzó a revisar a mi hermana. Papá se acercó y a mí y se quedó a mi lado. En ese momento, Allan llegó agitado con el maletín de mamá y se lo entregó. Luego se puso a nuestro lado.
-Megan... Cariño, ¿puedes oírme? -le dijo mamá mientras comenzaba a sacar todo tipo de cosas de su maletín-. Necesito que alguno llame a su tío Derek. Díganle que venga en este momento.
El tío Derek era un detective del FBI. Al ver que ni papá ni Allan se movía yo lo llamé. Le expliqué lo poco que sabía y me dijo que en seguida venía. Allan y yo teníamos la misma expresión. Nosotros siempre habíamos creído en esa conexión especial de la que hablaban los gemelos. Bueno, nosotros la teníamos. Los tres. Sabíamos cuando alguno estaba mal. No era como si yo ahora sintiera todos los golpes de Megan, pero sabía que estaba mal y eso era lo que me dolía.
Allan
Mamá tardó casi una hora en curar a Meg. Dijo que, por suerte, la herida no había tocado ningún órgano vital, ni ninguna arteria o vena de mucha importancia. Pero de todas formas, había perdido mucha sangre, aunque no era nada grave.
Papá lucía fúrico. Le decía al tío Derek que demandaría a quien fuera el responsable. Llegó a decir que lo mataría incluso. Y a decir verdad, yo también lo haría. Ese desgraciado pagaría. Y sabía que Josh estaba pensando lo mismo que yo. Volví a ver mi reloj y noté que eran las 2:30 AM. Estaba cansado por el entrenamiento de hoy, pero no me iría a dormir hasta que me asegurara por mí mismo de que Megan estaba bien.
Megan estaba muy pálida y tenía cara de dolor. Mamá le había dado unos sedantes antes de ponerse a conversar con papá y el tío Derek. Josh y yo nos acercamos entonces a Megan. Solo verla me partía el alma. El lado derecho de su cara estaba deformado por un gran moretón. Y ni qué decir del resto de su cuerpo.
-Mamá, ¿qué tiene Meg? -preguntó Josh quitándome las palabras de la boca.
-Está muy golpeada. Tiene una o dos costillas rotas, pero ya verifiqué y, gracias a Dios, no tiene ninguna hemorragia interna. Con respecto a la herida, ya se los dije.
-¿Le faltaba algo cuando vino? -preguntó el tío Derek anotando en una pequeña libreta-. ¿Su celular?
-Todo está aquí -dijo papá-. No le falta nada.
-Caroline, Thomas, sé que no les gustará oír esto, pero tenemos que analizar la posibilidad de que haya sido violada -dijo el tío Derek en un tono calmado. Aunque sus ojos estaban hechos una furia.
En ese momento, sentí mi ira crecer.
Megan
Sentía un gran dolor en todo mi cuerpo. Al principio, pensé que todo había sido una pesadilla, pero el dolor me confirmaba que todo había sido real. Mis párpados se sentían pesados. Intenté abrirlos varias veces antes de poder hacerlo.
Josh y Allan estaban a un lado de mi cama. Papá y mamá estaban hablando con el tío Derek. Aunque más bien mamá estaba llorando y papá consolándola. ¿Qué está haciendo el tío Derek aquí? Oh, no, esto era malo. Muy malo. Si el tío Derek estaba aquí... Estaba tratando de recordar qué fue lo último que pasó.
-¿Meg? -dijo Josh.
-¿Cómo te sientes? -preguntó Allan.
-¿Qué hora es? -La luz entraba por mi ventana, por lo que debía ser de mañana.
-Las 8 de la mañana, cielo -me dijo mamá secándose las lágrimas mientras todos se acercaban a mí-. ¿Cómo te sientes?
-Me duele todo.
-Te daré algo para el dolor, pero antes necesitamos saber qué te pasó.
-Me peleé -inventé rápidamente. Esperaba que ellos me creyeran, porque sino estaba frita-. Eran cinco y yo solo una.
-¿Te peleaste? Tú no eres así. Megan, necesitamos que nos digas qué pasó realmente -dijo el tío Derek.
-Ya se los dije -insistí.
-Cariño, por favor. Puedes confiar en nosotros -comenzó papá-. Si hubo... alguien que... trató de pasarse contigo, si hubo alguien que te hizo... -Parecía atragantarse con las palabras.
-Ya les dije que no pasó... -grité, pero me detuve al instante al sentir un dolor punzante sobre mis costillas.
-Megan, trata de dar respiraciones cortas, pero sin que te agites ni respires hondo porque eso sólo hará que te duela más -dijo mamá mientras me inyectaba algo.
-No importa lo que ustedes digan -Sentía que lo que fuera que mamá me había inyectado, me estaba durmiendo y probablemente eso hacía. Me apuré a terminar de hablar-. Me peleé contra unas tipas más grandes y más fuertes que yo. Eso fue lo que pasó. No las voy a denunciar porque fui yo quien inicié la pelea, así que no veo porque estás aquí, tío Derek...
Y me dejé llevar a la inconsciencia.
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Hermosas Tragedias
Teen FictionMegan tiene 16 años y dos hermanos con los que comparte algo más que la edad. El vínculo que tienen los trillizos nunca ha sido más fuerte que el de ellos. Con personalidades tan diferentes, los tres se completan el uno al otro. Viniendo de una muy...