DOS MESES DESPUÉS
-¿A dónde iremos esta noche? -preguntó Katherina. Estábamos en mi cuarto y la película que estábamos viendo acaba de terminar. Era viernes por la tarde. Llevábamos mes y medio de vacaciones y me veía todos los días con Kate y Matt.
-La verdad es que no tengo ganas de salir hoy. Me siento mal.
-¿Mal cómo? Meg, nada te va a pasar. Yo estaré ahí, Matt estará ahí y tus hermanos también. Sin mencionar el hecho de que estarán los guardaespaldas. Creo que más segura no podrías estar. Tienes que volver a salir algún día.
-No es mal psicológicamente, Kate. Es sólo que siento mi cara como si tuviera una plancha en cada mejilla y me duele mucho la cabeza.
-Tómate unas pastillas y ya -Nos quedamos en silencio.
Ya habían pasado dos meses desde que había ocurrido el ataque. Había avanzado mucho personalmente. También se debía a mi psicólogo, el doctor Faser. Iba a su consultorio una vez por semana. Él me había ayudado a superar miedos que ni me había dado cuenta de que tenía. Como por ejemplor usar vestidos, enaguas o blusas muy escotadas. Ahora podía usarlas sin la necesidad de salir corriendo a cambiarme.
También me había ayudado a no tener miedo de haber dicho la verdad. Siempre tedría miedo de lo que podría pasarles a mis seres queridos, pero ya no tanto. Además, habían pasado dos meses y mi atacante no había regresado. Sí, también significa que el tío Derek no había podido encontrarlo. Las pistas eran muy pocas y las opciones se reducían ya que casi todos los sospechosos tenían coartadas para esa noche.
Las cosas con Alexa no habían mejorado. Le había perdonado el hecho de haber hecho público todo, pero ya eran demasiadas traiciones las que había cometido. Kate siempre había estado ahí y no se había despegado de mí ni un sólo momento. Matt... Él todavía era mi novio. No podría describir lo cariñoso que era conmigo. Siempre estaba atento al último detalle. Mi límite ya llegaba más allá de un corto beso. Podía dar un beso sin sentirme mal. Un verdadero beso.
Con mi familia, las cosas estaban de maravilla. Papá había ganado un gran proyecto hotelero a la semana siguiente de mi ataque. Estuvo a punto de perderlo por haberse dedicado a nuestra seguridad, pero al final lo ganó. En realidad, ya lo tenía ganado; sin embargo, durante esa semana, los clientes habían puesto en duda su capacidad. Pero definitivamente papá les demostró lo bueno que era, ya que iban con dos semanas de adelanto.
-Meg, ¿por qué estás tan roja? Pareces un tomate.
-No lo sé. Ya te dije que me siento mal y tú no me crees.
-¿Por qué no llamas a tu mama? Tal vez es algo grave.
-¿Ahora sí me crees? Pásame el teléfono, por favor.
Esperé a que mamá contestara esperando que no estuviera en ninguna cirugía. Kate estaba cambiando canales y me dijo que pusiera el teléfono en altavoz. Yo no quise, así que empezamos una "mini guerra" para ver quién tendría el teléfono. Afortunadamente, cuando contestaron, yo lo tenía.
-Celular de la doctora Caroline Rogers -reconocí la voz como una de las enfermeras que siempre asistía a mamá.
-Mary, soy Megan. ¿Mamá está muy ocupada como para contestar el teléfono? Es algo así como una emergencia.
-Un momento.
-¿Megan? ¿Pasó algo, cariño? -Estaba segura de que Mary le estaba sosteniendo el celular en la oreja mientras ella seguía operando. De verdad admiraba a mamá.
-La verdad es que no sé. Desde hace como una hora tengo un dolor de cabeza muy intenso y sintió que mi cara está literalmente en fuego. Luego, Kate me dijo que tenía la cara roja como un tomate.
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Hermosas Tragedias
Teen FictionMegan tiene 16 años y dos hermanos con los que comparte algo más que la edad. El vínculo que tienen los trillizos nunca ha sido más fuerte que el de ellos. Con personalidades tan diferentes, los tres se completan el uno al otro. Viniendo de una muy...