Megan
-Tú... ¡Mataste a tus padres! -le grité a Leah. Yo simplemente no entendía.
¿Qué clase de persona eras si matabas tus padres? ¿A quienes te habían dado la vida? Tal vez habían sido malos, pero eso no justificaba un asesinato.
-Y tú, maldita infeliz, pensabas escaparte con ellos. Escúchame bien. No entiendo cuál es la estúpida obsesión que mi hermano tiene contigo. Lo único que puedo sentir por ti, tu asquerosa familia y tus amigos, es odio. Y no me provoques, porque no lo pensaré dos veces en matarte a ti o a quien sea. ¿Me oíste?
-Leah, tú cállate. Bree, tú cálmate. ¿Por qué te pones así? ¿No es lo que siempre habíamos querido? -la reprendió mientras ella intentaba zafarse de su agarre.
-¡Se suponía que les quitaríamos todo, no que los mataríamos! ¡Suéltame, Daniel!
-¿A dónde irás? -preguntó él soltándola un poco.
-A mi cuarto. No me quedaré a ver el cuerpo de mis padres.
-Leah, encárgate de Megan. Yo me desharé de los cuerpos -dijo Daniel mientras soltaba completamente a Bree y me señalaba con la barbilla.
-Con gusto -respondió Leah. La miré y vi cómo levantaba el brazo con que sostenía el arma y lo estampaba contra mi cráneo.
Sentí cómo se oscurecía todo y yo me desvanecía, pero todo lo que pude pensar en ese momento fue: ¿Cómo era que nadie se había acercado luego de ese escándalo?
-Megan... -Volvía a estar en el campo de flores con la tía Anne. Últimamente, soñaba mucho con ella. No hablábamos, sólo reíamos tomadas de la mano-. ¡Megan!
Abrí los ojos. No estaba en ningún campo de flores. Volvía a estar en mi habitación, en la mansión de los Winston, con las muñecas otra vez atadas y sangrando un poco. Tenía un dolor de cabeza increíble. Había alguien encima de mí. Pegué un grito, pero la persona me puso una mano en la boca.
-¡Shhh! Haz silencio, por favor. No te haré daño, pero necesito que te calmes y no grites porque si nos descubren, no nos irá bien a ninguna de las dos -me dijo Bree Winston-. Voy a soltarte, ¿si?
¿Acaso aún estaba dormida? Bree Winston estaba siendo amable... ¿Conmigo? ¿Megan Thompson? Ella me soltó las muñecas y yo me las llevé al pecho. La habitación estaría casi a oscuras de no ser por la luz de la Luna que entraba por una ventana.
-No entiendo -le dije confundida. ¿Qué estaba haciendo ella aquí?
-Te lo explicaré todo, pero antes tómate esto -Me tendió unas pastillas y un vaso de agua-. Te ayudarán con el dolor. No te puedo curar ni limpiar las heridas porque sino Daniel y Leah sospecharían. Lo siento.
Dudé por un momento. Esas pastillas podían ser una droga, podían ser veneno... ¡Podían ser cualquier cosa! Al final, decidí tomarlas. El dolor de cabeza era muy fuerte y sumado al dolor-ardor que sentía en las muñecas... Hacían que quisiera calmarlos. Me toqué el lugar de mi cráneo donde más me dolía.
-No -Detuvo tomando mi mano rápidamente-. Si te lo tocas, te quedarán manchados los dedos o algo así y sospecharían. Sangraste un poco. Bueno, dejémoslo en sangraste. Pero debes dejarlo así aunque te moleste -Me miró por un momento, midiendo mi actitud, aunque yo aún estaba demasiado sorprendida como para hacer algo-. Debes de estar pensando que estoy loca, ¿cierto? -Yo asentí con la cabeza. Ella suspiró y se levantó de la parte de mi cama donde había estado sentada-. No sé por dónde empezar... Probablemente desde... Sí, comenzaré por ahí -Esperaba que al menos ella se entendiera, porque juraba que yo no le entendía absolutamente nada.
ESTÁS LEYENDO
Hermosas Tragedias
Novela JuvenilMegan tiene 16 años y dos hermanos con los que comparte algo más que la edad. El vínculo que tienen los trillizos nunca ha sido más fuerte que el de ellos. Con personalidades tan diferentes, los tres se completan el uno al otro. Viniendo de una muy...