Capítulo 18

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Megan

-No me importa si no me puedo mover de aquí por los puntos. Yo veré a mi hijo. Y lo haré con o sin ustedes -les dije a mi novio y mis hermanos.

Llevaba dos días en esta estúpida cama sin poder moverme. ¡Dos días! Estaba desesperada por estar con mi hijo. Él me necesita y yo también a él. Si todos pensaban que yo estaba débil, yo pensaba que Dylan me podría dar fuerzas psicológicas que me servirían para curarme más rápido. Además, lo único que sabía de él eran las cosas que mi familia y amigos me habían dicho y las fotos que había visto de lejos.

Mejillas sonrosadas, dedos pequeñísimos, labios rosaditos, ojos verdes como los míos... El doctor que lo atiende y mamá me aseguraron que ya está comenzando a ganar peso y sus defensas han subido, pero que aún no puede salir. Yo por mi parte, aún estaba muy débil, lo reconozco, pero mantenía mi pensamiento de la ayuda psicológica. Sentía todo mi cuerpo pesado, tenía fiebre y mi presión no estaba en su nivel adecuado, pero eso no me importaba. Yo quería conocer a mi Dylan, y quería hacerlo ya. Todos ellos ya habían podido tocar sus manitas. Mamá y Matt habían podido cargarlo unos minutos también, por ser el papá y la jefe de cirugía. Sabía que yo no podría hacer eso todavía por la fiebre, pero con sólo verlo ya me calmaría. Estaba segura de que yo mejoraría mucho más rápido si pudiera verlo. ¿Cuántas veces más debería repetirlo?

-¡Megan Elizabeth, no me obligues a llamar a mamá! -dijo Allan, tratando de empujarme suavemente a la cama cuando yo intentaba levantarme.

-Llámala si quieres. Me da igual, ya te lo dije. Ella es madre, me entederá. Cosa que ustedes no hacen. Ahora, quítate de mi camino o ayúdame. Y no me llames Elizabeth.

-Mi amor, ¿podrías calmarte? El doctor dijo que podrías verlo mañana. ¿No te puedes esperar un día más? Ya vistes fotos de él.

-¡No es lo mismo ver fotos que conocerlo! Si ustedes de verdad me conocieran, sabrían que no me voy a resignar con esto. Pasaré así todo el tiempo hasta que logre verlo. Caminaré dos pisos para hacerlo. Eso me podría traer consecuencias. Podría abrirme la herida. O quién sabe, podría desmayarme mientras bajo o subo unas gradas y podría romperme el cuello -dije en tono persuasivo. De alguna manera lo lograría. En cambio, si ustedes me acompañaran, me podrían ayudar a ir en una silla de ruedas. Haría el mínimo esfuerzo. Además, Mary dijo que ella también me ayudaba. Si la enfermera lo haría, ¿por qué ustedes no? -Traté de convencerlos.

Ellos se miraron entre sí y suspiraron al mismo tiempo cómicamente.

-De acuerdo -dijo Josh-. Iré a buscar a Mary. Pero después de que lo veas y nos regresemos, prométenos que te quedarás tranquila y quieta.

Yo sonreí con victoria.

-¡Lo prometo!

Josh se fue y regresó momentos después con Mary. Mamá la había asignado como mi enfermera personal debido a que era en la que más confiaba. Ella y Matt me ayudaron a levantarme de la cama y a sentarme en la silla de ruedas. Sentí unas punzadas de dolor en mi abdomen, pero las ignoré. Sabía que si ellos se daban cuenta, me harían quedarme, y mucho me había costado poder convencerlos. Mary acomodó mi suero y nos ayudó a ir. Sentía muchísima ansiedad. Después de 2 días por fin conocería a Dylan. Mientras íbamos en el ascensor, me puse a pensar en Daniel. Amaba a Dylan con todo mi ser y jamás lo despreciaría si se pareciera a Daniel, pero deseaba de corazón que no se parecieran mucho.

-Ya llegamos. ¿Estás lista, Megan? -me preguntó Mary al oído mientras me ponía delante de una gran ventana. Genial. Me tendría que poner de pie porque sentada no veía absolutamente nada.

-Lo he estado desde hace dos días. Incluso creo que más -le sonreí.

-De acuerdo -me sonrió en respuesta-. Tengo que ir a buscarlo y traerlo. Espera aquí.

Hermosas TragediasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora