Epílogo

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Megan

*Ocho años después*

-¡Dylan Revers, ven acá en este instante! -le grité a mi hijo.

Se había ido a jugar al jardín con su prima Lana, una hermosa niña de cuatro años producto de la relación de Josh y Katherina, y ahora estaba completamente sucio.

Un niño de ojos verdes, cabello dorado y hoyuelos en sus mejillas, se acercó corriendo a mí y se me tiró encima, haciendo que la silla retrocediera unos centímetros. Lo abracé y sonreí. Había crecido tan rápido, que ahora, cuando estaba de pie, sus ojos estaban a la misma altura que los míos Sentada en la silla, por supuesto.

La silla de ruedas se había convertido en una parte esencial de mí, y aunque al principio me costó aprender a manejarla completamente, lo logré. Matt había estado a mi lado todo el tiempo. Ahora vivíamos juntos en una casa en las afueras de la ciudad. Nos habíamos casado hacía seis años, cuando cumplimos los diecinueve. Había sido uno de los días más felices en mi vida.

Josh y Kate se habían casado hacía unos cuatro años, y a los cinco meses tuvieron a Lana. Ella tenía los ojos verdes de Josh, pero el cabello café oscuro de Kate. Vivían a tres kilómetros de nuestra casa, y Lana adoraba jugar con Dylan.

Allison había conocido un inglés y se había ido a vivir con él a Inglaterra, siendo una importante diseñadora de modas. No supe cómo ocurrió ni nada por el estilo, porque estaba en pasarelas todo el tiempo, ya sean de ella o de sus amigos diseñadores, por lo que casi no hablábamos. Solo algunos correos al mes.

Increíblemente, las últimas personas que pensé que podrían estar juntos, hoy celebrarían su boda. Allan y Bree se casarían. Mi hermano y una Winston, ¿quién lo diría? Había sido divertido verlos al principio. Ambos se trataban pésimo, pero se notaba que había atracción entre ellos. Al final, ambos aceptaron que se amaban y comenzaron a viajar por el mundo. Allan decía que ella era la mujer más hermosa del mundo. Josh le decía lo mismo a Kate hasta que nació Lana. Matt me decía lo mismo. Todos los hombres nos decían eso para hacernos sentir la mujer más hermosa del mundo, porque lo somos para ellos, y las mujeres deberíamos creerlo sin dudas.

-Te dije que no ensuciaras. Ve a bañarte o te vas a ver muy feo -le dije a Dylan mientras tocaba con mi índice su nariz. Él se rió y corrió a su cuarto. Kate estaba corriendo de un lado a otro tratando de alistar a Bree, alistar a Lana y alistarse a sí misma.

-Kate, ¿qué te dije? Encárgate de Bree y de ti y yo me haré cargo de los niños. Lana va a estar lista, no te estreses. Estás a punto de alcanzar el nivel de estrés que tuviste en tu propia boda. Cálmate -sonreí deteniéndola.

-Tú cállate -masculló divertida-. Te quiero, Meg. Ponle el vestido a Lan, por favor.

Dos horas después, íbamos camino al hotel donde se realizaría la ceremonia. El vestido de Bree era blanco, sin mangas y con una larga cola. En su cintura, había una cinta azul oscura que era del mismo color que mi vestido y el de Kate. Nuestro vestido llegaba por las rodillas y tenía una manga larga de encaje. Lana llevaría los anillos junto con Dylan, así que ella llevaba un vestido del mismo tono de azul que la hacía verse hermosa y mi Dylan vestía un traje de gala blanco con corbatín y pañuelo azul.

-Bree, ¿te encuentras bien? -pregunté. Tenía la mirada vacía. Ella estaba realmente hermosa. Su cabello estaba medio recogido y le caía en rizos por la espalda. Su cara tenía el maquillaje necesario para hacerla lucir más hermosa de lo que ya era. Nos encontrábamos con Josh en un salón, esperando a que sonara la música para que ella comenzara a desfilar por el pasillo con Josh, quien vestía igual que Dylan.

Hermosas TragediasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora