Capítulo 11

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No me podía mover.

No podía respirar.

Y.

No.

Podía.

Gritar.

Todo eso pasó por mi mente en el momento en que me di cuenta de que Daniel me estaba reteniendo contra la pared y nos encontrábamos completamente solos. Todo el calor se fue de mi ser. Mi cuerpo comenzó a temblar y yo estaba hiperventilando, tratando de conseguir algo de aire para mis pulmones.

-¡Hola, Meg! ¿Te habías olvidado de mí? -dijo mientras me acariciaba la mejilla derecha con sus dedos. Bajó sus dedos y comenzó a recorrerme los brazos con sus manos. Un frío me recorrió la espalda y me hizo encogerme-. Me parece que se te ha olvidado lo que te dije, ¿no crees? Te dije que eras mía, ¿y qué haces? Vas y te revuelcas con Matthew. Te dije que te quedaras callada, ¿y qué haces? Vas y lo gritas a los cuatro vientos. Creí que apreciabas más a tu familia.

-Por favor... -rogué llorando-. Déjame ir. Yo no hice nada. ¡Por favor!

-¿No hiciste nada? Mi amor, no te engañes. Casi voy a prisión por ti. Pero, claro, ¿quién le creería a una pequeña loca como tú? ¡Nadie! -Respiré hondo y traté de gritar, pero no había ni empezado, cuando él puso una mano en mi boca-. Ni lo intentes. Creo recordar que te dije lo que te pasaría si gritabas. ¿Qué te parece si recordamos esa noche, eh? Tal vez así tú recuerdes que eres mía. Tal vez así no se te olvida nunca más.

Se acercó más a mí y me comenzó a besar el cuello. Yo me retorcía y lloraba. Esto no me podía estar pasando nuevamente. Lloraba y lloraba. Le dije a mamá que necesitaba estar sola e ir al baño, pero ella no se quedaría tranquila al no verme salir rápido. Mamá se preocuparía y me iría a buscar. Tenía que hacerlo, porque sino Daniel me volvería a violar, y yo no podría soportarlo. No otra vez.

-Me gustabas más cuando lucías tus moretones. Así los demás sabían que eras mía. Que no se te olvide. Te perdonaré de momento que no me hayas obedecido -susurró a mi oído. Quitó su mano de mi boca y la dirigió al dobladillo de mi blusa. Comenzó a levantarlo, acariciando el pequeño bulto que tenía. Daniel no sabía que yo estaba embarazada, y rogaba porque no se diera cuenta. Supongo que era bueno que me intentara alejar tanto de él que contrajera el abdomen hasta que quedará plano. Su mano tomó un poco de piel y la pellizcó tan fuerte que estuve a punto de gritar, pero en ese momento se oyó el sonido de la puerta abrirse. Rogué porque fuera alguien que me conociera y me ayudara. Daniel se volvió rápidamente, pero luego rió-. Hermanita, te dije que me dejaras a solas con Megan.

-¿Bromeas? No me perdería su cara. ¿Qué te pasa, Meg? ¿Tienes miedo? -dijo Bree en un tono meloso y una sonrisa fingida. Claro. Su familia sabía todo. Cómo no-. Deberías verte. Das pena. En serio, Dan. No entiendo cómo aceptaste... ¿Sabes qué? Olvídalo. Megan, recuerda algo -dijo acercándose a mi lado. Me tomó fuertemente con sus dedos mis mejillas para que la viera.

-¡Por favor! -supliqué-. No me hagan nada. Se los ruego. Por favor...

-Deja de llorar, estúpida. Escúchame. No importa qué hagas. No hundirás a mi familia. Tú y tu familia se pueden ir acostumbrando. Somos mejores que todos ustedes. No importa cuántas pruebas demuestres, mi hermano sabe lo que hace. Nadie te creerá. Tu estúpido tío no puede hacer nada contra nosotros. Así que, ¿por qué no simplemente dejas todo? ¡Nadie.te.creerá!

-Vámonos, Bree. Celebremos mi "inocencia" -dijo Daniel, empezando a caminar hacia la puerta. Bree se acercó rápidamente a mi oreja y susurró:

-Si aprecias tu vida, no hagas este problema más grande, Megan, o no podré protegerte de ellos -soltó rápidamente, soltando mis mejillas y marchándose con su hermano. 

Hermosas TragediasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora