Cuando samantha se mudó a una nueva ciudad, nunca pensó que todo su mundo se pondría de cabeza por culpa de tres apuestos chicos y una chica llamada julie.
Un año después de que cada uno se haya liberado de su cello, los tres fantasmas continuaron...
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—No puedes morir, resiste tesoro—mi madre lloraba mientras tomaba mi mano.
Estaba sentada a un lado de mi camilla. Su rostro se veía hinchado de tanto llorar y mi padre acariciaba su espalda levemente, tal vez tratando de darle apoyo. Lo cierto era que lo veia tan devastado que por las madrugadas cuando mi madre lograba conciliar el sueño, él rompía en llanto.
Desde aqui podía ver mi cuerpo pálido con varios cables conectados en él. El día de ayer tuve un paro cardíaco y fue difícil estabilizarme, ni yo sabía de dónde salia esa fuerza invisible para continuar manteniéndome en este mundo.
Lo peor de todo esto es que ya llevaba así tres semanas y nadie podía verme: ni luke, reggie, alex, willie o julie. Tampoco veía la famosa luz para pasar a aquello de lo que tanto hablaban. Absolutamente nada. Es como si estuviera atrapada, siendo una visionaria de todo lo que ocurría para atormentarme y hacerme sentir peor de lo que ya estaba.
Luke no había parado de llorar todos estos dias y no se movía del sillón del garaje de la casa de julie, salvo para hacerle compañía a mi cuerpo en aquel hospital. El día de ayer alex y willie tuvieron que despegarlo de mi cuerpo que se mantenía inerte, ellos trataban de animarlo, pero luke se negaba a salir del estado de shock en el que se encontraba. Supe que cancelaron los shows y grabaciones de la banda. Cada uno estaba en su propio mundo y a mi me destrozaba verlos así.
Los primeros días entré en un colapso y no entendía nada de lo que me estaba ocurriendo, trate con todas mis fuerzas para que pudieran verme y decirles que me encontraba bien, pero nada había funcionado. Así que me resigne a estar así, vagando como un alma en pena y llorando por ver tan mal a las personas que más amo.
Me puse de rodillas al lado de mi madre e intente acariciar su hombro, pero mi mano traspasó su cuerpo y cerré mis ojos, liberando más lágrimas.
—Te amo, mamá—susurré.
Un sollozo de dolor salió de mi garganta y me abracé a mi misma, sintiendo una sensación tan horrible que me quemaba en el pecho y me destrozaba por dentro. No sabía cuanto iba a durar de esta manera, tal vez pasarían meses o años y yo no queria que eso fuera así. Me quedaría esperando a que suceda algun milagro.
Decidí salir de allí e ir a la terraza, no podia soportar más ver a mis padres en ese estado. No me gustaba el lugar en el que estaba. Arrastré mis pasos sobre el suelo y me senté en una esquina, con la mirada perdida en la ciudad. Sinceramente no era consciente del tiempo que pasaba, sentía ir todo tan lento que me desesperaba.
—Sam.
Movi mi cabeza asombrada hacia la puerta de entrada y vi a caleb. Parpadeé varias veces creyendo que se trataba de mi imaginación y me sorprendí al saber que eso no era así.
