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—Dame como mínimo una razón por la que España debería estar contigo—pidió Alemania, de brazos cruzados, y con una sonrisa burlona

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—Dame como mínimo una razón por la que España debería estar contigo—pidió Alemania, de brazos cruzados, y con una sonrisa burlona. Italia dudó un poco, pero luego respondió, decidido, lo primero que se le ocurrió.

—Eh... Sé bailar ruso.

—¿Qué tiene eso de especial?

—¿Has visto tú alguna vez a algún italiano que sepa bailar ruso?

—No.

—Pues entonces ya tengo algo extraordinario.

Alemania se esforzó por no reírse, para luego asentir y volver a hablar.

—Está bien, contaré que sabes bailar ruso como razón.—Hizo una pequeña pausa.—¿Más razones?

Italia titubeó un poco y luego habló, continuando sin estar muy seguro de si encontraría alguna razón buena para Alemania.

—Bueno... Sé cocinar pizza—respondió. Alemania le miró como si fuera tonto. Negó con la cabeza al mismo tiempo que hablaba.

—Eso no cuenta, todos los italianos saben cocinar pizza.

—Mi hermano no.

—¿Quién es tu hermano?

—No le llames "hermano", mejor llámale "imbécil", le corresponde más—respondió Italia, dirigiendo su mirada hacia otro lado, tratando de ignorar los recuerdos de su hermano que le venían a la mente. Alemania quiso preguntar más sobre el supuesto hermano de Italia, pero al notar que su amigo estaba algo molesto, decidió dejar el tema de lado.

—¿Y bien? ¿No tienes más razones por las que España debería amarte?—Preguntó Alemania. Italia se le pensó durante varios segundos y después de encogió de hombros. Alemania suspiró y apuntó algo en una libreta, con gesto de desaprobación. Segundos después levantó la cabeza hacia su amigo y negó con la cabeza.

—Todo apunta a que seguramente España no te ame todavía. No le has dado razones para ello.—Resumió Alemania, para luego recibir una mala mirada del italiano, quien estaba más convencido que nadie de que el alemán mentía. Según Italia, España le amaba, lo único es que lo disimulaba muy bien y no sabía cómo confesarse.

—¿Y tú qué sabes? ¿Te lo ha contado acaso?—Preguntó, molesto ante la idea de que Alemania pudiera tener razón, aunque hacía lo posible para convencerse de que España le quería.—No puedes saber eso sólo apuntando dos estúpidos datos en una libreta.

—No te enfades conmigo, yo sólo digo lo que mis pruebas demuestran. Que sean verdad o no es otro tema—protestó el alemán, con el ceño fruncido.

—Bueno, si tan profesional eres en este tema, entonces dame ideas para hablar con España. Excusas para acercarme a él.—Pidió Italia. No sabía por qué había escogido a Alemania en vez de a Francia para ayudarle con aquel tema.

A chiste ❀ ~ España × Italia ✔︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora