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—Creí que te ibas a encargar de Portugal—habló Italia, frunciendo el ceño, mientras veía como España y Portugal hablaban animadamente unos metros más allá

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—Creí que te ibas a encargar de Portugal—habló Italia, frunciendo el ceño, mientras veía como España y Portugal hablaban animadamente unos metros más allá. Grecia le miró como si fuera tonto.

—Y eso intento, pero el tipo maincra no hace más que ignorarme.—Protestó la chica, cruzándose de brazos, con indignación.

—Yo sigo pensando que la mejor idea es matarlo.—Comentó Alemania, aunque sabía que sus amigos no le iban a hacer caso.

—Yo también.—Respondió Italia. Al principio había sido partidario de solucionar las cosas con paz y tranquilidad, pero ahora que había descubierto que eso era imposible tratandose de Portugal, prefería matarle de una vez.

—Voy a volver a intentarlo—dijo Grecia, levantándose de la silla y mirando discretamente a los dos amigos que seguían hablando.

—¡Atención!—Habló Alemania, saltando de su silla.—Los sujetos caminan juntos hacia otra dirección. ¡Hay que impedirlo!

—Eso me huele a amor—dijo Grecia, recibiendo una mala mirada de Alemania. Lo último que necesitaban era quitarle la ilusión al pobre Italia.

—¡Plan improvisado!—Uf, justo donde más le dolía a Italia.

El alemán dejó un papel robado sobre la mesa y con un bolígrafo empezó a hacer garabatos que sólo él parecía entender.

Italia, con rabia, le quitó el papel y lo arrugó, molesto. Estaban perdiendo tiempo y España y Portugal ya habían salido de la sala de juntas de la ONU hacia quién sabe dónde.

—¿Sabes qué? Mejor llama a tu padre y que le asesine con violencia—pidió Italia al alemán, planteándose muy en serio aquello, pues aquel portugués le estaba fastidiando su relación con España.

Dios, ¿Acaso no se podía separar del español aunque fuera diez minutos?

—¡Papá!—Llamó el alemán. Aquello sorprendió a Italia y a Grecia, pues ninguno esperaba que Alemania fuera a hacer eso en serio. Pero no protestaron.

A los pocos segundos vieron aparecer frente a ellos al padre de Alemania. Third Reich les miró sin mucha emoción.

—Portugal y España se han ido por allí—Alemania señaló la dirección en la que habían desaparecido ambos amigos.—Lo único que quiero es que agarres a Portugal y cuando estéis a solas le amenaces. Le digas que como se siga acercando tanto a España le acuchillarás mientras duerme.

Third Reich asintió, le gustaba la idea. Sonrió mostrando sus afilados dientes. Deseaba con todo su alma que Portugal desobedeciera para poder matar por fin a alguien.

El alemán asintió y comenzó a dirigirse hacia la dirección que su hijo le había indicado, bajo las miradas de los otros tres.

Salió de la sala de juntas y buscó a la pareja por todos lados.

Tras mucha búsqueda, los halló en uno de los pasillos más cercanos a la sala de juntas, pero en el que no se le había ocurrido mirar.

España estaba apoyado en la pared, con una sonrisa, mientras que Portugal también sonreía, muy cerca. Demasiado cerca.

Aquello le recordó a una escena con cierta persona la cual sucedió hace dos años, pero recordaba como si estuviera pasando en ese mismo momento. Escena la cual prefería  olvidar.

Los observó varios segundos de lejos. Hablaban animadamente con una sonrisa. España no parecía darse cuenta de las intenciones de Portugal.

Third Reich interrumpió en el momento exacto para que aquellos dos no dieran un paso más, pues sus rostros ya estaban muy cerca.

Se paró junto a ellos y al ver que no parecían darse cuenta de que estaba allí, decidió hablar.

—Ejem... ¿Puedo hablar con Portugal?—Ambos países dieron un respingo y se giraron hacia él. Portugal se apartó de España de inmediato y asintió rápido, no fuera a ser que Third Reich le acabara cortando la cabeza por tardar mucho.

España les vio alejarse hacia otra habitación con una ceja alzada. ¿Qué querría aquel alemán? No solían juntarse mucho con él así que supuso que sería importante.

Portugal, por otro lado, estaba muerto de miedo.

Finalmente llegaron a una de las habitaciones de invitados de la casa de ONU. Lo primero que hizo Third Reich fue acorralar al portugués para que no escapara, y luego dirigirle una mirada asesina.

—Sólo te voy a dar un aviso porque al siguiente estarás muerto—advirtió Third Reich, diciéndolo muy en serio.—Aléjate de España.

—¿Por qué a todos os gusta mi mejor amigo?—Preguntó, resoplando. Third Reich alzó una ceja. Tuvo que reprimirse una arcada.

—¿Qué? No te equivoques, no me gusta ese niño, es muy inocente y joven para mí—dijo el alemán. Portugal hizo girar sus ojos.—Es más por... Otra persona. Un... Amigo.

—Italia, ¿Verdad?—bufó molesto el portugués.—Agradecería que le dijeras a ese imbécil que dejara de amenazarme y molestarme. No es mi culpa que España pase de él.

Third Reich le miró, amenazante y con odio. Le retorció las muñecas provocando gritos de dolor al portugués.

—No vuelvas a insultar a Italia. Como le amenaces o le hagas algo malo, a él o a mí te juro que te voy a acuchillar vivo, y luego te cortaré por la mitad, ¿Te ha quedado claro?—Habló el alemán. Portugal lo observaba, aterrado, y asintió, asustado por aquella amenaza.

Aunque pudiera parecer lo contrario, Italia era una persona muy importante para Third Reich. No quería que le dañara. Ni a él ni a Alemania ni a ningún otro país cercano.

Bueno, a URSS sí.

Third Reich asintió y se alejó caminando tranquilamente por el pasillo, como si lo anterior nunca hubiera pasado. Saludó fríamente a España y regresó a la sala de juntas.

Entró y comenzó a caminar hacia Alemania, Italia y Grecia, pero un brazo le agarró y tiró de él bruscamente, tirando de él hacia otra dirección.

Entró y comenzó a caminar hacia Alemania, Italia y Grecia, pero un brazo le agarró y tiró de él bruscamente, tirando de él hacia otra dirección

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A chiste ❀ ~ España × Italia ✔︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora