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—Oye, Italia, ahora en serio, creo que quizá deberías irte

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—Oye, Italia, ahora en serio, creo que quizá deberías irte.—Dijo Portugal, con toda la educación que podía y voz calmada, reprimiendo sus ganas de matar al italiano porque llevaba ya veinte minutos allí sentado y no parecía tener ganas de irse. Miró al portugués con odio, 

—No me iré—respondió, muy simplemente.

—Italia—España alzó la voz, dando un pequeño golpe en la mesa. Miró al italiano, molesto por su actitud irritante. Normalmente no era así. Al menos que él supiera, claro. Italia dirigió su mirada a su amado español, sorprendido.—Te ha pedido con educación que te vayas. Por favor, vete, ya llevas veinte minutos con nosotros y queremos un poco de intimidad para hablar de nuestras cosas. 

Aquel comentario molestó mucho a Italia, además de sorprenderle. Miró con demasiado odio a Portugal, quien parecía estar disfrutando de que España por fin le diese la razón a él y le echase de su mesa. Pestañeó, inocente, para burlarse del italiano. 

Italia se levantó de la silla de forma un poco brusca y les miró a los dos. Luego agarró a Portugal para llevarlo unos metros más allá, sin que este pudiera decir nada ni protestar. Cuando Italia se detuvo le miró con odio y también con ganas de matarle. 

—España es mío, así que aléjate de él—le susurró, bajo la mirada burlona de Portugal. El portugués se rio. 

—Eso ya lo veremos. Por algo será que quiere estar conmigo y no contigo ni para tomar un café.—Le respondió, burlándose de él. Italia bufó y salió de aquella charla echando humo. Tenía que encontrar la forma de quitarse a aquel irritante y odioso portugués de su camino. 

Llegó a la mesa donde Alemania y Grecia le esperaba, impacientes por saber cómo había ido todo. Alemania iba a preguntar por qué Italia parecía tan enfadado, pero Grecia se le adelantó. Dejó su mano sobre la del italiano y le sonrió con algo de malicia. Parecía tener un plan. Y también parecía saber todo lo que había pasado cuando Italia estaba con España y Portugal. 

—No te preocupes, Italia, yo me encargo de Portugal—le dijo la griega. Italia y Alemania alzaron una ceja, sin saber exactamente a qué se refería con eso.

—¿Lo vas a matar?—Inquirió Alemania, horrorizado.

—Claro que no, imbécil—respondió Grecia, poniendo los ojos en blanco. ¿Todos allí eran estúpidos o qué?—Simplemente voy a hacer que esté toda la semana ocupado conmigo. Le propondré quedadas a todas horas para que deje en paz a España. Entonces, tú, Italia, tendrás más tiempo para quedar con él o aunque sea hablarle. Pero espero que lo aproveches, porque has de saber que Portugal no es la persona que mejor me cae del mundo. 

Italia se quedó callado durante varios segundos, pero en vez de él habló Alemania.

—¡Y entonces es aquí cuando entro yo en acción y te ayudo a crear un plan genial para conquistar a España! 

Italia se puso pálido. Otro de los planes geniales de Alemania no, por favor. Estampó una sonrisa falsa en su cara y miró al alemán.

—¡Es mejor que no, ya he quedado con Francia para que me ayude él!—Mintió desesperadamente. Como Alemania le obligara a utilizar uno de sus planes para "conquistar" a España, estaba muerto. Mantuvo su sonrisa falsa, mientras Alemania le miraba como si fuera tonto, en silencio.

—Eh... ¿No ha colado, no?—Preguntó Italia, con la esperanza de que sí, aunque era obvio que no, por la cara que el alemán tenía. 

—¿Por qué no confías en mí?—Preguntó Alemania, haciendo un puchero. Italia suspiró y al final cedió, sin saber si tenía alguna otra opción.

—Ahg, está bien, pero no voy a hacer todo lo que digas como si fuera tu esclavo. Recuerda que si algo sale mal el que se fastidia soy yo.—Aceptó Italia, sin estar muy seguro de cómo de bien acabaría todo aquello. Ya se imaginaba a España evitándole porque pensaba que era raro, y todo por culpa de Alemania.

El alemán frunció el ceño y le tendió la mano. Italia alzó una ceja, sin saber qué quería decir Alemania con eso. 

—Dame mi dinero—ordenó su amigo. Italia abrió los ojos como platos y negó con la cabeza, mientras se cruzaba de brazos y se apoyaba en el respaldo de la silla.

—No.

—Entonces harás lo que yo te diga porque yo soy más experto que tú en estos temas.—Negoció el alemán, retirando la mano y guardándola en el bolsillo de su chaqueta. Italia frunció el ceño, dispuesto a discutir con él si era necesario.

—No te creas experto solamente porque la semana pasada Rusia te dio un beso en la mejilla como despedida. Ese ruso sigue pasando de ti igualmente. Eres igual de malo que yo en esto.—Alemania se llevó una mano al pecho, ofendido. Le miró con desaprobación, mientras negaba con la cabeza lentamente, llamándole traidor con la mirada. 

—Qué feo eso que me has dicho.

—No empieces con tu drama. 

—¡Yo no soy dramático!—Dijo el alemán, mientras se secaba una pequeña lágrima falsa, demostrando que estaba verdaderamente ofendido por lo que había dicho. Italia bufó y desvió su mirada hacia Grecia, quien observaba la escena sin decir nada. Esperaba que al menos ella pudiera ayudarla con todo aquello, porque si su relación con España dependía de las ideas de Alemania, iba muy mal encaminado.

 Esperaba que al menos ella pudiera ayudarla con todo aquello, porque si su relación con España dependía de las ideas de Alemania, iba muy mal encaminado

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A chiste ❀ ~ España × Italia ✔︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora