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Hacía unos meses, Italia jamás llegaría a pensar que acabaría mirando así a España.
Le cuesta darse cuenta de que de verdad ama a España, y cuando lo hace, se propone a sí mismo conseguir al español cueste lo que cueste. Para ello, recibi...
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Aquellos últimos días habían sido unos de los más aburridos de la vida de Italia. No había quedado ni con Alemania, ni con Rusia ni con nadie. Se podía decir que no había hecho más que estar tirado sobre la cama, durmiendo y mirando el móvil, con la esperanza de que o Rusia o Alemania se acordaran de su existencia.
Finalmente, por fin en el grupo general de países lanzaron una propuesta: ir a la playa.
No lo dudó ni un segundo. Además de hacer algo divertido por primera vez en varios días, podría montarle drama a Rusia por haberle ignorado. Y no había nada que le apeteciera más en esos momentos que ver a España, y más si era en bañador.
Sonrió como un tonto, aunque borró de inmediato ese gesto cuando vio que su padre le observaba con el ceño fruncido. No parecía muy contento de ver a su hijo sonriendo como un imbécil cada ocho segundos.
—¿Por qué sonríes de esa forma todo el rato?—Preguntó, con voz cortante. Italia dio un pequeño respingo y se sonrojó un poco cuando se dio cuenta de que su padre le había visto. No supo exactamente qué responder.
—Por nada—respondió finalmente. Se negaba en redondo a decirle a su padre que le gustaba España. Había que ser tremendamente estúpido como para hacerlo, sabiendo que el italiano mayor iría directo a matar al español en cuanto se enterara.
Italia Fascista soltó un gruñido, aunque al menos no volvió a preguntar nada que estuviera relacionado con sus sonrisas de tonto.
Un rato después, preparó sus cosas, se puso el bañador con una camiseta encima y salió de su casa rápidamente antes de que su padre comenzara a hacer preguntas. Japón ya había salido de casa unos minutos antes, también con la intención de ir a la playa, y le indignaba ver cómo ni Italia Fascista ni Imperio Japonés le hacían una sola pregunta, mientras que a él le interrogaban como si acabara de cometer un crimen siempre que salía de su casa sin haber informado antes.
Quizás era porque Japón tenía pinta de estar muy feliz sola, y no parecía tener intención de tener pareja, pues en alguna ocasión, Italia le había preguntado por qué no estaba interesada en nadie, y la japonesa le había respondido que así era mejor, ya que podría emparejarse con todos sus personajes de anime favoritos y organizar sus bodas con ellos sin que nadie le reprochase.
Sin embargo, suponía que a él se le notaba demasiado que andaba detrás de alguien.
Por suerte, consiguió escabullirse y salir de su casa sin ser visto, y desde ahí corrió hasta la playa como si le persiguiesen. Quería estar allí antes que Rusia para poder hablar tranquilo con España, pues sabía que el ruso no dejaría de lanzarle miradas burlonas durante todo el tiempo.
Cuando llegó a la playa, ya había bastantes países allí, aunque al menos, Rusia no era uno de ellos, aunque Alemania sí. El alemán se encontraba tumbado sobre su toalla, hablando con Polonia. Italia no pudo evitar sonreír cuando vio que España también estaba allí.
