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Italia andaba evitando a España últimamente

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Italia andaba evitando a España últimamente. Aún no se podía creer que los latinos hubieran dicho aquello delante del español, sabiendo que al italiano le daba mucha vergüenza hablar con España, y aún más cometer alguna estupidez, por mínima que fuera. Siempre que se cruzaba con el español, bajaba la mirada y trataba de no hablar ni mirarle. Se sentía demasiado avergonzado. 

¿Qué pensaría España ahora de él? 

En realidad, nada malo, pero Italia no hacía más que torturarse a sí mismo pensando que ahora el español estaba molesto con él o algo parecido. En realidad, España sólo le ignoraba cuando se cruzaba con él, al igual que hacía Italia. Al principio había tratado de explicarle que no estaba molesto con él ni nada parecido, pero acabó desistiendo debido a que cuando se acercaba a él, Italia ponía alguna excusa para marcharse de allí, o simplemente se quedaba, pero sin escucharle.

—¿Estás bien?—Le preguntó Rusia, su mejor amigo, mientras se sentaba en el sofá, junto al italiano. Italia estaba serio, con la mirada perdida en algún lado. Este frunció el ceño levemente, pero luego asintió, sin mirar al ruso.

Saltaba a la vista que no.

—Dime la verdad—pidió Rusia. Quería ayudar a Italia con lo que fuera que le pasara, pero no iba a poder hacer nada si el italiano ni siquiera le decía de verdad qué le pasaba. Italia negó con la cabeza. Confiaba en que, si le pedía a Rusia que no se lo dijera a nadie, el ruso no lo haría, pero aun así, no quería empezar a contar sus asuntos y preocupaciones. 

—Italia.—Volvió a hablar el ruso, mirando a su amigo ahora seriamente.—Por favor, dime qué narices te pasa y te lo juro que no se lo contaré a nadie.

Italia no hizo nada durante un par de segundos, debatiendo consigo mismo, dentro de su mente, si negarse, o finalmente contárselo todo a Rusia y desahogarse con él. En realidad, le hacía falta contarle todo aquello a alguien, pero no lo había hecho dado que la persona que consideraba más adecuada era su propio padre, y esta idea ni siquiera le convencía del todo. Al final se decidió por acceder a contarlo, aunque al principio no dio muchos detalles.

—Es por España—dijo Italia, algo avergonzado, mientras se sonrojaba un poco. No solía contarle ese tipo de cosas a nadie, ni siquiera a Rusia, su mejor amigo, y por ello estaba acostumbrado a guardarse sus problemas y penas, y de vez en cuando desahogarse consigo mismo. 

Rusia alzó una ceja. ¿Por España? Hacía unas semanas, en una junta, le había confesado que le gustaba España desde hacía tiempo, pero no se imaginaba que el italiano pudiera acabar así de triste por él. 

Como aquel español le hubiera hecho algo malo a Italia, el ruso iba a tener una seria charla con España, acompañada de algunos/muchos golpes. 

—¿Qué te ha hecho?—Preguntó Rusia, con el ceño fruncido, mientras se cruzaba de brazos. Italia negó con la cabeza, aún sin mirarle, con la mirada perdida en algún lado, avergonzado y entristecido.

—¿Él? Nada. Simplemente... Sólo lo llevé a una esquina para confesarle lo que sentía y... Bueno...

—¿Se burló de ti? ¿Se rio? ¿Te ignoró?—Interrumpió Rusia. Hasta ahora había sido amigo del español y sabía que España era alguien comprensivo, alegre, tierno y leal a sus amigos, pero todos podían fastidiar las cosas en algún momento. Italia negó con la cabeza.

—No... 

—¿Entonces?

—Nada, no pasó nada...

—Italia, cuéntame la verdad. Por favor.

El italiano se quedó callado varios segundos. Le costaba hablar de esos temas con otra gente. Ni siquiera le gustaba con su mejor amigo, y eso que sabía que Rusia jamás le contaría a nadie nada que Italia no quisiera.

—Bueno... Los latinos interrumpieron e hicieron un comentario que no debían haber hecho.—Se limitó a responder Italia, sin dar más detalles. Rusia alzó una ceja.

—¿Qué dijeron?

—... "Ya dile que le tienes ganas, weón"—Repitió Italia, avergonzado. Rusia frunció el ceño de nuevo. El italiano bajó la cabeza, sin querer hablar más de ese tema. Pero Rusia no se calló.

—Fue México, ¿No?—Preguntó el ruso, sin esperarse que fuera otro. México siempre andaba estropeando los momentos bonitos y molestando a todo el que veía que parecía ocupado o simplemente no quería que lo molestaran. 

Italia gruñó, mientras abrazaba sus rodillas y ocultaba su cara en el hueco que quedaba, avergonzado como si estuviera pasando en ese preciso momento. Rusia no dijo nada durante varios segundos, pero luego se levantó, justo después de medio abrazar a Italia para que no se sintiera tan triste y avergonzado.

—No te preocupes, no volverá a pasar. En seguida vuelvo—dijo Rusia, con rabia, mientras se dirigía hacia la puerta. Italia se encogió de hombros, sin decir nada, e ignoró a Rusia, quien segundos después, se fue de la casa de Italia, cerrando la puerta con gran estruendo.

—Ese chico va a cargarse la puerta—apareció Italia Fascista, con el ceño fruncido y gesto de fastidio, mientras sostenía una taza de café en la mano y se apoyaba en la pared. Luego se dio cuenta de que su hijo parecía triste.

—Italia, ¿Estás bien?—Inquirió el más mayor. 

Italia gruñó, enfadado. Cómo odiaba que la gente se preocupara tanto por él. No estaba mal recibir un poco de atención, pero no había nada que le apeteciera menos que contarle sus problemas a su propio padre. 

 

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A chiste ❀ ~ España × Italia ✔︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora