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Hacía unos meses, Italia jamás llegaría a pensar que acabaría mirando así a España.
Le cuesta darse cuenta de que de verdad ama a España, y cuando lo hace, se propone a sí mismo conseguir al español cueste lo que cueste. Para ello, recibi...
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Italia abrazó con fuerza a su amigo, al que llevaba tanto tiempo sin ver porque se había ido de viaje y le había dejado tirado. Definitivamente, Italia estaba seguro de que nadie le quería como compañero de viaje.
—Te prohíbo que vuelvas a dejarme solo—le dijo Italia, con el ceño fruncido, mientras el otro se reía, pero no decía nada. No era ningún país como Grecia o Alemania, pero se llevaba casi igual de bien que con ellos.
Daniel le agarró de la mano y el más bajo no hizo nada por evitarlo, mientras sonreía un poco. Él era lo más parecido a una pareja que tenía, pero se giró hacia él para mirarle y se decidió a decírselo.
—Dan—llamó, con voz algo seria. Daniel no se dio cuenta de lo serio que había sonado eso y se giró hacia él con una gran sonrisa en la cara. Italia se esforzó para sonreír también un poco. Estaba seguro de que la noticia le gustaría. —Me gusta un chico.
Daniel pareció sorprendido durante algunos segundos y agarró con un poco más de fuerza su mano, pero luego volvió a sonreír.
—No te preocupes, yo también te quiero. Y ahora nos podemos casar, y tener hijos y...—Italia notó que por una parte bromeaba y que, por la otra, lo decía un poco en serio.
—Y no eres tú—no quiso sonar demasiado firme para no hacer sentir mal a su amigo. En seguida volvió a sonreír de forma un poco tierna, pero nada que ver con cierta persona. —¡Es España!
De nuevo, su amigo pareció sorprendido y alzó una ceja.
—¿Te gusta España? ¿En serio?—Hizo una breve pausa y se apresuró a añadir, para no hacer enfadar a Italia:— Primero déjame ver qué cara tiene, ya ni me acuerdo.
Italia sacó su teléfono móvil y buscó entre las muchísimas fotos de la galería la foto que le había hecho a España un poco a escondidas en su fiesta de cumpleaños y se la enseñó. Se veía un poco borrosa, pero se veía bien. Daniel le guió hasta uno de los bancos que había en el centro comercial y se sentaron. Después, Italia le mostró la foto a su amigo, esperando para ver qué opinaba. Tardó algunos segundos en hablar.
—No está mal—respondió Daniel. Desde su punto de vista, España era guapo, pero tampoco creía que fuera para volverse loco.
—Pero si es hermoso—respondió Italia, con una sonrisa de tonto en la cara y un leve sonrojo en las mejillas. Levantó la vista y la cabeza cuando vio que Daniel se acercaba mucho a él y se puso ligeramente nervioso.
—Aun así, no entiendo por qué te gusta más él que yo—le dijo, sonriendo. Italia no se alejó de él, sino que permitió que Daniel le agarrara por las mandíbulas y le besara durante veinte segundos.
De inmediato, le invadió la nostalgia y fue incapaz de separarse hasta que se quedó sin aire. No le importaba que la gente le pudiera ver, sólo se dejó llevar hasta que tuvo que separarse por la falta de aire. Daniel sonreía, con las mejillas ligeramente rojas, mientras que las de Italia estaban ardiendo.
