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—No estoy seguro de si lo quiero conocer—habló España, con algo de timidez

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—No estoy seguro de si lo quiero conocer—habló España, con algo de timidez. Italia le miró durante algunos segundos, pasando un brazo por los hombros del menor para que no se preocupara.

—Ya te he dicho que sólo es un amigo, España—le respondió el más alto. Sonrió levemente, mientras España mantenía la vista baja. Daniel le había escrito a Italia para preguntarle si quería que pasaran juntos la última noche antes de que él se tuviera que marchar durante varios meses. Daniel le había aclarado que su intención no era volver a acostarse con él, pues Italia le había contado cómo se había puesto España sólo con verlos besarse dos veces. No se quería ni imaginar lo que le pasaría si les veía juntos en la habitación de Italia. Seguramente pasaría molesto con Italia varias semanas. 

—Además—añadió el italiano. —Es muy amable, seguro que te llevas bien con él. 

España no dijo nada. Es que no le quería ver. A pesar de que ya se encontraba mejor con Italia, no podía evitar que la imagen de él besándose con ese chico volviera a aparecerse en su mente cada vez que pensaba en la posibilidad de recibir al extraño en su casa. 

Se encogió de hombros, sacudiendo un poco la cabeza. Italia no quiso insistir. Sonrió y abrazó con cuidado a España.

—Bueno, no te preocupes, no pasa nada. Le diré que no venga. Puede que mañana encuentre tiempo para ir a despedirme de él. No quiero forzarte y que te sientas incómodo.—España aceptó el abrazo, pero no respondió a él. Se sentía un poco mejor, y sonrió levemente.

A Italia tampoco le importaba. Estar con España a solas tampoco era tan mala idea. Se quedaron observando durando varios segundos con una sonrisa, e Italia tuvo unas ganas increíbles de besarlo. De hecho, se lo planteó y hasta se acercó un poco a él, con la intención de hacerlo.

Sin embargo, se le paralizó el cuerpo y no fue capaz de seguir, sino que se quedó quieto y cuando su cuerpo reaccionó, se apartó de él con un sonrojo en las mejillas y avergonzado. España no tardó en sonreír tiernamente.

—¿Quieres cenar?—Preguntó, levantándose del sofá. Italia asintió y también se puso en pie. España le guió hasta la cocina, donde Italia trató de ayudarle a preparar la cena, pero España tuvo que pedirle que se mantuviera alejado cuando casi quemó la cocina después de que España le pidiera que la vigilara en lo que él iba al baño.

Descubrió que el español cocinaba muy bien. Nada que ver con él, que lo único que sabía cocinar eran las comidas de su gastronomía y poco más. Y la mayor parte de las veces necesitaba ayuda de su padre o de Japón.

Cenaron en silencio, y después, Italia ayudó al español a ordenar la cocina. Italia quería quedarse un rato más, pero entendía que sería demasiado raro quedarse con él por la noche. De modo que se giró hacia España, mientras se dirigía hacia la puerta principal.

—Bueno, creo... Creo que debería irme. —Le sonrió con algo de tristeza. No quería marcharse, sino que le apetecía más que nunca besarle y decirle que le quería. Pero no se atrevía. Y, de todos modos, no estaba seguro de si realmente le gustaba a España. No quería hacer el ridículo. 

Justo cuando iba a abrir la puerta para marcharse, el menor corrió hasta él y le agarró del brazo para detenerle. El más alto se giró hacia él con una ceja alzada, y España sonrió tiernamente.

—Es que... Me gustaría que te quedaras un poco más. No hay nadie en casa y me voy a aburrir demasiado si me quedo solo.—Hizo una breve pausa, e Italia apenas podía creerse que el español le estuviera pidiendo que se quedara un poco más en su casa. —Solo hasta que vengan Noruega y Argentina.

El más alto no lo pensó ni dos segundos. No quería que sus compañeros de piso regresaran nunca. Sonrió un poco y asintió con la cabeza, tratando de ocultar su entusiasmo. 

—Está bien, puedo quedarme si quieres—respondió él. España aplaudió con algo de emoción antes de dirigirse hacia el sofá. Se sentó sobre él y le invitó a Italia a imitarle. Él no lo dudó y se sentó a su lado. —¿Qué... Qué quieres que hagamos?

—¿Y si vemos una película? Creo que hay una segunda parte de la que hemos visto antes—Propuso España, con la ilusión de un niño pequeño. A Italia no le apetecía en absoluto ver otra película más, pero tampoco quería llevarle la contraria. Además, merecía la pena si eso implicaba estar acurrucado junto al español.

Por desgracia, eso no sucedió, sino que esa vez, España mantuvo las distancias con el más alto, y éste tampoco se atrevió a hacer nada, aunque sentía cada vez más la necesidad de besarle de una vez para terminar con todas esas dudas.

No lo hizo. No se atrevía.

—Una cosa—habló España en cierto momento, aprovechando que la escena de la película se había vuelto ligeramente inapropiada y excesivamente incómoda de ver en esos momentos. Apartó la vista para mirar a Italia, quien hizo lo mismo para que España no pensara mal de él. Aunque, por mucho que tratara de evitarlo, no podía evitar imaginarse haciendo eso con España. Cerró los ojos, avergonzado por estar pensando en eso, y sacudió un poco la cabeza, con un leve sonrojo en las mejillas.

—¿Sí?

—USA me ha dicho que ha invitado a algunos países a su casa mañana por la noche. Dice que será una especie de fiesta pero sin todos los países, y me ha dicho que te pregunte si quieres ir. —Explicó el español, con una sonrisa tierna. —Yo sí voy.

«Con Portugal», no hacía falta ni que lo dijera.

Italia se quedó callado durante algunos segundos, sin saber qué responder. Por una parte, le apetecía ir para poder divertirse un poco, pero por la otra parte, sabía que en cuanto viera a España y a Portugal hablar y sonreírse entre ellos, le entrarían los celos y sólo querría irse.

De todos modos, el más alto sonrió y se encogió de hombros.

—Está bien, dile que sí voy.

(...)

Italia continuaba durmiendo en el sofá cuando se hizo de día. España, casi a las doce de la noche, había decidido irse a dormir, y le había dicho al italiano que podía quedarse a dormir en el sofá si no le apetecía irse en ese momento a su casa.

El más alto no había protestado. A pesar de que, obviamente, lo que más quería era dormir en la cama de España, a su lado, aceptaba la idea porque al menos era algo.

España continuaba durmiendo en su habitación, e Italia supuso que Noruega y Argentina ya habían regresado, y seguramente en cuanto se marchara, los dos empezaran a molestar a España comentando el hecho de que Italia estaba durmiendo en su casa.

No quería despertarle ni molestarle, de modo que se levantó con cuidado y se puso las zapatillas en silencio. No pudo evitar caminar con cuidado hacia la habitación del español.

Le observó mientras dormía. Era adorable, y, de nuevo, tuvo unas ganas terribles de besarlo. Era el momento perfecto, si lo pensaba bien. España estaba dormido, de modo que no podía apartarse. Aunque, por otra parte, no estaba seguro de si el español se lo tomaría a bien o le molestaría.

Tampoco se atrevió, de todos modos.

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A chiste ❀ ~ España × Italia ✔︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora