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—¿Era necesario venir a las tres de la tarde?—Protestó Italia

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—¿Era necesario venir a las tres de la tarde?—Protestó Italia.—Siento que me voy a derretir del calor que hace.

Alemania le miró con mala cara. Encima que hacía el esfuerzo de llevarlos a una cafetería a hablar de cómo Italia podía ganarse a España, se atrevía a quejarse.

—Claro que era necesario. Esta cafetería está a reventar todo el día. Esta hora es cuando menos gente hay—respondió Alemania, tomando asiento, mientras Grecia le imitaba.

—No sólo existe esta cafetería, ¿Sabes? Hay muchas más—respondió Italia, siendo el último en sentarse, con cansancio y un suspiro.

Alemania le ignoró y comenzó a hablar. Grecia e Italia se mantenían atentos a lo que el alemán decía.

—Os he traído aquí para elaborar un plan y que el Italia consiga de una maldita vez ser la pareja de España.—habló Alemania. Mientras tanto, Italia miraba con paciencia hacia cualquier lado, molesto. Quería que alguien le ayudara con aquel tema, pero no sabía si el "alguien" más adecuado era Alemania.

—¿Y cuál es tu plan, "maestro"?—Preguntó Italia, sin saber qué más decir.

—Todavía no tengo ninguno, por eso os he reunido aquí, para que me ayudéis.—Respondió Alemania, como si fuera lo más obvio del mundo. Italia bufó y Grecia simplemente se quedó callada.

—En serio, de verdad que puedo apañármelas solo—dijo el italiano, con la esperanza de que Alemania abandonara la idea de elaborar ningún plan. Alemania se rió algo raro, causando que Grecia le mirara como si fuera de todo menos normal.

—No, no puedes. España es mucho diamante para un trozo de carbón como tú—Italia le miró mal y abrió la boca para protestar, pero Alemania se le adelantó.—Por eso necesitas la ayuda de profesionales.

—Espero que uno de esos profesionales no seas tú.—Respondió Italia, pues no sabía cómo Alemania tenía el valor de llamarse a sí mismo "profesional". Al menos en ese tema.

—También está Grecia, ella nos ayudará además de mí—Italia le dirigió una mirada a la griega, algo aliviado de que al menos hubiera alguien inteligente en aquella mesa.

—En realidad es fácil—comentó Grecia, por primera vez desde que habían llegado.—Sólo tienes que pensar en cómo conseguiste que Argentina te amara y hacer lo mismo con España.

Italia frunció el ceño, notoriamente molesto con lo que había dicho la griega.

—No me compares a Argentina con España. Además, en realidad él era el que le quería a mí desde el principio, no al revés.—Respondió Italia. Grecia alzó una ceja, algo decepcionada.

—Oh... Pues entonces... ¿Has tenido alguna otra pareja?—Preguntó la griega, mirando a Italia. El chico se metió las manos en los bolsillos de la sudadera y se puso rojo.

Claro que había tenido otra pareja, pero no le daba la gana decirlo. No lograba comprender cómo le podía haber llegado a gustar esa persona, pero el caso es que en su momento ambos se habían amado como nunca.

—No...—Respondió Italia, tratando de ocultar su sonrojo. Alemania y Grecia notaron algo sospechoso aquello, pero decidieron no insistir más y creerle aunque les costara.

—¡Pues entonces es cuando entramos yo y mi plan maestro!—Interrumpió Alemania, con voz tan alta que algunos de los que estaban en la cafetería se giraron hacia él y le miraron raro.

—El cual aún no tienes—le recordó Italia, ahora de brazos cruzados, mientras el sonrojo iba desapareciendo de sus mejillas.

—Claro que lo tengo. Mi mente es muy rápida a la hora de crear planes, ya verás que te va a encantar—luego miró a sus dos amigos y siguió hablando.—Esta noche cenarás con él, mientras Grecia y yo te vamos diciendo por un pinganillo lo que tienes que hacer o decir.

Italia casi se atraganta con su propio aire al escuchar aquello. Le miró con los ojos como platos.

—¡¿Qué?!—Chilló.—No, jamás. España y yo nos conocemos, pero no mucho, no creo que acepte cenar conmigo.

—Vamos, Italia—le animó Grecia, sonriendo y dejando su mano sobre la del italiano para darle ánimos y calmarle un poco.—¿Qué podría salir mal?

—¡Todo!

—¿Por qué piensas eso?—Preguntó Alemania, indignado y de brazos cruzados.—Los profesionales estaremos para decirte lo que tienes que hacer en todo momento.

—¿Acaso sabes lo nervioso que me puedo llegar a poner? En mi primera cena con Argentina me puse tan nervioso que me tropecé conmigo mismo, le tiré sin querer su vaso de agua encima y la salir tiré una maceta  porque estaba temblando de los nervios. —Respondió Italia, avergonzado al recordar lo desastrosa que había sido su primera cena con el argentino.

—O sea que hiciste historia en el restaurante—comentó Grecia.

—Y por eso sólo saldrás con él una vez hayas aprendido a controlar tus nervios.—Respondió el alemán, ignorando a la griega. Italia puso los ojos en blanco durante varios segundos.

—Pedirme eso a mí es como pedirle a mi padre que deje de llevar navajas cuando sale a la calle.—Dijo, cansado de aquellos dos. ¿Por qué no le dejaban apañárselas él solo?

De pronto, Grecia se levantó bruscamente de la silla, sorprendiendo a los otros dos, quienes iban a preguntar qué ocurría, pero ella fue más rápida.

—¡Anda, Italia, mira quién acaba de entrar!

—¡Anda, Italia, mira quién acaba de entrar!

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A chiste ❀ ~ España × Italia ✔︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora