Scarlett
¿De verdad existía el destino? Esa teoría, de que todo lo que pasaba en la vida de cada persona ya estaba escrito, desde el momento en que nuestras almas poseían nuestros cuerpos. Se supone que cada una de las decisiones que tomábamos a lo largo de toda la vida pasarían sí o sí. También que las personas de nuestro entorno habían sido puestas ahí por algo y para algo.
El destino me parecía una de las cosas más intrigantes y complejas de este plano terrenal. Aunque la fórmula era bastante sencilla, habían algunos elementos que se me hacían un tanto complicados, me preguntaba: ¿Blake cuánto tiempo estaría en mi destino? Comenzaba a creer que ya no había mucho tiempo de él en mi vida. Y eso me ponía sumamente triste.
—Pongan aquí los barriles—escuché la voz de Beth, dándole instrucciones a los dos chicos que venían con cuatro barriles de cerveza.
Caminé con dos botellas de vodka en las manos y las puse sobre la barra de la cocina.
—Hoy doy borrón y cuenta nueva—se dirigió hacía mi Beth.
—Aún no entiendo a qué se debe está fiesta—dije mientras tomaba una fritura de queso que estaba en un tazón y me la metía a la boca.
—Es mi venganza—dijo con una sonrisa—. Estás botellas—señaló las botellas de Vodka que había traído yo, junto con unas cuentas de Whisky, Ron, Tequila, vino y Champagne—. Son las mejores y más caras botellas que mi padre ha comprado para ocasiones especiales. Son nuevas y apuesto que le dolerá mucho el no tenerlas, varias de estas son de colección y limitadas. Como este vino—tomó una de las botellas—Lleva añejado más de cuarenta años—sonrió con malicia—. Y hoy mi querida rojita, un montón de adolescentes sin paladar para distinguir buenos licores, lo beberán hasta la inconsciencia.
—Mis respetos—hice una reverencia mientras me reía.
—Y este vestido que traigo puesto, es de diseñador, lo llevo puesto desde la mañana y mirá—señaló un costado del vestido color hueso de gasa con fondo de seda, que ahora tenía una mancha de café—. Es de mi madre, planeó usarlo hasta el amanecer y vomitar en el después de beber todo esto.
—A veces me das miedo—dije burlona.
—Invité a mucha gente y le dije a esa gente que trajera más gente. Mis padres regresan mañana en la tarde, para ese entonces yo estaré en mi nuevo departamento.
—Entonces—me serví un trago de tequila y me lo bebí de un trago—. Que comience la fiesta.
El estado de ebriedad era un gran viaje de la conciencia. Hasta el punto de reír por cualquier cosa, o ver el mundo dando mil vueltas mientras una estaba en un punto fijo, los ojos parecían mirar con más detenimiento las cosas, sin llegar a captar nada en realidad, el tiempo se reducía a una línea insignificante, una que ya no tenía punto de partida o punto de llegada.
ESTÁS LEYENDO
Lo Que Somos
Novela JuvenilY me destruyó de la manera más maravillosa y aterradora de todas, porque beso mi alma, llevándose las alegrías, las motivaciones y esperanzas. Porque desnudo mí interior, convirtiéndose en una necesidad...tan fácil me arrancó el corazón. Destruyó mí...