Capítulo 52 "Setenta y dos horas"

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Scarlett

Me rechazaron.

Me rechazaron el maldito préstamo.

Salí del banco y me quité el abrigo que empezaba asfixiarme. Aunque hacía mucho frío ahora.

Había pasado una semana entera desde que empecé a buscar el dinero que necesitaba, solo me quedaban tres días. Tres días y apenas tenía diez mil dólares en mi poder, vendí varias de mis cosas, busqué los pocos—casí mínimos—ahorros que había juntado después de haberme gastado los otros.

Me hacían falta veinte mil.

Tenía tantas ganas llorar, de puro coraje y rabia contra mi madre, me sentía impotente y eso me había sentir aún más enojada.

Llevaba cinco días tratando de hablar con Elizabeth, pero ella se negaba a contestar mis llamadas, al igual que Colton, ambos me ignoraban de manera olímpica.

Cuando me encontraba con Elizabeth en la universidad hacía como si nada y se alejaba lo más que pudiera de mí.

Colton por otro lado, hacía lo mismo, pero siempre me miraba de manera incómoda.

Al único que tenía de mi lado era Blake, estábamos mejor que nunca.

Cada mañana me llevaba a la universidad en su motocicleta, me dejaba en el trabajo y luego me recogía para llevarme con él a su departamento.

Hoy regresaba Leigthon a casa, solo por un tiempo, estaba estable, y pronto sería su operación de transplante de médula. Su donador venía desde lejos así que aquella persona tenía que venir a Montana, pero mientras eso sucedía Leigthon iba a poder estar en casa.

La operación de Leigthon era lo que me daba fuerza para seguir buscando ese dinero.

Tal vez tendría dejar que mamá fuera enjuiciada por su deuda, al fin y al cabo fue ella la que cometió el error y, ahora se hacía la desentendida.

Después de aquel día en el que me enteré sobre la deuda no volvimos hablar del tema. Parecía que no le preocupaba que en tres días podría ser llevada a juicio.

Sí claro que yo también podría hacerme la loca y no mover ni un dedo, pero mamá y yo teníamos algo en común: todo lo hacíamos por Leighton.

Y era por eso que no la iba a dejar sola. Bueno, también es mi madre, la amo y no quiero verla tras las rejas solamente por tratar de salvar a mi hermano.

Unas manos firmes y grandes me tomaron de las caderas y salté del susto girando para ver de quién se trataba.

Una sonrisa juguetona y ojos azules me miraban.

—Hola Cher—dijo con esa enorme sonrisa que hacía que se le formaron aquellos hoyuelos en las comisuras de la boca.

Mi corazón latió más rápido y sentí calientito todo el pecho. Instintivamente, yo también sonreí.

—Hola—saludé sin poder quitar mi gran sonrisa.

Blake se acercó y me tomó de la cara para darme un profundo beso, era suave, pero apasionado, podía sentir lo mucho que Blake quería estar aquí y solamente aquí, conmigo.

Me separé de él, cuando sentí que el aire se me iba.

—¿Qué haces aquí?—le pregunté mirando sus labios enrojecidos.

—Dijiste que viniera por tí en una hora. Y aquí estoy.

—Cierto, me olvidé.

Blake agarro mi mano y caminamos juntos hasta donde estaba su motocicleta estacionada.

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